Hoy, 28 de febrero de 2012 me preparo para irme al colegio, odio levantarme tan temprano. Me plancharé el pelo, también odio mis ondas, pienso que no tienen forma. Estoy muy nerviosa, esto es algo nuevo para mí, solo deseo que me vaya bien.
Cuando llegué a la escuela me encontré con mi mejor amiga Polly. Todo es raro, los nuevos compañeros, los uniformes, el ambiente de la mañana fría, ahora hay cuatro cursos en vez de tres, no imagino cuántos seremos.
Unos meses atrás, otra de mis amigas, llamada Sophie, me dijo que este año nos sentaríamos juntas y yo acepté. El problema es que Polly no aguanta a Sophie. Por suerte, para ahorrarme un conflicto, mi otra amiga está en una división distinta a la mía, así que solo me senté con Polly.
Pasan los días, creo que me voy acostumbrando a este nuevo clima. En una mañana normal, Polly y yo salimos al recreo, y de repente ella vio a una chica y le gritó:
-¡Leila!
-¿Polly? ¡Cuánto tiempo! ¡Te extrañé!-le respondió.
-Éramos mejores amigas hasta esa tonta pelea, ¿recuerdas?-dijo Polly.
-Sí, no sabes lo que anhelaba hablar contigo otra vez.
Yo me quedé parada como estúpida un buen rato y luego me largué.
Desde ese día no fue lo mismo, me había cambiado por Leila, me sentí un poco mal, pero decidí pasar a juntarme más con Sophie.
La pasábamos bien, siempre nos divertíamos. Un día a la salida de gimnasia, una chica me habló, yo desconocía su nombre pero me dio una buena impresión y me cayó bien.
Estuve más de una semana sin tener una idea de cómo se llamaba hasta que me animé a preguntarle:
-Oye, soy una tonta y olvidé tu nombre.
-No pasa nada, me llamo Abby-dijo riendo.
-Oh, perdona, solo recordaba que tu apellido era Lively.
-Yo sabía que te llamabas Amy Ryans, tengo buena memoria-soltó una pequeña risita y sonreí.
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