viernes, 17 de enero de 2014

Con vos hasta el final-Capítulo 1

6:00 a.m. Me levanto y me pongo mis clásicos tacos negros, con una pollera corta y una camisa blanca a conjunto, me recojo el cabello en un rodete que deja dos de mis castaños cabellos sueltos a los costados de mi cara. Me dirijo a la cocina, preparo un poco de yoghurt de frutilla con cereales, me lo tomo rápido y me maquillo. Un poco de delineador, rímel y lápiz labial rojo. Luego agarro mi bolso, que contiene todo lo que necesito para después, y parto caminando hacia mi trabajo. Al llegar, como siempre soy la primera, debo abrir yo y dar vuelta el cartel para que se vea por fuera el 'ABIERTO'. Voy a dejar mi bolso a la cocina del bar, me coloco detrás del mostrador y espero a que lleguen mis compañeros antes que algún cliente que haya decidido madrugar. Veo llegar a Alisa, que se ocupa de la cocina y me saluda emocionada, diciéndome que tiene algo para contarme. Luego llegan Rita y Lucía juntas, que son las meseras del lugar, yo soy la única que trabaja en la barra, y también cobro. Comienzan a llegar clientes y con eso la mañana empieza a aburrir, como siempre. Odio la rutina.
Mi turno termina a las 12:00 del mediodía, donde agarro mi bolso, me despido rápidamente de todos y salgo corriendo a la universidad. Estudio medicina, voy en el primer año, tengo 19 años. Solo son detalles que olvidé mencionar. Ah, por cierto, me llamo Emma.
Subo corriendo las escaleras para entrar a la facultad y no atrasarme, ya que tenemos clase a las 12:30 hasta las 01:00, horario en el cual salimos al patio para almorzar. Al llegar, me siento con mi mejor amiga, Constanza. Por supuesto, detrás veo a mis otras cuatro amigas, Estrella, Valeria, Mara y Zoe. En ese momento, Constanza me dice que me de vuelta, entonces nos dice a las seis que esta noche tenemos que salir, ya que es viernes y nunca hacemos nada divertido. Todas aceptamos, pero quedamos en que no sería muy temprano ya que yo debía quedarme hasta las 7:30 de la tarde aproximadamente en la universidad porque debía hacer trabajos de investigación y tareas extra. Quedamos a las 10:00 finalmente, iríamos a una fiesta un poco alejada, para mayores de 21, al parecer venden cosas de todo tipo y es un gran descontrol, pero mi amiga dijo que pasaríamos fácil con ayuda de algunos conocidos suyos a los que ella llama 'contactos'.
Se hicieron las 7:00 de la tarde rápidamente, así que fui a hacer mis trabajos en el laboratorio, me encontraba yo sola allí, con mis lentes que no utilizo permanentemente, y tenía que investigar ciertos animales disecados para mi tarea. Cuando terminé mi informe, guardé mis cosas en el bolso y le avisé al bibliotecario que ya me iba. Como iba a ir directamente a mi casa, que me quedaba un poco lejos y además estaba cansada, me dirigí a la parada del autobús. Cuando llegué había un chico castaño, no mucho más alto que yo, apoyado justo en la pared de la parada en la que yo debía tomar mi colectivo. Me miró. Lo miré. Noté que aún tenía mis lentes puestos, así que pensé que no me veía muy bien, disimuladamente, me los quité y los guardé, pero me di cuenta de que ese 'disimuladamente' no fue para nada disimulado, el chico soltó una risita silenciosa al verme hacer eso, lo que me avergonzó un tanto, y me corrí para adelante. Estuvimos media hora solos, allí callados, esperando un colectivo que no venía. Finalmente vi llegar el '7 D' e hice la señal de que parara. Miré para atrás a ver si subía al mismo que yo, pero seguía inmóvil, así que deduje que no era su colectivo. Subí y antes de pasar mi tarjeta por el lector, lo miré por la ventana del vehículo, y él también me estaba mirando. Me arrepentí de no haberle dicho nada, ya que probablemente jamás volvería a verlo, y en verdad me había parecido interesante, atractivo, me había gustado. Pagué y me senté en un asiento, junto a la ventana, y empecé a ver los paisajes, a la gente apurada por llegar a sus casas, perros ladrando, niños felices en la plaza, abuelitos alimentando palomas, señoras que gritaban a sus hijos, todo aquello que era tan cotidiano en el día a día. Fue como ver la vida pasar por la ventana del colectivo. Mientras miraba, me di cuenta de que me había pasado de mi casa, solo una cuadra, por suerte, así que me levanté y toqué el timbre para bajarme.
Subí las escaleras de mi casa, era un poco rara, ya que tenía la puerta que daba directo a unas escaleras, y solo tenía un piso arriba. Al lado de la escalera había una puerta que daba a una clase de sótano, pero ni lo utilizaba. Mi casa me la pagaba yo, con el dinero que recibía de mi trabajo. Mi universidad era gratuita, afortunadamente, porque no me alcanzaría la plata para estudiar y para vivir dignamente a la vez. No, no tengo padres, ni abuelos, ni ninguna clase de familiar. Jamás conocí a mis abuelos. Mis padres murieron en un accidente hace cinco años, cuando yo tenía 14. Hasta que cumplí los 18 viví con mi única tía, hermana de mi padre, pero notaba que para ella yo era solamente una carga, además no soportaba a sus hijos, bueno, mis primos. Apenas me hice mayor de edad, me fui de mi ciudad, para ganar mi propio dinero e irme a estudiar. Decidí empezar una nueva vida y tratar de olvidarlo todo, todas mis tragedias y todo lo que me impedía ser feliz.
Mejor vuelvo a lo que estaba. Eran ya las 8:30 de la noche y abrí mi armario para elegir qué ropa me pondría para salir esta noche. Elegí una pollera de color turquesa, una camisa sin mangas negra y unos tacos plateados. Me fui a bañar y luego sequé mi cabello que me llegaba hasta la cintura, por lo que demoré, pero si no lo hacía no quedaría tan lacio como siempre, porque aunque lo tenía liso, se encrespaba o se le hacía frizz si no le aplicaba el secador. Luego me puse un poco de corrector de ojeras, delineado por arriba y por abajo de los ojos, me gustaba verme un poco dura, y ese tipo de maquillaje resaltaba más mis ojos café oscuro, también me apliqué apenas de rubor rosado, una sombra que era casi invisible pero le daba más luz a mi cara, rímel de volumen para pestañas  y por último un brillo de labios. Hasta eso ya eran las 9:30, Mara estaría en su casa con todas las demás y vendrían a buscarme en su auto. Ellas vivían con sus padres que cumplían con todos sus caprichos. Tenían mansiones gigantes y cada una tenía un auto propio, o uno que su padre o madre le prestaba seguido. Yo tenía mi casa y no me quejaba de eso, mi felicidad no pasaba por tener un auto o muchas cosas caras.
Sentí la bocina del coche de mi amiga a las 10:00 en punto. Bajé y me subí al auto, donde estaban todas muy bien arregladas y maquilladas. Primero iríamos a lo de Estrella para la previa, yo no bebía alcohol, pero ellas sí, querían convencerme, pero no había caso. No me gustaba el sabor y todavía menos la sensación de quemazón en la garganta que éste producía. Se hicieron las 12:00 y fuimos a la fiesta. Al parecer sí era bastante tétrica. Era en una casa de un desconocido, todo era oscuridad hasta la puerta, donde se veían las luces de colores que alumbraban dentro. Había una larga barra de tragos. Mucha gente adentro, y afuera también. Menores de 18 yéndose decepcionados porque no habían conseguido pasar. Enseguida Constanza se presentó con el que controlaba los documentos y le dijo quiénes éramos, por alguna extraña razón, pasamos sin ningún tipo de problema. Apenas entramos, mis amigas se acercaron a la barra y pidieron tragos con mucho alcohol, Valeria me pidió uno y lo rechacé.
-Aburrida-me dijo Constanza.
-No soy aburrida. Solo no me gusta. Y ya.-le contesté un poco enfadada.
-Pruébalo, no te emborracharás con un trago de caipirinha.-insistió.
-No lo haré. Simplemente odio el alcohol. Ir a una fiesta no se trata de descontrolarse, emborracharse y ser totalmente promiscuo durante una noche. Solo vine a divertirme, y tomar no es una manera de hacerlo, no para mí.
-Solo es algo nuevo. Anímate.-dijo Zoe.
Y sin más le di un trago a esa bebida. Increíblemente, me gustó el sabor, no era tan fuerte como otras, solo tragué mi orgullo y dije:
-No está mal.
-¡Al fin algo que te guste!-dijo emocionada Constanza.
-Ya, solo este vaso.
Nos fuimos al centro de la pista, y empezamos a bailar entre la gente. Unos chicos se acercaron, eran justo seis.
-Uno para cada una.-fue el comentario de Mara.
-No.-dije yo.
-Mierda que tú no sabes pasarla bien-dijo Valeria.
-Si que sé, pero a mi manera.
-Ya que, yo me quedo a dos entonces.-dijo Constanza riéndose.
Los chicos no eran feos, pero yo no quería nada por ahora. Era bastante enamoradiza y no me iban esas cosas de 'besos de una noche' o tal vez iba más allá. De repente los chicos se llevaron a mis amigas a otro lado, el sexto se había ido con otras mujeres al oír que yo no deseaba liarme con nadie. Estaba sola, en una fiesta con alcohol, cigarrillos, droga y gente descontrolada. No era mi ambiente definitivamente y no sabía qué hacer. Me alejé para sentarme en algún lado, y cuando vi para la puerta, estaba él. Aquel chico que me había cruzado en la parada. Quería hablarle, conocerlo y todo eso, pero simplemente no me animaba. Menos estando sus amigos allí. ¿Porqué alguien como él iba a fijarse en mí? Una aburrida estudiante con una vida social casi inexistente que no puede salir a una fiesta cómo en la que estaba. Eso era. Por primera vez lo lamentaba. Estaba perdida en él y lo sabía, porque no podía dejar de mirarlo. Me vio y se limitó a saludarme con la mano, creo que notó mi expresión de OH POR DIOS al verlo. A veces era un poco obvia. Bueno, siempre. De todas formas me quedé allí sentada, hasta que llegó Zoe.
-Oye, perdona que te hayamos dejado sola, pero es que esos ligaban muy bien. Creo que Mara irá muy lejos, tampoco pretendo arruinarle el momento, pero no creo que deba perder su virginidad con un desconocido que no ha de llevar ni un condón roto.-me dijo.
Reí un poco.
-Pues no, ni siquiera debería insinuarlo de la manera que lo hace, pero bueno, no creo que podamos detenerla sin arruinarle el momento.
-¿Puedes dejar de mirar tanto al morocho ese?-dijo señalando al chico de la parada de colectivos.
-Lo siento, ¿qué?-dije tratando de fingir que yo solo miraba la nada.
-No finjas. ¿De dónde lo conoces?-dijo en tono acusador.
-No lo conozco. Ni sé de quién hablas.
-Basta Emma. No te hagas la inocente. Dime solo eso, no le voy a contar a nadie.
-Bueno pues, no lo conozco, solo lo vi una vez en la parada del autobús.
-¿Sabes quién es?
-No, ni idea, ¿porqué?
-Pues, yo iba con él a la escuela secundaria. Era uno de los populares. Se llama Facundo Etchegoyen. Era el que ligaba con todas y que no se perdía una fiesta. Ahora es igual de conocido y creo que sigue siendo un creído. No te recomendaría meterte con él, probablemente saldrías lastimada. Pero, ¿Porqué no una pequeña aventura? Venga, vamos y le hablas.
-Nooooo-dije gritando.
-Ay ya, solo es ir y saludarlo, entablar una conversación normal...Bueno. Si no lo haces tú, lo hago yo.
-Hazlo tú si quieres. Ni pienses que me moveré de aquí y menos que le dirigiré la palabra.
-Vaya, qué complicada eres. Si no le dices al menos 'hola', iré y le diré que quieres violártelo.
-¿Qué? Pero mira qué pícara. No lo harás Zoe.
-Oh, sí que lo haré.
-No. Zoe...
-¡Etchegoyen!-dijo y le tapé la boca rápidamente, pero él se dio vuelta y la vio. Saludó con la boca tapada. Él rió y le devolvió el saludo. Luego se dio vuelta.
-Bueno, ahora cumplo mi misión.-dijo Zoe, bajándose del taburete y caminando hacia Facundo.
-No, Zoe, está bien, le diré algo, pero no me liaré. No hoy por lo menos.
-Bueno, vamos, ve, me iré a sentar. Quiero verte en acción.
-Ya, bien.
Pero en ese momento, solo se me ocurrió algo bien estúpido. Correr. Salí por la puerta, abrí el auto de mi amiga, el cual estaba abierto porque ella era muy descuidada con esas cosas, y me fui.
Qué decisión más incorrecta. Todo por mis miedos sin sentido. Al rato, a eso de las 5:00 a.m., recibí una llamada a mi celular, Constanza.
-¿Qué diablos estabas pensando al escapar a tu casa con mi auto por no querer ligarte a Facundo Etchegoyen?-dijo en tono de risa.
-Ni me lo recuerdes. ¿Se quedarán mucho más ahí?
-Pues, búscanos a las 6. Oye, de verdad te digo, él en verdad está bueno. Zoe no paró de reírse en cuánto te vio correr, y creo que hasta él lo notó. No te preocupes, ninguna le dijo que querías violártelo.
-Cállate-dije riéndome-Pasaré por ustedes en una hora.
-Bueno mamá.
-Shh Constanza. La próxima no seré tan cobarde, lo prometo.
-Eso espero.

La Anónima.

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