jueves, 27 de febrero de 2014

Casualty-Capítulo 3

Nueva York, 3 de enero de 2008
La capacidad que tenía Mackenzie para querer a alguien y confiar ciegamente en él era bastante peligrosa, más de una vez había resultado herida culpa de esto, pero no la podía evitar. 
Alexander salía del gimnasio aproximadamente a las 5 de la tarde, y de repente se acordó de ella y le dieron ganas de verla, hace tiempo que no lo hacía. Él se fue a su casa para cambiarse y luego partió a lo de Mackenzie, su visita sería por total sorpresa. Al llegar, tocó la puerta y ella le abrió rápidamente. Mackenzie se sorprendió de verlo y recordó que ya había transcurrido un mes desde que ella había roto el auto de Christopher.
-Vienes por...-dijo ella dándose vuelta para buscar algo.
-No. He venido por ti.-le dijo él.
Kenzie estaba asombrada.
-¿En serio? ¿Por mí?-preguntó ella extrañada.
-Por ti. Solo por ti. Y no quiero más dinero tuyo.-dijo él devolviéndole lo que le había dado ella el mes anterior.-No es tu deuda. 
-Pero yo rompí su auto...
-Porque yo tuve la idea de mojarte...Además ellos no tenían nada qué hacer en tu casa con armas aquella noche, así que yo pagaré el daño, no te preocupes.
Ella sonrió, aún expresando sorpresa en lo que él le estaba diciendo.
-Y...¿dices que viniste por mí?
-Extrañaba verte, Kenzie.
Ella se sonrojó.
-También echaba de menos molestarte.-agregó Alex.
-Tal vez...Solo tal vez...Te extrañaba algo.-le dijo ella.
 Él sonrió.
-Vendré en un minuto.-le dijo Mackenzie y se dirigió al baño.
Alexander era tan curioso que fue por el pasillo y abrió la primera puerta que encontró, al parecer era el cuarto de Mackenzie. Un papel tapiz de color rosa cubría las paredes, la cama parecía de una princesa, y al lado de ella había una mesita de luz de color blanco llena de cosas encima. Entre los almohadones de la cama divisó algo de color marrón claro, lo agarró y encontró el oso que él le había regalado, al ver que lo conservaba allí solo pudo sonreír. El cuarto tenía una cómoda blanca donde al parecer Kenzie guardaba su ropa, un largo espejo y una ventana cubierta por una cortina rosada. Jamás hubiera imaginado que ella tenía aquel cuarto ya que siempre carecía de dinero, él había pensado que su habitación era esa en la cual se habían encontrado la última vez, pero no era así...De repente, el sonido de una puerta que se abre lo sobresaltó.
-¿Qué haces aquí?-era la voz de Mackenzie.
-Em...Yo, bueno...
-No digas que querías encontrar el baño porque no voy a creerte. Salgamos de...-dijo ella pero se asustó y cerró la puerta de un golpe.
-¿Qué pasa?-dijo él.
-Josh...Está ahí afuera y si te ve aquí dentro y conmigo, va a matarte.
-Pero...Solo somos amigos, ¿qué problema hay?
Mackenzie frunció el entrecejo y revoleó los ojos.
-Él no lo piensa así. Cree que me acosas. 
-¿No se lo has negado?
-Claro que lo he hecho, pero no confía y piensa que me amenazas para que no diga la verdad.
-Quizás tenga que hablar con él...-dijo Alex aproximándose a la puerta donde Kenzie se apoyaba.
-¡No, no, no!-dijo ella y sin darse cuenta sus manos estaban en el pecho de Alexander. Por un minuto se quedaron así, sin decir nada, hasta que él agarró las manos de Mackenzie y las bajó, luego la miró fijamente y le sonrió, ella estaba atónita y no sabía bien qué hacer.
-¿Cómo hiciste?-preguntó él.
-¿Eh?-dijo ella desententida.
-¿Cómo hiciste para gustarme tanto?-dijo finalmente Alexander.
A Kenzie le dio un vuelco en el corazón, sus latidos se aceleraron y el color de sus mejillas se enrojeció totalmente. Miró al suelo, luego miró los labios de Alex y acercó su cara a la de él, estuvo a punto de hacer contacto con su boca cuando una patada en su puerta tiró a ambos al suelo.
-¿Mackenzie?-era uno de los amigos de ella, Frank, que estaba tras la puerta.
Ella había caído justo encima de Alexander y la posición en la que estaba era muy comprometedora.
Por detrás de Frank, apareció la menor del grupo de skaters, llamada Jane. 
-Veo que interrumpimos un momento muy íntimo, ¿o no es así?-dijo Janie con desdén y agitando sus rizos. 
-No es lo que piensas Jane.-dijo Mackenzie parándose del piso y sacudiéndose la ropa.
-¿Entonces qué? ¿Estabas jugando a la pilladita con el millonario? Eres una traidora.
-No estábamos...
-Al menos se estaban besando. Cayeron cuando pateé la puerta.-añadió Frank.
-¡No! No llegamos a...
-Gracias a mí.
-Arruinas todo, ustedes dos arruinan todo. ¿Qué harán? ¿Decirle a Josh?
Alexander permanecía mudo y parado detrás de ella, no sabía qué decir.
-Yo se lo diré. Él sabe lo que es bueno para ti.
-¡Ustedes no tienen idea de lo que es bueno para mí o no! ¡Tengo 18, y tú 15! ¡No pueden manejar mi vida!
-Mackenzie...-dijo Alex por lo bajo.
-Deja.-le dijo ella.
-No hicimos nada. Solo venía por el trato.-dijo él, protegiendo a Kenzie.
-¿Trato?-dijo Jane sin saber de lo que él hablaba.
-Josh sabe de qué hablo. Nadie se besó con nadie. ¿Está claro? No traicionaría a mi clan. 
-Tal vez tú no, pero Mackenzie se enamora de todos.-dijo Frank riendo.
-Ya basta.-le dijo ella enojada.
-No es el caso. He venido por el dinero de un arreglo. No confundas las cosas. Ahora si nos dejas, quiero terminar con el acuerdo.
-Te has salvado. Espero que realmente no estén ligando, Josh se enojará de lo contrario.-dijo Frank y se fue con Jane.
A Mackenzie se le soltaron las lágrimas y cerró de un portazo. Antes de que ella rompiera a llorar, Alexander le dio un reconfortante abrazo y la mantuvo junto a él, ella se sintió querida y pudo eliminar aquel llanto en sus brazos.
-No pasa nada. No debería importarte lo que ellos te digan.-dijo él al soltarla.
-Lo sé...Pero si hago algo que a ellos no les guste, me dirán que me vaya y no tendré a dónde ir...Una vez hicieron eso, una chica que se llamaba Lindsay hizo algo que no fue de su agrado y le dijeron que si no lo cambiaba se fuera...No sé en dónde estará hoy.
-Tienes a dónde ir si eso sucede, me tienes a mí. 
-Gracias por fingir recién.-dijo ella sonriente.
-De nada. Para eso estoy, puedo ayudarte.
Ella se apoyó en su hombro y se sintió cuidada como nunca.
-De todas formas...Se supone que ellos son tus amigos, ¿verdad?-dijo Alex.
-Así es.-dijo ella levantando la cabeza.
-Entonces, ¿cómo es posible que tus propios amigos te echen del hogar que comparten hace años?
-No lo sé. Nuestra amistad se vale porque nos conocimos en un ámbito de clase social media baja, y no les puedes cambiar eso. Sienten que si alguno se relaciona con los de la clase alta, o media alta, está traicionando a los como ellos. A los como yo. Y eso es porque nunca nos han ayudado, siempre hemos sentido resentimiento con los ricos, contra su indiferencia al ver la pobreza. Pero ellos no son capaces de entender de que no todos son así, de que hay unos pocos que son distintos...
-Sé que lo harán en algún momento, tampoco los juzgo, pero no deberían sacarte de aquí. Quédate tranquila.-dijo él y le dio un beso en la sien.
-¿Y tu clan?-cambió de tema ella.
-Voy a dejarlo cuando termine de pagar la deuda del auto.
-¿Porqué lo harás?
-Planean asesinatos. Cada uno de nosotros, cada miembro, está en el clan porque algo le pasó en la vida, algo muy desagradable y quieren encontrar al culpable. Christopher cree que tus amigos están metidos en la muerte de su primo, pero no lo sé.
-Si se puede saber...¿A ti que te ha pasado?
-Yo...Mi madre fue secuestrada por un hombre al que desconozco cuando yo tenía seis años. He pasado 14 años de mi vida sin saber de ella. Cuando conocí a Chris tenía 15 años y me ofreció buscar al culpable y hacer que pague, acepté sin dudar, estaba furioso, enojado, rencoroso. No es que me haya rendido en la búsqueda, solo que creo que no es la forma de hacerlo.
Mackenzie estaba anonadada, ella tampoco tenía una madre. Lo último que ella le dejó fueron los muebles de su habitación. Su madre era soltera, su padre la había abandonado antes de que ella naciera. Cuando Mackenzie quedó huérfana, la llevaron a vivir con su tía, que la maltrataba a horrores. Su tía contrató un flete y colocó los muebles de Kenzie en la parte trasera del camión, le dijo a su sobrina que se mudarían todos juntos, pero la abandonó a un costado de una calle de Nueva York, y también dejó sus muebles allí. La tía vivía en California, pero ella era muy pequeña, tan solo tenía 8 años, y no supo qué hacer. Lloró y estuvo sin comer por dos días, hasta que se encontró con Josh, quien le ofreció refugio y al verla tan triste la dejó quedarse allí y la ayudó a cargar sus muebles hasta aquel cuchitril donde vivían 4 chicos más. Desde ahí que Josh es como un hermano para Mackenzie. 
Mackenzie se quedó en silencio. 
-La hermana de Rachel fue capturada por gente que trabaja en la trata de personas. A Chelsea le robaron todas las reliquias de sus abuelos ya fallecidos. May fue abusada cuando era menor de edad. El primo de Christopher fue asesinado y la familia de Richard desapareció en 1997.-le contó él para cortar con el silencio.
-Vaya...Sí que es complicado.-afirmó ella.
-Será mejor que me vaya, Josh va a matarnos a los dos sino.
Kenzie se rió y abrió la puerta para acompañarlo hasta la salida. Antes de irse, Alex sacó un papel y una lapicera pequeña de su bolsillo y escribió algo, luego se lo dio a Mackenzie.
-Aquí. Ven a verme. Creo que algo entre tú y yo ha quedado pendiente...-le dijo, le tomó la mano y se fue.
Ella miró el papel, sonrió y maldijo internamente a Frank y Jane que habían arruinado aquel momento perfecto.

La Anónima.



No hay comentarios:

Publicar un comentario