miércoles, 5 de febrero de 2014

Dejarlo todo o perderte.

Alfonsina era una típica chica popular de clase alta, la más linda de su salón en la secundaria, una de esas muy creídas que nadie soportaba y que todas envidiaban. Maltrataba a casi todos, menos a su 'amiga', si así se puede llamar a esa chica que no hacía más que seguirla a todos lados y escuchar sus pedidos para cumplirlos y llenarla de lujos. Pero todos cambian...
-¡Ana!-dijo Alfonsina.
-¿Si?-respondió temblorosa su mejor 'amiga'.
-¿Cómo me veo?
-Genial, como siempre, amiga.
-Gracias Anita, vamos al colegio que se nos hará tarde y quiero ver a los nuevos.
-Sí, mejor vamos.
Subieron al auto de último modelo de Alfonsina y cuando llegaron todas las miradas se posaron en el carísimo coche y en la forma de vestir de las chicas. Luego ingresaron por la puerta y corrieron a su curso.
-Mira esos chicos-dijo Alfonsina señalando un grupo de cinco muchachos.-Deben ser los nuevos.
-Bueno, están guapos.-respondió Ana.
-Ni hablar. Para nada, Ana, qué gustos que tienes.
-Tú también eres bastante complicada con los chavos.
-Tal vez tienes razón.
-Te están mirando.

Mientras ellas los observaban desde lejos, los chicos hablaban de la nueva escuela.
-Mira Juan, esa morena de pelo largo y lacio es Alfonsina Costas.-dijo el tal Diego.
-Está buenísima.
-Me la canto yo.-dijo Agustín.
-¿Tú? Te dirá que no, esta es mía.
-Sí, claro, Ignacio tú eres el más feo de los seis.-dijo Rodrigo.
-Falta Santiago, ¿porqué no ha venido?-preguntó Juan, preocupado.
-Pues, él se sentía mal, pero te aseguro que no se perderá la fiesta del primer día de clases esta noche.-respondió Diego.
-Ya, iré a ligarme a esa chiquita.-dijo Agustín muy seguro de sí mismo.

-Hola nena.-dijo dirigiéndose a Alfonsina.
-¿Nena? Si vienes a pedirme que salga contigo, desde luego que no lo haré.
-No vine a pedirte nada, pero si tú dices...
-Ni siquiera sabes filtrear. Por si no sabías no soy de esas fáciles, así que mejor vete yendo.
-Qué agresiva, pero a Agustín nadie le dice que no, ¿sabes?
-¿Ah no? Bueno, pues desde ahora eso cambió, bye.-dijo y se dio la vuelta para irse con su amiga.

-Oye Ana, ¿qué dices que deberíamos ponernos esta noche?-le preguntó Alfonsina.
-Pues no sé, me gusta tu vestido negro, es muy bonito.
-Te lo prestaré, ¿si? Yo me pondré mi short desteñido, tacos y alguna remera.
-Buena elección.
Las chicas se vistieron y se fueron a la fiesta.
-Jamás había visto el colegio tan arreglado.-comentó Alfonsina.
-Yo menos-le respondió Ana.
De repente Juan entró con un nuevo que Alfonsina no había visto esta mañana, no pudo evitar mirarlo cuando pasó a su lado y sintió su perfume, cerró los ojos y Ana la golpeó.
-¿Qué rayos fue eso?-le dijo.
-No, nada, no sé que...
-Sé que algo te pasó con ese...
-No pasa nada, en serio, solo que casi estornudo.
-No te creo nada, pero ya.
Luego ella se dio vuelta y él estaba mirándola. Se sintió muy rara, jamás le había prestado atención a nadie.

En eso, Ignacio se acercó al chico, que se llamaba Santiago y le dijo:
-¿Ya ves esa? Es la que nos rechazó a los cinco esta mañana...Tú ni siquiera deberías intentar ligártela porque te saca corriendo.
-Sí es linda...
-Es hermosa, bueno, pero es imposible, dificilísima, adiós, ven, vamos con los otros.
Santiago se fue con su amigo apartando la vista de Alfonsina.
Cuando terminó la fiesta, todos se fueron a sus casas, y al día siguiente tendrían clase un poco más tarde de lo normal.
-Alfonsina, ¿te gusta el chico, verdad?-preguntó Ana.
-¿Qué chico?
-El que pasó a nuestro lado.
-Pues, no lo sé, no lo he visto bien...Ya duérmete.-dijo apagando la luz y dejando con la intriga a su amiga.
Al día siguiente ella se vistió lo más linda posible porque vería a su nuevo compañero y quería que se fijara en ella.
Llegó al colegio con su mejor amiga, como siempre, porque ella se quedaba a dormir en su casa muy seguido, y al subir, lo vio en la galería, le sonrió y él le devolvió la sonrisa. Se sentía muy nerviosa cuando pasaba cerca. En el curso, se sentaba justo dos bancos detrás de él y de su amigo Diego.
-Alfonsina, me siento mal.-le dijo Ana.
-Dile a la profesora, mira si te pasa algo.
Ana se paró de su asiento y le avisó a la profesora, que se la llevó a la dirección para que la retiren sus padres. Alfonsina se quedaría sola el resto del día, así que apenas tocó el timbre, todos salieron corriendo mientras que ella solo caminó hasta la baranda de afuera de su curso. Estaba sola, cuando vio que Agustín se acercaba junto a sus amigos y los corrió a gritos ya que venían solo a molestarla. Luego se quedó con la mirada perdida en todos los chicos que estaban abajo dando vueltas, hasta que sintió una presencia a su lado, y cuando estaba a punto de gritar para que se fuera, vio que la estaba mirando, y era Santiago.
-Soy Santiago...-dijo él.
-Alfonsina.-le dijo, notando que se estaba poniendo roja.
-Lo sé, quién no te conoce a ti...Pero no eres creída como dicen, al menos no para mí.
-Debes ser el único que piensa eso sin contar a Ana...
-Y eres bastante tímida además.-le dijo sonriendo, y ella soltó una risita nerviosa.
El timbre para entrar a clases interrumpió su conversación. Alfonsina apuró el paso y entró al curso, Santiago la siguió y la tomó del brazo.
-Ey...-le dijo él.-No pasa nada.-él notaba que ella estaba nerviosa.
-Bueno.-dijo ella.
-Nadie entra tan pronto al curso, ¿porqué no te quedas aquí un rato conmigo?-dijo él.
-Está bien.-ella se ponía roja.
Estuvieron intentando entablar una conversación normal hasta que la profesora llegó para hacer entrar al aula a todos los alumnos.
Ella observaba a Santiago desde su banco, y se preguntaba qué tenía él que los demás no. Apoyó su codo en el banco y su cabeza en su mano, y allí se quedó mirando a su nuevo amor. De repente vio miradas posadas en ella, se 'despertó' de su estado de enamoramiento y volvió en sí, empezando a escuchar que sus compañeros se reían y la profesora gritaba su apellido.
-¿Qué se piensa que es esto usted, Costas?-dijo la profesora.
-Perdone.-dijo Alfonsina.
-¿Perdone? Tres veces te nombré y no me hiciste caso. ¡A la dirección!
-Pero...-no pudo terminar lo que quería decir.
-Se para de su asiento y se va a donde la mandé, y sin peros.
Alfonsina se paró de su silla indignada y tuvo que soportar las intimidantes miradas de sus compañeros hasta salir por la puerta. Mientras caminaba a la dirección, se maldecía por haberse quedado ahí observando a Santiago en vez de atender a lo que le decía la vieja arrugada. Llegó a la dirección, tocó la puerta y estaba el vice-director allí, que le preguntó qué había sucedido, ella contó todo y él le aplicó una sanción mínima en un cuaderno. Luego, ella volvió al curso, pero la profesora se había ido a la sala de maestros a traer algo, y apenas Alfonsina entró, escuchó a sus compañeros gritar cosas.
-¿Así que andas enamorada?-dijo uno.
-Mmmm...Santiago...-dijo otro.
Uno le lanzó una bola de papel, la cual Alfonsina agarró y le devolvió, pero cuando realizó esta acción la profesora estaba llegando y la vio.
-¡Costas! ¡No puedo ausentarme un minuto que ya estas haciendo desastres!
-Profesora, yo...
-Encima quieres darme explicaciones absurdas. Ven conmigo.
Alfonsina le hizo una seña de desprecio al chico que le había aventado el papel arrugado y siguió a la profesora. El director no le permitió defenderse, y esta vez la sanción fue grande, pero cuando salieron de dirección, Santiago estaba en la puerta y encaró a la profesora.
-Escúcheme, sé que usted vio a Alfonsina tirándole un papel a Alejandro, pero él fue quien empezó todo.
Santiago era un chico muy respetado por los profesores, al parecer.
-¿Es verdad eso, Costas?
-Pues, sí.
-Habérmelo dicho antes.-dijo la vieja, descaradamente, ya que ni siquiera la había dejado articular palabra alguna.
-Santiago, qué buen compañero eres.-lo felicitó como a un niño de jardín.
Alfonsina lo miró agradecida al ver que le quitaban la sanción del cuaderno y llamaban a Alejandro para hablar con él. Eran muy estrictos en su colegio, algo bastante molesto, no se podía hacer nada, además tenían preferencia por algunos alumnos y rechazo por otros.
Ese día, en el recreo que seguía, Alfonsina salió corriendo tras él para darle las gracias.
-De verdad, muchas gracias, pero, ¿porqué lo hiciste?-preguntó.
-Somos amigos, ¿o no?-le dijo él.
Sonrió y lo dejó que siguiera caminando por el pasillo, luego fue al baño. Recordó que faltaban tan solo dos semanas para ir a un baile del colegio que se hacía cada año, todos debían ir en lo posible con pareja, a menos que no consiguieran, y podía ser de cualquier año y división. Mientras se miraba al espejo, creyó ser suficiente para él, ella siempre fue muy engreída. Salió para ir a buscar a su enamorado, pero mientras veía por la baranda, lo divisó con una pelirroja de lentes, hablando muy cerca de su cara. Ella quiso interponerse, pero se acordó de que ella y Santiago no eran nada más que amigos, así que se tragó las ganas de hacerlo, y se fue a andar sola otra vez. Luego se sentó en un banco y esperó a que sonara el timbre para irse a su casa, pero cuando iba a salir por la puerta, el chico más lindo del colegio, que cursaba quinto año, llamado Nicolás López, se acercó para hablarle.
-Hola, Alfonsina.-dijo.
-¿Hola?-dijo extrañada ella.
-Quería preguntarte algo.
-Sí, dime.
-¿Te gustaría ir al baile de fin de año conmigo?
Alfonsina quedó impresionada, aquel rubio, con el cabello un poco rizado, irresistible, ojos verde manzana y con buen físico, quería que lo acompañe, pero ella tenía un bloqueo. Pensó un rato, se dijo a sí misma que Santiago le pediría seguro, y a ella le gustaba, así que finalmente se decidió.
-Lo siento, es que creo que iré con alguien más.
Como de costumbre, todos estaban mirando y oyendo lo que hablaban.
-¿QUÉ?-gritaron los que estaban alrededor al unísono.
-¿Qué?-dijo él asombrado por el rechazo.
-Sí, eso.
-Bueno, está bien.
Él se dio vuelta y Alfonsina quiso seguir caminando hacia la puerta, pero unas chicas la pararon antes de llegar y le dijeron que era una maldita creída y que no podía rechazar a Nicolás López. Ella rió, las ignoró y siguió su camino.
Al llegar a su casa, como siempre, los gritos de sus padres peleando, los insultos dirigidos hacia ella cuando algo le salía mal, y el día a día de siempre, la fastidiaban. Se fue a dormir oyendo música en su iPod y a la mañana siguiente se despertó entusiasmada por lo que le esperaba con Santiago. Fue al colegio lo mejor vestida que pudo, y cuando llegó al curso, él no estaba, se fijó por la baranda de la escalera y otra vez estaba con esa pelirroja desconocida. Ella bufó y se volvió al aula, donde estaba Ana.
-¡Ana!
-Hola Alfonsina, disculpa.
-No pasa nada, pero no vuelvas a dejarme. Este colegio es un infierno sin ti.
-Lo sé.-dijo Ana.
Luego ella le contó todo a su amiga y esta quedó sorprendida sobre todo por lo de Nicolás, pero después se fue a comprar y dejó un rato a Alfonsina sola. Mientras ella miraba al piso, sintió una presencia a su lado.
-Hola.-era Santiago.
-Hola Santi.-dijo ella.
-Te ves rara.
-No me pasa nada.
-Tu cara dice lo contrario...
-Odio que todos anden diciendo que soy una creída por rechazar a López. Ellos no conocen lo que pasa realmente.
-¿Qué pasa realmente?
-No me interesa ir con él al baile y ya. Quiero ir con una persona muy especial para mí, aunque tengo que esperar que me invite.
-De seguro lo hará.
-Eso espero, sino seré un motivo de burlas el viernes.
-Ten fe.-dijo, la abrazó y se fue para dejar que Ana se siente con ella.
De repente vio a Santiago con la pelirroja, ella saltaba y decía que sí a algo. Alfonsina imaginó que la había invitado al baile, pero luego lo confirmó al oír a esta chica, llamada Isabel, contarle lo sucedido a una amiga. Cuando estaba parada allí escuchando boquiaberta lo que la pelirroja decía, un chico de su curso pero de otra división se le acercó, llevaba lentes y era bastante feo.
-Alfonsina, ¿vendrías conmigo al baile?
-¡No! ¡Sueñas!-dijo ella de manera despreciativa.
El chico bajó la cabeza y tiró a la basura una flor que sería para ella, Alfonsina se arrepintió un poco de su reacción pero lo dejó pasar, y vio que Santiago la miraba como decepcionado.
Ella se sintió muy triste y por primera vez le brotaron lágrimas de amor de sus ojos. Se limpió la cara y empezó a deambular por los pasillos del colegio pensando en qué se habría fijado él de aquella pelirroja desabrida. Luego pasó por el baño de chicos y oyó su voz y la de otros. Se quedó parada oyendo.
-Vamos, ¿Alfonsina Costas es tu 'amiga' y tú vas a pedirle a Isabel Melián que salga contigo? Apestas, hermano.
-Lo que pasa es que ella es...creída.
-Lo es, tienes razón, pero da igual.
-No quiero salir con ella, su actitud me molesta.
-Sí, debe ser una novia insoportable.
-Es todo, su personalidad no va conmigo.
Alfonsina se descubrió en aquel momento. Reflexionó, pensó y se dijo: ¿Realmente soy tan creída y mala? Ella rememoró veces en las que rechazó niños y los hizo sentir mal, otras en las que simplemente hacía como si determinadas personas no existieran, veces en las que humilló a chicas públicamente, ¿y saben qué? Por primera vez, Alfonsina Costas se sintió una verdadera mierda. Tenía que rechazarla un chico para que abriera los ojos de una vez. Ella se propuso cambiar y se esforzó por ello. En los días que corrieron antes del baile, se dedicó a ser más sociable con todos, lo que sorprendió mucho a sus compañeros. También, si un chico se le acercaba, en vez de tratarlo mal, respiraba hondo y le daba conversación, con lo cual el chico quedaba bastante feliz. El día viernes, minutos antes de la salida, Alfonsina estaba sola en un banco del pasillo de la escuela acomodando sus cosas para irse, y de repente sintió que alguien le tocaba el hombro.
-Ay.-dijo ella porque no se lo esperaba.
-Hola Alfon.-dijo Santiago.
-Hola.-respondió ella, tratando de hacer notar su enojo.
-¿Cómo va?
-Pues, mal, ¿tú?-dijo en tono enojado.
-Bien, ¿porqué mal?
-¿Recuerdas aquel chico? ¿El que yo pretendía que me invite al baile de hoy? Pues, invitó otra.
-¿En verdad me dices?
-Sí.
-Pues es un idiota.
-Entonces tengo un idiota parado justo en frente mío.-dijo ella y tomó sus cosas bruscamente, yéndose rápido por la puerta.
Santiago se quedó estupefacto, jamás se le hubiera pasado por la mente que la chica más linda de cuarto año se fijara en él. Quiso seguirla pero ya se había ido. Se quedó pensando en que él no la invitó porque ella lo rechazaría, y porque no le gustaría salir con una creída. Pensó que era mejor así, sería inaguantable como novia.
Alfonsina tomó un bustier de color violeta que le cubría el torso hasta el ombligo, una pollera negra larga plisada transparente que dejaba ver otra falda más corta y unos zapatos altos de color negro. Su pelo que le llegaba a la cadera, del color del chocolate, estaba súper liso como siempre, y sus ojos marrón avellana brillaban y se destacaban con un fino delineado negro. En sus labios aplicó un tono de rojo y terminó con el maquillaje. Bajó las escaleras de su casa para subir al auto, pero en eso su madre le dedicó una sarta de insultos por haber manchado una camisa nueva, y la chica intentó tragarse las lágrimas para no arruinar su cara, pero no pudo, estaba harta de la violencia de sus padres. Seguro uno se pregunta porqué ella es una chica creída y se la imagina en su casa llena de lujos maltratando sirvientes y muy mimada por sus padres, pero no. Ella es así, caprichosa, porque su familia sí cumple con esa parte, pero le falta afecto, ella preferiría muchas veces el amor de sus padres demostrado aunque sea una vez por día antes que toda esa ropa y esa gran casa en la que vive. Sufre aunque no parezca. Pero eso nadie lo ve.
Finalmente, Alfonsina se subió al auto y se fue al baile con la mirada perdida en los autos que veía pasar por su ventana. Llegó y estaban todos con sus parejas, la humillación de estar sola no era lo que más le preocupaba, sino ver a Santiago con otra en su lugar, ver que el primer chico que le importa en toda su vida no tiene el más mínimo interés en ella. Se quedó sola observando parejas bailar, hasta que vio venir a Santiago de la mano con Isabel y notó que él al verla se quedó como colgado. Realmente no entendía lo que estaba sucediendo. Era la primera vez que asistía sola al baile, la primera vez que se le hubiera ocurrido rechazar al chico más lindo de todo el colegio y la primera vez que le dolía ver que un 'don nadie' la ignorara. Vio que Santiago le decía algo a su pareja y se dirigía hacia ella, se preguntó qué haría.
-Hola.-dijo él justo en frente suyo.
-Hola.-le respondió Alfonsina.
-¿Así que soy un idiota?
-Lo eres, tú lo has dicho.
-Jamás hubiera pensado que te gustaba.
-Bueno, ahora lo sabes.
-Perdona.
-¿Porqué? No tienes que pedirme perdón.
-Sí, porque me equivoqué contigo.
-¿Qué dices?
-Yo pensé que eras una engreída.
-Ah.
-Y no es así. Vales mucho, pensé que eras de esas populares sin sentimientos que se encargan de romper corazones de pobres chicos.
Ella no pudo evitar soltar un risita.
-Pues no lo soy, lo fui, hasta que te conocí y entendí lo que era tener el corazón roto.
¿Qué había dicho Alfonsina? Ella jamás hubiera pensado que esas palabras iban a salir de su boca.
Él le levantó la barbilla para que quede justo a su nivel, se acercó a ella y le dijo:
-¿Podré repararlo?
Cerrando los ojos, acercó sus labios a los suyos y cerró aquel momento en un esperado beso. Cuando terminó, ambos abrieron los ojos y se quedaron callados. Alfonsina por primera vez había sentido algo en un beso, algo nuevo y muy lindo. Amor. Pudo sonreír después de un rato porque no sabía que decir.
-Bueno, yo...-dijo ella incómoda.
Él le dio un abrazo y le preguntó algo.
-¿Tuviste novio alguna vez?-dijo, pero se corrigió.-Bueno, seguro, es obvio, mira lo que eres.
Ella se ruborizó.
-He tenido algo así, pero jamás un novio seriamente.
-¿Seré el primero?
Ella lo miró y muy nerviosa sonrió al igual que él.
-Claro.-le dijo al fin y se animó a darle un beso ella esta vez.
Sentía una sensación increíble que recorría todo su cuerpo. Por fin sintió que podría ser feliz.
Isabel llegó al verlos, bastante enojada al parecer.
-¿Qué es esto?-dijo ella.
-Isabel, te presento a mi novia.-dijo él señalando a Alfonsina.
Alfonsina se sonrojó.
-¿Qué?-dijo ella enfadada.-¡Eres MI pareja!
-No lo soy, fui tu pareja de baile, pero ya está, no te pongas así.
-Ah no, no, no. Mira niño, a mí no me vas a abandonar ahora.
-Pues si así de histérica eres mejor lo hago cuanto antes.-dijo y agarró a Alfonsina de la mano, llevándosela a la pista.
Isabel furiosa quedó gritando una gran cantidad de insultos al aire. Cabe aclarar que esta chica materialista no era lo que su imagen daba a aparentar, sino una frívola aún más engreída que Alfonsina.
Al final, Santiago se quedó con Alfonsina como pareja de baile y como pareja oficial. Obviamente, los amigos de él no podían creerlo y lo felicitaban a cada rato porque era una 'hazaña' muy bien realizada. Alfonsina era realmente muy feliz con él como su novio, recibía el amor que le faltaba de sus padres. Ella pudo seguir con su proyecto de dejarlo todo, dejar todo ese mal hábito de ser una creída superficial, en parte, lo hizo por él, porque quería gustarle y no perderlo, pero también lo hizo por ella misma, por ser una mejor persona. Y funcionó.

La Anónima.




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