jueves, 27 de febrero de 2014

Casualty-Capítulo 3

Nueva York, 3 de enero de 2008
La capacidad que tenía Mackenzie para querer a alguien y confiar ciegamente en él era bastante peligrosa, más de una vez había resultado herida culpa de esto, pero no la podía evitar. 
Alexander salía del gimnasio aproximadamente a las 5 de la tarde, y de repente se acordó de ella y le dieron ganas de verla, hace tiempo que no lo hacía. Él se fue a su casa para cambiarse y luego partió a lo de Mackenzie, su visita sería por total sorpresa. Al llegar, tocó la puerta y ella le abrió rápidamente. Mackenzie se sorprendió de verlo y recordó que ya había transcurrido un mes desde que ella había roto el auto de Christopher.
-Vienes por...-dijo ella dándose vuelta para buscar algo.
-No. He venido por ti.-le dijo él.
Kenzie estaba asombrada.
-¿En serio? ¿Por mí?-preguntó ella extrañada.
-Por ti. Solo por ti. Y no quiero más dinero tuyo.-dijo él devolviéndole lo que le había dado ella el mes anterior.-No es tu deuda. 
-Pero yo rompí su auto...
-Porque yo tuve la idea de mojarte...Además ellos no tenían nada qué hacer en tu casa con armas aquella noche, así que yo pagaré el daño, no te preocupes.
Ella sonrió, aún expresando sorpresa en lo que él le estaba diciendo.
-Y...¿dices que viniste por mí?
-Extrañaba verte, Kenzie.
Ella se sonrojó.
-También echaba de menos molestarte.-agregó Alex.
-Tal vez...Solo tal vez...Te extrañaba algo.-le dijo ella.
 Él sonrió.
-Vendré en un minuto.-le dijo Mackenzie y se dirigió al baño.
Alexander era tan curioso que fue por el pasillo y abrió la primera puerta que encontró, al parecer era el cuarto de Mackenzie. Un papel tapiz de color rosa cubría las paredes, la cama parecía de una princesa, y al lado de ella había una mesita de luz de color blanco llena de cosas encima. Entre los almohadones de la cama divisó algo de color marrón claro, lo agarró y encontró el oso que él le había regalado, al ver que lo conservaba allí solo pudo sonreír. El cuarto tenía una cómoda blanca donde al parecer Kenzie guardaba su ropa, un largo espejo y una ventana cubierta por una cortina rosada. Jamás hubiera imaginado que ella tenía aquel cuarto ya que siempre carecía de dinero, él había pensado que su habitación era esa en la cual se habían encontrado la última vez, pero no era así...De repente, el sonido de una puerta que se abre lo sobresaltó.
-¿Qué haces aquí?-era la voz de Mackenzie.
-Em...Yo, bueno...
-No digas que querías encontrar el baño porque no voy a creerte. Salgamos de...-dijo ella pero se asustó y cerró la puerta de un golpe.
-¿Qué pasa?-dijo él.
-Josh...Está ahí afuera y si te ve aquí dentro y conmigo, va a matarte.
-Pero...Solo somos amigos, ¿qué problema hay?
Mackenzie frunció el entrecejo y revoleó los ojos.
-Él no lo piensa así. Cree que me acosas. 
-¿No se lo has negado?
-Claro que lo he hecho, pero no confía y piensa que me amenazas para que no diga la verdad.
-Quizás tenga que hablar con él...-dijo Alex aproximándose a la puerta donde Kenzie se apoyaba.
-¡No, no, no!-dijo ella y sin darse cuenta sus manos estaban en el pecho de Alexander. Por un minuto se quedaron así, sin decir nada, hasta que él agarró las manos de Mackenzie y las bajó, luego la miró fijamente y le sonrió, ella estaba atónita y no sabía bien qué hacer.
-¿Cómo hiciste?-preguntó él.
-¿Eh?-dijo ella desententida.
-¿Cómo hiciste para gustarme tanto?-dijo finalmente Alexander.
A Kenzie le dio un vuelco en el corazón, sus latidos se aceleraron y el color de sus mejillas se enrojeció totalmente. Miró al suelo, luego miró los labios de Alex y acercó su cara a la de él, estuvo a punto de hacer contacto con su boca cuando una patada en su puerta tiró a ambos al suelo.
-¿Mackenzie?-era uno de los amigos de ella, Frank, que estaba tras la puerta.
Ella había caído justo encima de Alexander y la posición en la que estaba era muy comprometedora.
Por detrás de Frank, apareció la menor del grupo de skaters, llamada Jane. 
-Veo que interrumpimos un momento muy íntimo, ¿o no es así?-dijo Janie con desdén y agitando sus rizos. 
-No es lo que piensas Jane.-dijo Mackenzie parándose del piso y sacudiéndose la ropa.
-¿Entonces qué? ¿Estabas jugando a la pilladita con el millonario? Eres una traidora.
-No estábamos...
-Al menos se estaban besando. Cayeron cuando pateé la puerta.-añadió Frank.
-¡No! No llegamos a...
-Gracias a mí.
-Arruinas todo, ustedes dos arruinan todo. ¿Qué harán? ¿Decirle a Josh?
Alexander permanecía mudo y parado detrás de ella, no sabía qué decir.
-Yo se lo diré. Él sabe lo que es bueno para ti.
-¡Ustedes no tienen idea de lo que es bueno para mí o no! ¡Tengo 18, y tú 15! ¡No pueden manejar mi vida!
-Mackenzie...-dijo Alex por lo bajo.
-Deja.-le dijo ella.
-No hicimos nada. Solo venía por el trato.-dijo él, protegiendo a Kenzie.
-¿Trato?-dijo Jane sin saber de lo que él hablaba.
-Josh sabe de qué hablo. Nadie se besó con nadie. ¿Está claro? No traicionaría a mi clan. 
-Tal vez tú no, pero Mackenzie se enamora de todos.-dijo Frank riendo.
-Ya basta.-le dijo ella enojada.
-No es el caso. He venido por el dinero de un arreglo. No confundas las cosas. Ahora si nos dejas, quiero terminar con el acuerdo.
-Te has salvado. Espero que realmente no estén ligando, Josh se enojará de lo contrario.-dijo Frank y se fue con Jane.
A Mackenzie se le soltaron las lágrimas y cerró de un portazo. Antes de que ella rompiera a llorar, Alexander le dio un reconfortante abrazo y la mantuvo junto a él, ella se sintió querida y pudo eliminar aquel llanto en sus brazos.
-No pasa nada. No debería importarte lo que ellos te digan.-dijo él al soltarla.
-Lo sé...Pero si hago algo que a ellos no les guste, me dirán que me vaya y no tendré a dónde ir...Una vez hicieron eso, una chica que se llamaba Lindsay hizo algo que no fue de su agrado y le dijeron que si no lo cambiaba se fuera...No sé en dónde estará hoy.
-Tienes a dónde ir si eso sucede, me tienes a mí. 
-Gracias por fingir recién.-dijo ella sonriente.
-De nada. Para eso estoy, puedo ayudarte.
Ella se apoyó en su hombro y se sintió cuidada como nunca.
-De todas formas...Se supone que ellos son tus amigos, ¿verdad?-dijo Alex.
-Así es.-dijo ella levantando la cabeza.
-Entonces, ¿cómo es posible que tus propios amigos te echen del hogar que comparten hace años?
-No lo sé. Nuestra amistad se vale porque nos conocimos en un ámbito de clase social media baja, y no les puedes cambiar eso. Sienten que si alguno se relaciona con los de la clase alta, o media alta, está traicionando a los como ellos. A los como yo. Y eso es porque nunca nos han ayudado, siempre hemos sentido resentimiento con los ricos, contra su indiferencia al ver la pobreza. Pero ellos no son capaces de entender de que no todos son así, de que hay unos pocos que son distintos...
-Sé que lo harán en algún momento, tampoco los juzgo, pero no deberían sacarte de aquí. Quédate tranquila.-dijo él y le dio un beso en la sien.
-¿Y tu clan?-cambió de tema ella.
-Voy a dejarlo cuando termine de pagar la deuda del auto.
-¿Porqué lo harás?
-Planean asesinatos. Cada uno de nosotros, cada miembro, está en el clan porque algo le pasó en la vida, algo muy desagradable y quieren encontrar al culpable. Christopher cree que tus amigos están metidos en la muerte de su primo, pero no lo sé.
-Si se puede saber...¿A ti que te ha pasado?
-Yo...Mi madre fue secuestrada por un hombre al que desconozco cuando yo tenía seis años. He pasado 14 años de mi vida sin saber de ella. Cuando conocí a Chris tenía 15 años y me ofreció buscar al culpable y hacer que pague, acepté sin dudar, estaba furioso, enojado, rencoroso. No es que me haya rendido en la búsqueda, solo que creo que no es la forma de hacerlo.
Mackenzie estaba anonadada, ella tampoco tenía una madre. Lo último que ella le dejó fueron los muebles de su habitación. Su madre era soltera, su padre la había abandonado antes de que ella naciera. Cuando Mackenzie quedó huérfana, la llevaron a vivir con su tía, que la maltrataba a horrores. Su tía contrató un flete y colocó los muebles de Kenzie en la parte trasera del camión, le dijo a su sobrina que se mudarían todos juntos, pero la abandonó a un costado de una calle de Nueva York, y también dejó sus muebles allí. La tía vivía en California, pero ella era muy pequeña, tan solo tenía 8 años, y no supo qué hacer. Lloró y estuvo sin comer por dos días, hasta que se encontró con Josh, quien le ofreció refugio y al verla tan triste la dejó quedarse allí y la ayudó a cargar sus muebles hasta aquel cuchitril donde vivían 4 chicos más. Desde ahí que Josh es como un hermano para Mackenzie. 
Mackenzie se quedó en silencio. 
-La hermana de Rachel fue capturada por gente que trabaja en la trata de personas. A Chelsea le robaron todas las reliquias de sus abuelos ya fallecidos. May fue abusada cuando era menor de edad. El primo de Christopher fue asesinado y la familia de Richard desapareció en 1997.-le contó él para cortar con el silencio.
-Vaya...Sí que es complicado.-afirmó ella.
-Será mejor que me vaya, Josh va a matarnos a los dos sino.
Kenzie se rió y abrió la puerta para acompañarlo hasta la salida. Antes de irse, Alex sacó un papel y una lapicera pequeña de su bolsillo y escribió algo, luego se lo dio a Mackenzie.
-Aquí. Ven a verme. Creo que algo entre tú y yo ha quedado pendiente...-le dijo, le tomó la mano y se fue.
Ella miró el papel, sonrió y maldijo internamente a Frank y Jane que habían arruinado aquel momento perfecto.

La Anónima.



martes, 25 de febrero de 2014

Casualty-Capítulo 2

Nueva York, 13 de diciembre de 2007
Mackenzie dormía profundamente cuando la despertó su amigo Josh de una patada en la puerta. Tenía agarrado a Alexander de la remera.
-Este dice tener un trato contigo, ¿es verdad eso?-dijo Josh.
Ella se levantó de la cama de un salto y le hizo señas a Josh para que soltara a Alex.
-¿Qué clase de trato hay entre ustedes?-preguntó Josh bajando a Alexander.
-No importa, déjanos solos.-dijo Kenzie.
Josh abandonó la habitación haciendo una seña como diciéndoles 'cuidadito' a ambos. Mackenzie se dio vuelta, buscó algo en un cajón, sacó un fajo de billetes y se lo entregó a Alex.
-Disculpa que sea tan poco, pero es lo que tengo...-dijo ella.
-No importa, sé que te cuesta conseguirlo.
Ella se quedó en silencio un momento.
-Oye, ¿sabes algo?-le dijo Kenzie a Alex.-Deberías divertirte un poco...
-¿Divertirme? ¿Es que no soy lo suficientemente divertido?
-Mmm...No.-dijo Mackenzie riendo.-Así que vas a acompañarme a un lugar.
-¿Qué clase de lugar?
-Iremos a un parque de juegos.
Ella agarró de la mano a Alexander y lo arrastró hasta la puerta. De repente estaban en un colorido lugar lleno de juegos y entretenimientos. Mackenzie corrió hasta una mesa de metegol.
-¿Jugamos?-preguntó ella.
Alexander la siguió deprisa y cada uno se puso a un lado de la mesa para jugar. Kenzie hizo un gol a la primera, a lo que Alex la miró desafiante y en dos movimientos igualó la partida. Así siguieron un buen rato hasta que el juego finalizó con la siguiente puntuación:
Mackenzie: 9
Alexander: 10
-Gané.-dijo él.
-No me digas...-le respondió Kenzie con una mirada de indiferencia.-Vamos allá.-dijo señalando una máquina de peluches.
-¿Una máquina para agarrar peluches? ¿Qué clase de diversión es esa?
-No lo sé, simplemente pienso que sería divertido verte enojado porque no sacas ninguno.
-¿No saco ninguno? Dame una ficha.
Mackenzie le dio una moneda y él la introdujo en la máquina. Empezó a mover la palanca y el gancho atajó un osito mediano aterciopelado con la frase 'Te quiero' grabada en un corazón. El peluche cayó en las manos de Alex.
-Bueno, sí agarraste algo, pero igual da risa porque ese oso se te ve bastante gay.-dijo Mackenzie burlándose de él y riendo.
Él la miró con ironía y le lanzó el peluche, el cual ella atrapó con sus manos.
-Te lo regalo.-le dijo.
Mackenzie se quedó impresionada mirándolo. Ese osito era la clase de peluche que un novio le regala a su novia, no el que un desconocido le da a una desconocida que tiene una deuda con él.
Ella sonrió y se ruborizó, él hizo lo mismo.
-¿Te parece que vayamos a la parte de animales?-dijo Kenzie para evitar seguir sintiéndose incómoda.
-¿Hay una parte de animales?-dijo Alex extrañado.
-Sí que la hay. Sígueme.
Kenzie se dirigió hace una pecera gigante y apoyó sus manos en el vidrio de ésta. Luego empezó a ver su reflejo y a hacer caras raras en el cristal. Cuando se dio cuenta, Alexander estaba del otro lado haciendo lo mismo que ella. Rieron a la distancia. Después se encontraron en un puesto de golosinas. Mackenzie sacó una billetera toda rota de su pantalón de jean y la abrió, en lo que Alex vio que ella solo poseía dos dólares.
-Bueno...¿Algodón de azúcar, palomitas o garrapiñadas?-preguntó ella al ver el poco dinero que tenía disponible.
-Los tres y más.-le dijo él.
-Pero...¿qué?-dijo ella muy asombrada y vio que él ya estaba comprando cosas.
-Ten.-le dijo acercándole una bolsa llena de cosas dulces que ella amaba.
Mackenzie se fijó adentro de la bolsa y encontró un montón de caramelos, chocolates y todo lo que de niña nunca le habían comprado. Sonrió notoriamente y le dio un abrazo a Alexander, el cual le salió del alma, pero al darse cuenta de que era raro, lo soltó rápidamente.
-Lo siento.-dijo ella.
-No pasa nada.-le dijo él mientras sonreía.
-Y gracias, en serio.
-De nada, te lo mereces, al menos eso, por haberme hecho divertir como nunca antes.
Ellos se fueron de ahí al rato y mientras caminaban hablaban de cómo se habían conocido y del severo carácter de Mackenzie.
-Bueno...Hemos llegado.-dijo Mackenzie apoyándose en la puerta de su casa.
-Gracias por el paseo.
-De nada. Ya saldremos otra vez.
-Seguro, ansío ese día.
Kenzie se sintió muy rara, se sintió muy bien.
-Gracias por los dulces...Nunca nadie me...
-Shh, no fue nada, disfrútalos y no le convides a Josh.
Mackenzie rió.
-Entonces, ¿nos vemos otro día?-dijo ella.
-Por supuesto.
Alexander acercó sus labios a una de las mejillas de Mackenzie y le dio un cálido beso.
-Adiós Kenzie.-dijo y se dio la vuelta para irse.
Ella se quedó paralizada por un momento, pero luego gritó el nombre de Alexander y éste se dio vuelta.
-También te quiero.-dijo sonriendo mientras sostenía el osito que él le había regalado y luego se metió a la casa y desapareció.
Alexander siguió caminando mientras pensaba en ella y sonreía, por primera vez alguien le atraía de verdad...Sentía algo fuerte por Mackenzie y no podía negarlo.

La Anónima.



lunes, 24 de febrero de 2014

Casualty-Capítulo 1

Era un grupo de seis skaters de clase media...
Nueva York, 3 de diciembre de 2007
Mackenzie caminaba por una calle vacía aquella noche, el ambiente estaba muy frío, pero no pararía hasta llegar al lugar donde ella vivía con sus amigos. La luna alumbraba un poco su camino, pero no le alcanzaba la luz, y tropezó con unas cuantas piedras y hasta con el cordón de la vereda cuando tuvo que cruzar la calle. Finalmente llegó, vio unas luces prendidas y se preguntó qué harían despiertos. Su amigo Josh, que era prácticamente su hermano, estaba parado en la puerta con una expresión de disgusto en la cara.
-¿Josh? ¿Qué sucedió?-le preguntó Mackenzie al encontrárselo.
-Unos estúpidos y su 'clan' quieren meterse con nosotros.
-¿De qué hablas? ¿Clan?
-Así le llaman a su grupo de tarados.
-Déjame ver.
Pero Josh se interpuso en su camino negando con la cabeza.
-No, Kenzie, están armados.
-¡¿Y tú qué haces aquí y no ayudando a nuestros colegas?!
-Cuido que no entren más de ellos.
-Cobarde, iré a enfrentarlos.
Mackenzie hizo a un lado a su amigo y se abrió paso.
-¿Qué es esto?-preguntó al ver unas chicas molestando a sus amigos, mientras que tres chicos presumían sus armas.
-Ustedes ni siquiera deben saber usar esas armas. Son unos niños de mami. Dejen de molestarnos y váyanse, idiotas.-añadió Mackenzie.
-¿Niños de mami?-dijo uno de los chicos, que era bastante rellenito, mientras se quitaba los lentes de sol.
-Sí. ¿Usan lentes de sol por la noche? Qué patéticos.-los desafió ella.
Uno de los chicos, alto, castaño y bastante apuesto, le dedicó una reluciente sonrisa a Mackenzie y se acercó a ella.
-¿Y tú qué? ¿Te crees que me vas a seducir con esa miradita de imbécil que haces?-dijo Kenzie alterada.
-Ey, cuánta agresión. ¿Cómo te llamas?-preguntó él.
-Eso a ti no te incumbe.-le respondió ella.
-Bueno, qué carácter. Por si quieres saber, yo soy Alexander.
-No me interesaba, ¿puedes decirle a tus amiguitos que se vayan y se lleven sus armas de juguete de aquí? Nadie se cree la de su 'clan'.-dijo haciendo comillas con los dedos.
-¡No te metas con el clan!-gritó el otro chico, que era rubio.
-Lo haré porque ustedes realmente aburren. Hasta que llegaste tú esto prácticamente no tenía gracia...-dijo Alexander.
-Bueno, me alegro. Ahora váyanse.-dijo Mackenzie señalando la puerta.
Alexander se dio la vuelta y les hizo una seña a sus compañeros para que se fueran. Mackenzie salió a la puerta y se quedó parada en la vereda mientras veía como el chico rellenito se subía en un auto de marca Audi que parecía bastante costoso. Luego de que todos subieran, el coche arrancó, se acercó a donde estaba Mackenzie y pasó por un enorme charco de agua que la mojó entera. Ella, con una expresión de sorpresa y enojo en el rostro, tomó un palo de madera bastante grande que estaba a su lado y golpeó con todas sus fuerzas la parte trasera del carro que la había salpicado antes de que se alejara. Sintió una frenada y se fue corriendo.
-¡Acaba de romperme el auto!-gritaba el chico rellenito, que se llamaba Christopher.
-Pero...-Alex quiso decir algo, pero no pudo.
-Pero nada, ¡ve y busca esa perra y haz que pague!-repuso Chris.
Alexander se bajó del carro y corrió en la dirección en la que Mackenzie se había ido. Aquellas calles estaban desiertas, hasta que vio una luz color violeta que provenía de un cartel, en él se reflejaba el nombre 'Lights'. Al parecer era un club nocturno. Alex se metió en él y vio un mundo de desidia, en el piso había gente borracha, en las mesas, mujeres prácticamente desnudas bailando, en la barra, adolescentes fumando y drogándose, etcétera. Él pasó entre la gente buscando a 'la chica sin nombre' para él.
Mackenzie no sabía dónde estaba, había huido allí porque sentía que no le esperaba un buen futuro si se quedaba en su casa, el clan iba a atraparla tarde o temprano. Sintió que dos personas le tomaban cada una un brazo y se la llevaban, por las voces que oyó, eran hombres.
-¡Suéltenme!-gritó, pero con los ruidos y la música altísima, sus alaridos eran imperceptibles.
De repente las manos la soltaron, ella empezó a mirar a su alrededor, pero no encontró más que gente bailando. En un momento, divisó a Alexander golpeando en la cara a uno de los hombres que la había atacado. Los hombres eran bastante flacos y sin músculos, mientras que Alex era fornido y tenía un físico perfecto para su edad, que serían aproximadamente 20 años.
-Estamos a mano.-articuló el hombre al cual Alexander tenía atrapado entre sus manos.
-No se te ocurra volverla a tocar.-dijo él soltándolo y alejándose para buscar a Mackenzie.
-¿Porqué hiciste eso?-dijo ella al estar a su lado.
-Acabas de ocasionar un hermoso golpe en el auto de mi amigo y pretendo que pagues.
-¿Crees que lo haré?-dijo ella con sarcasmo en su mirada.
-Acabo de salvar tu vida.
A ella se le borró la sonrisa rápidamente y desvió la mirada al suelo.
-Está bien. Solo por eso.
-Mejor así. Ahora ven conmigo y deja de meterte en líos.
Por más que fuera porque ella debía pagar, Alexander tenía una actitud protectora con ella, y eso le atraía a Mackenzie.
-Mackenzie.-dijo ella.
-¿Eh?-dijo él sin entender.
-Me llamo Mackenzie.
-Ah. Bueno, te dignaste a decírmelo.
-Tuve que hacerlo.
Al llegar al lugar donde Mackenzie y los otros cinco skaters vivían, ella lo miró extrañada.
-¿Porqué están interesados en mis amigos? ¿Porqué vinieron armados aquí?-preguntó.
-No te interesa ese asunto.-le respondió duramente Alex.
-Sí me interesa. Me niego a pagar por su auto si no me lo dices. Los denuncio.
-Son cosas oscuras, niña.
-¿Niña? ¿Cuántos crees que tengo? ¿15?
-No lo sé...
-Tengo 19 años, puedes explicarme perfectamente tus 'cosas oscuras', me da la cabeza, ¿sabes? No tendré pesadillas con tu maldito clan.
-Bien. Cálmate. Mi clan está interesado en tu grupo porque ustedes no son simples skaters, ustedes tienen un secreto, tienen algo que ver con un primo de Christopher que murió hace años.
-Nosotros jamás cometimos ningún crimen.
-Tal vez tú no, pero no sabes si ellos...
-No dudaría nunca de ellos. Ellos no matarían a nadie, son buenas personas y estoy totalmente segura de ello. No son como los de tu clan, Alexander.
-Mackenzie no puedes...
-¡Cállate! ¡No pueden juzgarnos cuando vienen con armas a reclamar sus estupideces!
-¡Mackenzie! ¿Puedes controlarte? ¡Deja de gritar! Christopher sabe qué clase de secta es la tuya.
-¿Secta? ¡Simplemente somos amigos! ¡Es un grupo de skaters! ¡Dejen de inventar! Todos son clanes, sectas, todo es así para ustedes, ¿no? Mira esto no es una novela policial ni nada de eso, así que si no les importa, desaparezcan de mi vida y de la de mis amigos.
-No hasta que pagues, tú con tu deuda y ellos con la suya.
-No creo que tengan nada que pagar. Te daré el dinero en cinco meses, ahora no lo tengo, por eso te pagaré en cuotas, pero déjenlos en paz.
-Veré qué hago.
Alexander se fue sin despedirse y Mackenzie entró a la casa.

La Anónima.


sábado, 22 de febrero de 2014

Mejores amigos-Capítulo 1

Alejo se levantó sobresaltado por los gritos de su madre y los golpes en la puerta de su habitación.
-¡Victoria ya llegó! ¡Vestite rápido y no hagás esperar a tu amiga!-gritaba su mamá.
-Ya voooy.-le devolvió el grito él mientras se ponía un jean que había encontrado tirado en el piso de alfombra.
Destapar el desodorante le costó una vida, y se sentía muy inútil, pero estaba trabado, demoró unos minutos hasta que lo logró, pero hasta eso, su madre, que odiaba la impuntualidad, ya había pateado la puerta para gritarle que se apure un poco más de cerca.
-¡Dale!-decía ella, que se llamaba Hortensia.
Mientras veía lo inservible que era su hijo para ponerle los cordones a unas zapatillas negras, se le ocurrió decirle su frase célebre.
-¡17 años al pedo!-al mismo tiempo que agarraba una de las zapatillas para colocarle las trenzas.
-Gracias, creo.-dijo él, avergonzado, probablemente Victoria había oído todo desde la sala de abajo.
-No soy yo la que demora tres años para bajar y atender a su mejor amiga.-dijo Hortensia.
Alejo odiaba como resonaban esas palabras en sus oídos. 'Mejor amiga'. Él quería mucho a Victoria, y no exactamente como su mejor amiga, pero sabía que para ella, él era como su hermano. Alejo bajó las escaleras en cuanto estuvo listo. Victoria y él no se veían desde hacía un mes, ya que ella había salido de vacaciones.
-¡Ey!-gritó ella alegrada de verlo y corrió a sus brazos que la esperaban abiertos.
En ese abrazo, él se dejó llevar por sus sentidos, inundándose en aquel perfume increíblemente dulce que su mejor amiga siempre llevaba. Se lo sabía de memoria.
-Te extrané.-le dijo Alejo apenas se soltaron.
-Y yo a vos, tonto, te tengo que contar un montón de cosas, pero tendrías que ir a dar unas vueltas, sabés que...
-Que no podés hablar mucho estando quieta.-completó la frase Alejo, que conocía mejor que nadie a Victoria.
Ella agarró a su amigo de la mano y abrió la puerta, se despidió y dejaron la casa atrás. Victoria estaba perdidamente enamorada de un chico de su curso, que se llamaba Martín, rubio, alto, ojos celestes y buen físico, todo lo contrario a Alejo, que era un lindo chico, pero no esa clase de hombre que llama la atención de toda mujer.
-Bueno, primero tendría que contarte todo lo que me pasó en la playa. Estuve tratando de broncearme cada día y no pude, pero conocí a un chico que casi fue mi amor de verano, aunque al final me dejó plantada el pelotudo...
Más que el mejor amigo de Victoria, Alejo era el amigo gay de Victoria, o por lo menos así lo sentía él. Le preguntaba sobre vestidos y zapatos como si él tuviera la más mínima idea sobre eso, le contaba sobre chicos que le parecían lindos como si él también tuviera que dar su opinión sobre el físico de ellos, e innumerables cosas más.
Victoria estuvo contando sobre sus vacaciones durante unas dos horas, mientras Alejo pensaba en cualquier cosa menos en lo que ella le estaba diciendo, porque, era su mejor amiga, pero lo que contaba realmente no le interesaba, eran puras cosas de chicas.
-¿Y sabés qué flores me regaló el estúpido? ¡Hortensias! Ay, disculpá que sea el nombre de tu mamá, ¿no? Pero soy alérgica a esas flores, y el boludo este me regala, qué poco me escuchan cuando hablo.-concluía Victoria con su relato de la playa.
Alejo se sintió tocado con el comentario final.
-Sí, debería haberlo sabido.-dijo él ingenuamente.
-Alejo, si algún día uno de tus amigos quiere conmigo, más le vale que me regale pensamientos o algo así, pero todo menos hortensias.
A Alejo le dolía saber que ella no se daba cuenta de lo que él sentía. Cualquier persona en el mundo tenía más chances con Victoria que él, pero no quería arriesgar una amistad de siete años por lo que sentía su corazón idiota.
-Sí, Vicky, sí.-dijo él expresando cansancio.
-Bueno...¿Qué decís si..?.-dijo ella insinuándole algo a su amigo con la mirada cómplice.
-No voy a ir al shopping a ver bikinis otra vez.-dijo Alejo poniendo los ojos en blanco.
-Ay Alejooo. No vamos a ver bikinis. Si querés te compro una zunga.-dijo Victoria riéndose.
-¡No quiero una zunga!-dijo Alejo mientras se reía.-Voy nada más porque...-quiso terminar la frase pero ella no lo dejó.
-Porque soy tu mejor amiga y me amás.-terminó la frase Victoria.
Él sonrió falsamente. Sí, la amaba, pero...¿como su mejor amiga?
De camino al shopping, ella le recordó a Alejo que su cumpleaños sería en una semana. Él sí que se acordaba.
-¿Qué me vas a regalar?-preguntó Victoria intrigada.
-No sé, un sorete.-dijo él en broma.
-Qué lindo, Alejo, siempre tan detallista.-le dijo ella entrecerrando los ojos expresando ironía.
-No, mentira, ¿qué querés que te regale?
-Mmm...Que sea sorpresa.
-Bueno...Tengo una idea.
-¿Cuál?
-Vamos a mi casa, pedimos una pizza, un kilo de helado y vemos películas o algo así.
-¡Ay sí! Te amo amigo.
Dolor, puro dolor. Friendzone total. Pero él solo sonrío y le dijo que él la amaba mucho más, y realmente lo hacía. La amaba más que a nadie, desde que la conoció en aquel 2005 que se dio cuenta de que ella le gustaba, y mucho.
-Bueno, vamos entonces.-dijo ella abrazando a su amigo, lo que a él le provocaba un sentimiento muy profundo e incómodo, no podía controlar sus ganas de darle un beso, de decirle lo que sentía por ella.
Mientras caminaban hasta la casa de Alejo, ella le contaba de su futura fiesta de cumpleaños, que sería el sábado siguiente.
-Bien, además de la promoción, ¿a quién decís que debería invitar?
-No sé...Una duda. ¿Vas a invitar a Martín?
-Sí, obvio, a ver si me acepta una salida, a ver si nos besamos, ¡a ver si nos ponemos de novios! ¿Porqué la pregunta?
-No, nada, quería saber...
Martín, aquel rubio que a Victoria tanto le gustaba. Él...era un pelotudo. Jugaba con las chicas, las ilusionaba y luego las dejaba. Millonario, lindo, ambicioso, mujeriego, pero conquistaba a todas con una simple sonrisa, y en el último tiempo estaba teniendo un poco de onda con Victoria, quien caía muerta a sus pies con un simple 'hola' proveniente de su boca. Alejo era de clase media, bastante lindo, pero como ya dijimos anteriormente, no era de esos que todas miraban. Apenas había tenido una novia en toda su vida, le había durado 4 meses y había sido a la edad de 15 años, mientras que Victoria ya había pasado por al menos seis relaciones de 6 meses como poco, y contando desde los 12.
-Volviendo al tema...Estaba pensando en que tengo una cita para vos ese día...-dijo Victoria.
-Victoria, yo...
-No, vos nada. Alicia es perfecta para vos, rubia, divina, amorosa, te va a encantar.
Alejo se resignó y sacó las llaves de su bolsillo para abrir la puerta. Luego entraron y Vicky se tiró al sillón mientras que él agarró el teléfono para llamar al delivery de pizza.
-¿La de siempre?-preguntó Alejo mientras oía el timbre de espera en el teléfono.
-La de siempre.-le respondió ella.
Luego de pedir la comida y que se la trajeran, dejó la caja en la mesa del living, puso una película que tenía arriba de su DVD y fue a sentarse con su amiga. Era una comedia. Ellos reían, de repente ella apoyó su cabeza sobre el hombro de Alejo, y él la abrazó. Ella lo miró y sonrió, él hizo lo mismo.
-Te quiero.-dijo él.
Ella dormía profundamente. Él le dio un beso en la sien, apagó las luces y el tele, la tapó con una colcha y la dejó durmiendo en el sillón, antes de irse la miró un buen rato y acarició su cabello. Finalmente subió a su cuarto y se puso su pijama, se metió en la cama y apagó el velador. Se quedó pensando toda la noche en su condición de 'mejor amigo' y se lamentó de haberse enamorado de una manera no correspondida. No quería separarse de Victoria, pero ya no aguantaba más sin demostrarle lo que sentía.

La Anónima.



miércoles, 12 de febrero de 2014

What the heart really feels-Capítulo 1

¿Té o café? Difícil decisión...Recuerdos cruzan por mi mente mientras mezclo el azúcar con los granos del café instantáneo y veo el reflejo de mis ojos en el agua, ya color negro, que hay en la taza. Mi madre ha preparado un jugo de naranja para mí, ha venido a visitarme, ya que he terminado el año universitario con excelentes notas y es víspera de Navidad. También vino con mis hermanos mayores, Kate, de 34, y Liam, de 36. Mi padre se había ido a Nueva York con mis otros tres hermanos, bueno, mi familia es extensa, pero ambas partes de hermanos vienen de los primeros matrimonios de mis padres.
-Voy a salir a comprar lo que falta para la cena de hoy, vuelvo al rato.-le dije a mi mamá mientras guardaba las llaves de la casa en mi cartera.
-Lleva abrigo, afuera está nevando.-fue lo único que ella añadió.
Salí y fui al supermercado que había en el centro comercial, tenía que comprar el pavo y unos cuantos refrescos. Saqué un carrito y empecé a recorrer los pasillos del lugar fijándome si encontraba lo que buscaba. De repente las ruedas del carro chocaron contra algo, yo iba mirando las despensas, y por eso no me había dado cuenta de si tenía algo delante mío o no. Miré para adelante para ver qué era lo que había golpeado. Primero, vi un carro lleno de mercadería, más arriba, dos manos sujetando el carro, y por último...esa sonrisa, su delicada nariz respingada pero masculina, sus ojos café y su pelo revuelto por sus manos, llevaba un gorrito blanco de esos que usaba cuando era un adolescente. No pude evitar sonreír al verlo.
-Hola.-le dije.
Él también sonrió.
-Hola.-me dijo.-¿Qué tal tu vida?
-Siendo sinceros...Ha mejorado, pero sigue estando incompleta.-le dije yo.-¿Y tú? ¿Cómo va todo con Valerie?
Taylor desvió la mirada hacia el suelo.
-Va bien.-dijo.-Aunque casi nunca la veo, viaja constantemente y no le gusta aparecerse por la casa, es raro.
Lo miré extrañda y pensé que debía hablarlo con Caroline. Recordé que su mujer le era infiel, quise decírselo, pero no lo hice.
-Bueno, creo que nos vemos luego, ¿no?-dije yo.
-Sí.-dijo él con voz temblorosa y apartó el carro del camino.
Tomó mi cara entre sus manos y sentí su aliento fresco cuando abrió la boca para decir algo.
-Te buscaré, Amy, lo juro.-fue lo único que me dijo y me dio un beso en la frente. Luego se fue.
Me quedé pensando y olvidé por completo que estaba en el supermercado porque debía hacer compras navideñas. ¿Cumpliría esta vez con su promesa?
Seguí buscando gaseosas en las góndolas. Finalmente, con todo en el carro, me dirigí a pagar en la caja. Luego volví a mi casa sintiendo la nieve caer, amaba eso. Apenas llegué, saqué mi teléfono celular del bolsillo delantero de mi jean y marqué el número de Caroline. Ella respondió al tercer timbre.
-¿Qué pasa Amy?-dijo ella al contestar.
-Nada, no te asustes. Escucha Liny, necesito saber algo...
-¿Es sobre tu ex, el chico casado que te vuelve loca?
-Sí...-dije suspirando.
-A ver, dime, ¿qué necesitas saber?
-Hoy me lo crucé en...-Caroline no me dejó terminar la frase.
-¡Ay! ¡Qué emoción!-gritó.
-¡Liny! ¡Déjame contarte!
-Lo siento. Prosigue.
-Bueno. En el supermercado...
-¿Y qué llevaba? ¿Patatas fritas? ¿Queso?-interrumpió nuevamente.
-¡Caroline! Yo qué sé...
-Perdón, ya paro.
-Más te vale. Entonces me preguntó cómo estaba, y yo le pregunté a él por Valerie...Me dijo que apenas la veía y que no le gustaba aparecerse por la casa, ¿sabes tú a qué puede deberse eso?
-Escucha, Amy, Valerie es la persona menos fiel que he conocido en toda mi vida. No dudaría de que esté poniéndole el cuerno a Taylor, y creo que sé con quién.
-¿Es broma? Dímelo.
-El profesor de Música de ambos, en la universidad.
-¿Ese viejo frígido?
-Ese mismo.
-Pero...qué asco.
-Podríamos...espiarlos.-dijo en tono de detective.
-¿Tú dices?
-Idearemos un plan con Sophie y Abby, entre las cuatro nos saldrá algo espectacular.
-Gracias, en serio Liny, te quiero, debo cortar, ¡adiós!
-De nada, Amy, también te quiero.

Un día, Caroline sabía que Valerie estaría en casa de su profesor 'haciendo ejercicios de composición musical', así que llamó a Sophie, Abby y a mí para que concretáramos nuestro plan.
-Miren, allí hay un balcón abierto, Amy, ¿te trepas? Yo vigilo aquí, Abby espía por la ventana y Sophie cubre en la puerta.-dijo Liny.
-¿Treparme? ¿Estás loca?
De repente estaba en la columna aferrada y subiendo muy de a poco.
-Eres penosa, Amy.-dijo Sophie con crueldad de broma.
-Cállate, ven y trepa tú entonces.-le dije.
-¡Shh las dos! ¡Ve a la puerta Sophie! ¡Y tú sigue trepando!
-¡A ver si dejas de mandar y me ayudas!-le grité.
Después de hacer grandes esfuerzos por subir, finalmente llegué al balcón, pasé una pierna al lado de adentro y luego la otra, limpié mis manos con tierra en mi pantalón, me sacudí la remera y con sigilo empecé a avanzar hacia la puerta que estaba abierta pero tapada por cortinas. Caroline subió con una cámara.
-No tiene flash. Tomaré fotos, Taylor debe saber esto.
-¿Paparazzi?-le dije.
-Siempre quise ser fotógrafa y me gustan los chismes, algo que no sabías.-dijo y acercó uno de sus ojos al visor de la cámara mientras cerraba el otro.
Corrí la cortina despacio y no había nadie dentro de esa habitación, así que pasamos con cuidado. Oímos risas provenientes de abajo y nos asomamos a la escalera. Desde allí se veía el comedor, en donde estaba la rubia de ojos marrón claro junto a ese hombre que tendría sus 40 años ya. Él tenía ojos verdes, pelo castaño y alguna que otra cana, pero no era para nada mi tipo. De repente ella se le acercó muy insinuante y lo besó en la boca.
-Vomitivo.-dijo Liny con cara de asco.
-La verdad que sí.-afirmé.
Caroline prendió la filmadora y les hizo zoom. Valerie le desprendió la camisa al hombre y luego se quitó la remera.
-Oh por Dios...-dije mientras daba vueltas en círculos.-¿Tenemos que quedarnos a ver todo el espectáculo?
-No necesariamente.-dijo y se dio vuelta dejando la cámara grabando.
-¡Liny! ¿Vas a grabar una evidencia o una película porno?-dije alterada.
-Ay bueno...-dijo y paró de grabar.-¡Ahhhhhhhhh!-gritó, al parecer ver desnudo a ese repugnante hombre le resultó demasiado repulsivo.
-¡Caroline!-dije a modo de grito silencioso.
-¡Me vieron, corre!-dijo y se precipitó a saltar por el balcón.
-¿Estás loca?-dije mirando cómo había quedado tendida en el pasto.
-Au...Dolió un poco.
-Y si, ¿no?
-¡Salta o te verán!
-Ni borracha.
Caroline se paró y puso los ojos en blanco, noté que con un gesto de sus manos llamó a Abby y Sophie. En unos segundos las tres estuvieron alineadas allí abajo.
-Tírate y te atraparemos.-dijo Liny.
-Ja ja.-reí con sarcasmo.-Ni pienso.
-Confía en nosotros.
Miré para atrás y vi que ellos subían, al parecer habían demorado en vestirse. Cerré los ojos y me dejé caer. Sentí bultos debajo mío al estar en el piso y oí los refunfuños de mis amigas
-¡Párate!-dijo Sophie.
-Ya voy.-dije mientras me paraba y sacudía el pasto de mis brazos.
-¡Corran, idiotas!-dijo Caroline y la seguimos hacia el auto.
Arrancamos con la esperanza de que no nos hubieran visto.
Caroline subió la música y abrió el techo del auto descapotable de Sophie dejando ver el interior. Se puso unos lentes de sol negros y empezó a hacerse la rapera.
-Oh si, nene, este rap te va a sho-ckear y yo soy la más cool de esta ciu-dad.-'rapeaba' Caroline.
-¡Cállate!-dijimos Sophie y yo al unísono.
-Ay bueno, ¿qué les pasa?-dijo quitándose los lentes y haciendo gestos con las manos y la cabeza.
-No te queda el papel de rapera.-dij Abby riendo.
-Bueno, a ustedes menos.-respondió Liny.
Llegamos a mi casa y estacionamos en la puerta.
-Ahora sólo debo mandarle este video a Taylor y...-Caroline hizo una pausa.-¡Listo! Ya está.
-¡¿Qué?!-fue lo único que pude decir.

La Anónima.



martes, 11 de febrero de 2014

Amy's Disguise-Capítulo 10

Lo encontré sentado en un sillón del patio, aún con su traje de novio puesto.
-Y bien.-dije antes de que él me viera ahí.
-¿Amy?-preguntó muy extrañado.
-Taylor McKlein de Ruffini.
-Para ti no soy ese.
-¿Cómo no?
-Solo McKlein, Taylor, Tay. Pajarito meón.
Me eché a reír pero también se me escapó una lágrima de nostalgia.
-¿Ya eres feliz?
-Amy...Soy un 95% feliz. Tengo mi familia, mis amigos, una carrera, ¿pero sabes qué? Estoy casado. Y jodido.
-¿Porqué te casaste si no la amas realmente?
-La quiero, pero no te olvido.
-No deberías lastimar a terceros.
-No estaré solo toda mi vida, prometo superarte.
-Pues, estamos igual, solo que yo no tengo una relación seria desde aquel día.
-Te he extrañado.
-Y yo a ti.
-No me molestaría estar aquí, con este traje y teniendo 22 años, si la que me hubiera acompañado en aquel altar hubieras sido tú.
Allí me quedé helada, hace tanto que no lo oía decirme algo así.
-Taylor...-dije y luego hice un silencio.-¿Puedo pedirte algo?
-Por ti todo.-dijo, exactamente igual que cuando tenía 17 años.
-¿Podemos tener un día, solo uno, 24 horas, ni más ni menos, solo para nosotros?-pregunté descaradamente, casi olvidando que estaba recién casado.
-Propuesta aceptada.-respondió.-Nuestro tiempo empieza aquí.
-Haz de cuenta que estás soltero.-agregué.
Eran justo las 12 de la noche. Él le hizo un mensaje a su mujer y le dijo que iría esa noche a visitar a un amigo suyo que estaba muy enfermo y que volvería al día siguiente, por las dudas ella volvía a casa antes de lo esperado. Al enviarlo, lanzó su celular hacia otro lado, se acercó a mí, puso una de sus manos debajo de mi oreja y recordó el lugar en el que tantas cosquillas tenía. Empecé a reír al sentir su tacto allí y luego, de un momento a otro, su torso estaba encima del mío.
-Taylor...-dije, pero no pude terminar la frase porque él me silenció haciendo la seña del 'sh' sobre mi boca.
-Hace cinco años que me privo de esto, no puedo permitírmelo más.-dijo y sus labios hicieron contacto con los míos, haciendo que me tiemblen las piernas, que mi corazón se acelere y que mis manos bajen a su cintura.
Hace tanto que no sentía eso tan agradable y mágico. Duró mucho, y yo me dejé llevar por él, acariciaba su espalda suavemente mientras él torcía las puntas de mi cabello. Cuando el beso terminó, abrí los ojos, él me miraba con ingenuidad, mientras sonreía y recorría con sus manos cada parte de mi cuerpo. Me reí.
-Jamás pensé que volvería a tenerte así junto a mí.-dije.
-Yo menos.
Luego lo abracé por la cintura bajo su remera, todos saben lo que insinúo. Él hizo lo mismo, y así, lentamente, fue pasando todo. Seguía siendo el mismo chico tierno, suave, cuidadoso, lindo, dulce y divertido de siempre. El trato que tenía conmigo era perfecto, nunca me había sentido tan querida, valorada y respetada por alguien. Cuando nos dimos cuenta de lo que habíamos hecho, sobre todo él, nos quedamos en silencio.
-Me sentiré una mierda después, ahora disfrutaré estas 24 horas contigo.-dijo.
Me dormí abrazada con él, y pude imaginarlo todo como si no fuera 'clandestino'. Soñé con un 'nosotros' totalmente real.
A la mañana siguiente, desperté junto a él, pero ya estaba despierto y había estado mirándome, con sus ojos llenos de remordimiento y a la vez felicidad. Me levanté de un salto de la cama.
-Haré algo que nunca hice mientras estuvimos juntos.-dije dirigiéndome a la cocina.
Preparé jugo, café y un poco de galletas con mermelada, y luego lo llevé al cuarto. Cuando llegué, él me miró sonriente y distinguí en sus ojos castaños una mirada enamorada.
-Amy...Hiciste el desayuno.-dijo riendo.
-Vaya, no me digas...
Tomó una taza de café e hizo una seña con la mano para decir que sabía bien.
-Y, ¿cómo va tu experiencia en la cocina?-preguntó.
-Mejorando.-le dije.-¿Y tú? ¿Le cocinas a Valerie siempre?
-No me surge cocinarle a Valerie. Además tiene una cocinera.
Me di cuenta de que en realidad nada le surgía con ella, me sentía un poco mal por Valerie, pero recordé que ella no era ninguna santa, y aparte estaba disfrutando demasiado ese día, no podía dejar que se arruinara.
-Sabes, da igual si nos ven, ¿si? Me acompañarás a un lugar.-dijo.
-¿Y Valerie?-pregunté con miedo.
-Mi relación con Valerie es prácticamente un título, ella no me ama, ni yo a ella. Ella quería casarse y simplemente le dije que sí, porque soy un idiota, pero la verdad es que ya no sé qué hacer con mi vida y por eso me sale así, si ella me quisiera realmente, no le haría esto. Al diablo con ella y los demás si nos ven, hoy el día es nuestro.
Sonreí y lo abracé como nunca.
-¿Y a dónde vas a llevarme?-le pregunté intrigada.
-Es una sorpresa.-dijo y me dio un beso en la frente.
Sacó su auto del garage y me subí en el asiento del acompañante. Fuimos hablando de estupideces, como siempre hacíamos antes. Cuando llegamos, vi un lugar muy lindo, desconocía donde estábamos, pero aquel prado floreado y colorido era realmente hermoso.
-Dios mío. ¿Dónde estamos Tay?-pregunté.
-¿Te gusta?
-Me encanta, es precioso.
-Bienvenida al lugar al que planeaba traerte en 2016.
Me quedé colgada viéndolo. Me dolió saber que eso nunca pasó finalmente.
-No te asustes, pero me gustaba planear a dónde podría llevarte para nuestros aniversarios, salidas o lo que fuera. En realidad, me encantaba pensarte y no podía esperar para verte, imagínate que aquel día al enterarme de que no habría un próximo encuentro entre nosotros dos, estaba devastado, una razón de vivir que tenía de repente se había terminado, y por mi culpa.
Culpa. Sentí mucha culpa. Pero era al menos un 2% de lo que merecía por ser tan imbécil.
-No fue tu culpa. Era inmadura.-añadí.
-No, te dije la verdad, pero yo en ese tiempo era un estúpido que no valoraba nada, y Charlotte no era cualquier cosa, era muy insistente conmigo, tu desconfianza era entendible.
-De todas formas debí haberte creído, eras mi novio, una relación se basa en la confianza.
-Puede ser, pero no te culpes, Amy, ya pasó. Disfrutemos el momento.
Se me ocurrió preguntar algo muy inoportuno y estúpido.
-¿Porqué no estamos juntos?
Él me miró boquiabierto, luego miró al suelo y después de nuevo a mí.
-Me dejaste, hicimos nuestras vidas, nos desaparecimos por dos años, nos vimos, te confesé algo, volvimos a desaparecer y aquí estamos.
-Pues, somos estúpidos.
-Claro que lo somos. Volvería el tiempo atrás...
-Yo debería hacerlo.-dije y la voz se me cortaba, una lágrima empezaba a caer por mi mejilla.
-Amy, escucha, tú no tuviste la culpa de nada, no te sientas mal. Me has hecho muy feliz, y ninguna pelea entre nosotros, ni siquiera los años, van a cambiar eso. Tú fuiste, eres y serás la mujer de mi vida.
-Ay...Taylor...-dije y solté el llanto.
Me abrazó y me pidió que no llorara. Me secó las lágrimas como solía hacerlo cuando éramos novios y peleábamos, o simplemente porque yo me sentía triste.
-No debes llorar en un día así, tú eres mía, y yo tuyo, ¿recuerdas?
Una sonrisa brotó al instante de que oí esas palabras salir de su boca, mi impulso me venció y le di un intenso beso.
Eran ya las 9 de la noche cuando nos fuimos de ahí, lo llevé a mi casa.
-Bueno, McKlein, aquí vivo.-dije al entrar.
-Está lindo, ¿vives sola?-preguntó.
-¿Crees que te traería aquí si tuviera compañía?-le dije burlona.
Yo vivía en un departamento con vista al mar, había conseguido algo muy lindo y a buen precio. Taylor salió al balcón y se apoyó en él para ver hacia afuera.
-Qué linda vista.-dijo.
-Es un buen lugar.-le dije mientras le pasaba un vaso de jugo.
-Aquí no hay champagne como en esas películas soft porno.-agregué.
Se rió.
-Extraño oírte decir esos chistes.-dijo.
El cielo estaba estrellado y la luna era llena esa noche. Miré para arriba, cerré los ojos y dejé que el viento soplara en mi cara. Sentí sus brazos rodearme por la cintura y sus labios rozando mi mejilla.
-¿Titanic?-pregunté.
Él rió.
-No exactamente.-añadió.
Volteé la cara para besarlo.
Esa noche cocinamos entre los ods, pero fue más equitativo que aquella vez con la pizza.
-Pensé que dirías que amase los spaghetti y que tú los ponías en el agua.
Me reí y casi escupo el jugo.
-No, ya no, tuve que aprender a cocinar.
-Menos mal. Sino iba a tener que ser tu esclavo de por vida.
-Esclavo sexual.-dije bromeando y me empecé a reír como idiota.
Taylor soltó una carcajada.
-Amy, no estabas así de porno la última vez que nos vimos.
-Lo sé, es que te extrañaba.
Sonrío algo triste, y desvió la mirada al reloj. Marcaban las 11:30 p.m.
Mi sonrisa radiante se fue al darme cuenta que solo nos quedaba media hora para estar juntos.
Fuimos al living y empezó la despedida, o algo similar.
-Mira, si no es Valerie, sé que encontrarás una chica que...
-Shh...-dijo tranquilizando mi voz ansiosa por soltar apresuradamente todas las palabras antes de irme.-Ninguna como tú, ninguna.
-No digas eso...
-No serán como tú, Amy, eres inigualable y jamás en toda mi vida volveré a querer a alguien como lo hice contigo.
-Créeme que yo tampoco encontraré otro como tú, Taylor.
-Te creo porque siempre he confiado en ti y nunca he dudado de tu amor, me lo demostraste como yo lo necesitaba y me hiciste amarte.
Entonces me puse a llorar, porque yo no había confiado en él y había dudado de su amor, y si no fuera por eso hoy estaríamos riendo en un 'juntos para siempre' y no llorando en un 'solo por hoy' del cual quedaban 20 minutos.
-No quiero que se acabe.-dije casi sin poder articular palabra.
-Tampoco yo, pero el tiempo vuela, Amy.-dijo tocando un mechón de mi cabello que bajaba por mi sien.
Y los dos sentimos lo mismo, nos acercamos mutuamente y ambos con lágrimas en los ojos nos dimos un desesperado beso, que de a poco fue tomando forma y transformándose en uno de esos besos perfectos de siempre. Vi sus lágrimas y él las mías. Nos preguntamos qué hacíamos llorando porque deberíamos separarnos, en vez de dejarlo todo para estar juntos, pero ninguno de los dos decía nada. Y eran las 11:58 p.m.
-Taylor...-dije forzando mi voz, ya que se me hacía difícil hablar por haber llorado.-Búscame.
Se quedó callado y no dijo nada. Un minuto pasó.
-Te amo, Amy.-me dijo y me dio el último beso.
Nos separamos allí.
-Yo más, Taylor.-dije y me acerqué pero vi las 12:00 marcadas y me quedé quieta, era como si alguien estuviera contando el tiempo justo.
-Amy, estoy casado.-dijo y se apartó de mí.
Me miró, limpió mis lágrimas, agarró sus cosas y tomó mi mano. Luego la soltó y se despidió de mí.
Me quedé allí sola, llorando, todo había sido un sueño, real, pero solo duró aquel día. Todo volvería a ser como antes.

Fin

La Anónima.





lunes, 10 de febrero de 2014

Amy's Disguise-Capítulo 9

Son inexplicables los nervios que siento. Si así estoy yo, no me imagino cómo estará Valerie.
Hoy es 21 de septiembre de 2020, son las 19:45 y estoy con Liny, Abby y Sophie, preparándome para ir al casamiento de mi ex.
Caroline tiene un vestido corto de color fucsia modelo strapless, Sophie uno celeste ajustado en el busto y suelto abajo, que le llega arriba de las rodillas, y Abby uno largo de color violeta que deja ver sus tacones plateados. Yo me puse uno de color verde agua, strapless, que me llega a la mitad del muslo, en los pies llevo tacos negros con una apertura en la punta del pie. Iremos a la boda en el auto de Sophie. 
-A ver, ¿sientes nervios Amy?-pregunta Abby.
-¿Y tú qué crees?-digo en tono de ironía.
-Lo siento, era obvio, no debí ni preguntar.
-Está bien.
-¿Quién lleva los regalos?-preguntó Sophie.
-Yo los tengo aquí.-respondió Caroline.
-Esperen, les haré unos peinados.-dije yo, ya que había tomado un curso de peluquería hacía no mucho tiempo. Enrulé las puntas del cabello de Caroline y até su cabello rubio en un rodete, dejando caer algunos mechones de adelante. A Abby le dejé unas ondas al agua sueltas con mucho movimiento, y a Sophie le hice unos bucles bien formados en las puntas del pelo. Yo alisé mi pelo más de lo lacio que ya era y me apliqué horquillas invisibles para dejar mi cara libre de cabellos sueltos. 
Cuando estuvimos listas, partimos hacia la Iglesia donde Valerie y Taylor iban a casarse. En el auto, iba en el asiento del acompañante pensando en qué haría para impedir realmente aquella boda, o para hablarle a Taylor antes de que diera el sí, lo cual me parecía imposible...y lo era.
Al llegar, la mayoría de los invitados ya estaba allí, elegimos una banca de las de más atrás y nos sentamos para esperar a los novios. Una niña pasó repartiendo pétalos de rosa para que les lanzáramos a los recién casados.
-¿Qué harás?-me preguntó Abby.
-No lo sé...
Me quedé callada hasta que de repente oí la típica música de los casamientos, me di vuelta y vi a Valerie con un voluminoso vestido blanco, un velo muy largo y un ramo de flores blancas en la mano, junto a su padre seguramente. Luego miré para adelante y allí estaba Taylor, parado en el altar con su traje negro. Imaginé todo como si yo estuviera en el lugar de Valerie y me dieron ganas de llorar, pero sonreí mirando a mi ex, fingí estar feliz por él. 
No me molesté en escuchar la ceremonia, excepto cuando llegó el momento y le preguntaron a Valerie si aceptaba casarse con Taylor o no.
-Sí, acepto.-respondió ella con una gran sonrisa en la cara.
Luego llegó el momento de McKlein. El sacerdote formuló la pregunta y él vaciló un momento. Mordí mis labios esperando un 'no' por respuesta.
-Sí, acepto.-dijo él con inseguridad en su voz.
Bajé la vista y miré mis manos entrelazadas, luego oí aplausos y gritos de vitoreo para los novios, que empezaban a salir hacia la puerta de la Iglesia mientras la gente les tiraba arroz y pétalos de rosa, yo guardé los míos ya que no era un momento feliz para mí.
Luego salimos y nos dirigimos al Salón Blanco.
-¿Qué rayos esperas, Amy?-preguntó Sophie extrañada mientras subíamos al auto.
-Ya lo haré.
-¡Pero ya se casó!
-Da igual, veré lo que hago.
Nos bajamos al llegar a un lugar muy amplio, se veían luces de todos colores desde afuera, en la puerta un guardia pedía los nombres de los invitados para evitar que alguien se colara. 
-Amy Ryans, Abby Lively, Sophie Blue y Caroline Murray.-dije desganada al presentarme en la puerta.
El guardia nos dejó pasar y adentro del salón había una gran pista de baile, mesas llenas de comida, lluvias de espejos, y demás cosas. Me senté en un sillón y esperé a que llegaran Taylor y Valerie por la puerta trasera. Estuve 10 minutos allí hasta que la novia entraba con un corto vestido azul lleno de plumas y otras cosas, me pareció bastante feo. Él seguía con su traje de novio. 
Comimos cosas muy exóticas que yo desconocía, se ve que entre las dos familias tenían una fortuna muy grande, porque toda la celebración se notaba bien armada y deduje que había salido cara.
De un momento a otro ya eran las 6:30 a.m. y amanecía, me dirigí al baño y sin querer oí una conversación entre Taylor y Valerie.
-¿Recuerdas lo de nuestra luna de miel?-preguntaba ella.
-Me dijiste que no habría luna de miel.
-Exacto, de eso quería hablarte. Ahora debo salir por un viaje de trabajo así que te dejaré la casa nueva para ti por hoy y mañana, ahora debo irme, disculpa si no hay luna de miel pero estoy muy ocuapada, Taylor.
-Lo entiendo.
-Gracias, nos veremos luego.-se despidió dándole un beso en la mejilla.
En ese momento me quedé sorprendida. ¿La novia se iba de su propia boda? ¿De repente y sin saludar a nadie? Ella no demostraba afecto por él, y a él se lo veía triste.
Me fui de ahí y cuando llegué al salón, los invitados salían por la puerta y se iban, algunos se despedían del novio y otros no. Me quedé en el patio esperando a ver a Taylor salir e irse. Les avisé a mis amigas que tuvieran el auto preparado porque pensaba seguirlo. Vi cómo él se subía al auto y arrancaba, pusimos en marcha nuestro coche y lo perseguimos, pero no se dio por aludido, estaba cansado al parecer. Se paró delante de una enorme casa blanca con techo negro y llena de ventanas, pero en vez de entrar por la puerta, se dirigió al patio trasero. 
-Estoy decidida.-les dije a mis amigas.
-Anda ya, ¿qué esperas?-me dijo Liny.
-Pero no lo haré ahora, será a la noche. El momento será más privado a la luz de la luna y las estrellas.
-Ay, tú y tu romanticismo me quitan el sueño.-dijo Caroline irónicamente.
Dejé pasar el día y luego volví sola en el auto de Sophie para ir a la casa de Taylor. Me bajé y mientras caminaba hacia el patio trasero pensaba "no seré su segunda opción, ni su aventura de infidelidad, solo quiero que me confiese su amor...tiene que darse cuenta de que Valerie no es la indicada...no pretendo que vaya a dejarla si apenas se casó con ella, pero lo haré sentir como nunca antes...Me aceptará hoy o me habrá perdido para siempre."

La Anónima.



domingo, 9 de febrero de 2014

Amy's Disguise-Capítulo 8

Cada vez se acercaba más aquel casamiento. Ya había comenzado el 2020, afortunadamente Caroline consiguió una invitación para mí. Temía que él no me dejara intentarlo otra vez...Quería mirarlo a los ojos y decirle 'aquí estoy'. Él me había perdido, ¿o yo a él? Ya hubiéramos cumplido seis años...pero yo arruiné todo. Soy una imbécil. ¿Cómo pude dejar ir al chico que más quise en toda mi vida? Lo peor es que lo hice tres veces.
'Trataré de ser fuerte' fue la promesa que me hice aquella noche. Aunque seguramente él ya no me amaba, yo sí a él, irónico, porque yo fui la que había dado fin a nuestra relación. ¿Cómo haría para presenciar el momento de su boda siendo otra la que lo acompañará durante el resto de su vida? Alguien que me lo explique, por favor.
Lo más doloroso de la situación era descubrirme en una realidad que no existía. A veces cuando estaba sola, me imaginaba todo como si fuera perfecto, todo sucedía como yo lo esperaba. Taylor y yo estábamos juntos en esa realidad. Él no iba a casarse con Valerie, era mi novio, éramos felices como en 2014, era nuestro aniversario número seis, la pasábamos increíble, él me amaba y yo a él. Yo no derramaba lágrimas cada noche en un fallido intento de recuperarlo. Su voz estaba ahí, junto a mí y no solo en mi cabeza. Todo era como yo quería. Me gustaría poder vivir en aquella realidad...
Pero tenía que seguir adelante, muy pronto me encontraría con mi ex y se lo contaría todo, sin importar si él lo tomaba para bien o para mal, no me lo callaría más.

En estos meses fui conociendo más a Caroline, y ella es una chica increíble, se estaba convirtiendo en una de mis mejores amigas. Tenía que decirle la verdad, tenía que contarle que Taylor era mi ex y que lo amaba todavía. Un día, estábamos en mi casa haciendo un trabajo de una materia para la facultad y me decidí a contarle todo.
-Caroline, eres una de mis mejores amigas, ¿sabes?-le dije primero.
-Aw, gracias, ¡y tú una de las mías!
-Y por eso creo que debería contarte algo que me guardo hace tiempo...
-No me asustes...¿Qué es?-preguntó preocupada.
-Prométeme que no te enojarás conmigo.
-Lo prometo.
-Bueno. La cosa es esta, Taylor McKlein es mi ex.
-¿Qué?-gritó asombrada.
-Sí...Cuando tenía 14 él y yo nos pusimos de novios, y duramos dos años y medio. Aún lo sigo amando, lo dejé por idiota.
-Vaya, Amy...No me lo esperaba. Pero, ¿te digo algo? Voy a ayudarte.
-Pero, ¿y Valerie?
-Valerie es mi compañera de instituto de Inglés...Tú eres mi mejor amiga.
Tenía una nueva amiga y podría ayudarme con mi problema amoroso, en verdad era bueno.
-¡Gracias, Caroline! Te quiero mucho.
-Y yo a ti, Amy.
-Mira, ¿quieres recuperar a Taylor? Te contaré algo para que no te sientas mal por Valerie.
-A ver, dime.
-Valerie no quiere a Taylor, está con él porque es lindo, es de una buena familia y tiene dinero, por eso le dijo que quería casarse, para asegurarse de que no va a perderlo, ¿entiendes?
-Qué zorra.-se me escapó.
Caroline rió.
-¿Te digo la verdad? Lo es. Tiene un amante.
-¿Qué?-dije.
Tenía mucha información, tanta como para impedir una boda.
-En mi opinión, tienes que hacer algo.-dijo ella.
-Sí. Prométeme una cosa.
-¿Cuál?
-Vendrás conmigo a la boda y me ayudarás. Necesito hablar con él.
-Lo prometo. Si quieres que te contacte con él, lo haré sin problema, cuando quieras, trataré de que venga sin Valerie, es un poco amigo mío.
-Gracias en serio, ¿puedo decirte Liny?
-Suena raro, ¿porqué sería?
-Me gusta apodar. Y Line me suena a chat de celulares. Caroliny, Liny.
-Claro que puedes.-dijo sonriendo.
Ahora solo debía contarles a Sophie y Abby, y ya seríamos cuatro para hacer algo por mi estupidez.

La Anónima.



sábado, 8 de febrero de 2014

Amy's Disguise-Capítulo 7

Avancemos rápido. Desde aquel día habían pasado dos años sin ver a Taylor, de seguro él ya me había olvidado. Yo no había conseguido superarlo del todo, pero mi corazón había sanado bastante. En el medio conocí a otros chicos, salí con ellos, pero ninguno duró más de tres meses.
Me encontraba en mi casa cuando de repente alguien llamó al teléfono, era Sophie, tenía la voz desesperada y gritaba sin parar que tenía que decirme algo.
-¡Cálmate, Sophie!-le dije.-¿Qué tienes que contarme?
-Taylor...-dijo.
-¡No me hables de él!-grité.-Ya lo he olvidado, ¿entiendes?
-Se va a casar.-terminó de decir.
Me quedé helada. Casi suelto el teléfono.
-¿Qué?-pude apenas articular.
-Eso. Con Valerie...Ella le dijo que era hora y él le propuso matrimonio.
-¡Pero tienen 22 años!-grité, aunque eso no era mi problema.-No pueden...-dije y se me cortaba la voz.
-Ya, Amy...Impediremos la boda, ¿si?-dijo en broma tratando de animarme.
El llanto se sentía en su línea del teléfono, no pude controlarlo.
-No, no llores amiga...Ya pasaron casi cuatro años, no podemos hacer nada.
-Lo sé, pero es mi culpa. Si hubiera vuelto con él aquella vez...Si hubiera hecho caso a mi corazón...
-¿Qué? ¿Qué vez?-dijo ella confundida.
De repente recordé que no le había contado aquello.
-Hace dos años. En la fiesta de Joseph. Pues, él y yo nos encontramos y hablamos, empezó a llover y puso su mano sobre la mía, me confesó que yo le hacía falta y que no era feliz, pero no dije nada...Y él dijo que ya sabía que no volveríamos pero que quería decírmelo de todos modos.
-¡Amy! ¡Eres una idiota!-gritó Sophie.
-Ya lo sé.
-No entiendo porqué si se amaban no estaban juntos.
-Porque al final siempre terminamos haciéndonos daño el uno al otro.
-Pero el amor es más fuerte que todo.
Ella tenía razón. No sé qué le diría, ni cómo, pero debía ir a buscarlo aunque ya fuera demasiado tarde. Y lo haría.
Al día siguiente fui a la universidad y almorcé con Caroline y sus amigas. Pregunté por Valerie disimuladamente.
-Pues, ella y Taylor van a casarse en septiembre del año que viene.-dijo Caroline.
-¿De verdad? Pues, ¡qué bien!-fingí.
-Sí, veré si consigo que te invite.
-Muchas gracias, Caroline.-dije y pensé que sería mi oportunidad par hablarle, aunque no quería que Valerie sufriera...Podía evitarlo.
-Mira, por si las dudas, la fecha exacta es 21 de septiembre de 2020, 21:30 hs. en la Iglesia Corazón de Jesús y luego la fiesta en el Salón Blanco.
-Está bien, gracias.
De todas formas, si no me invitaba, ya sabía dónde iría aquel día.
Me comían los nervios, ya no sabía qué hacer y faltaban como diez meses. Tenía que verlo antes sí o sí. Planeé una cita que él no sabría, empecé a acordarme de los lugares que él frecuentaba cuando estábamos juntos. Pensé en el parque, en la plaza cerca de su casa, en las fiestas muy concurridas, y finalmente decidí ir al primero de éstos. Él solía ir los sábados conmigo, o a veces iba los domingos con sus amigos o familia. Fui el domingo de aquella semana pero no se apareció. Fue a la siguiente, me compré una bolsa de palomitas y me senté en un banco, empecé a lanzar palomitas al lago para los patos, y luego me paré porque divisé a uno de los amigos de Taylor a lo lejos, y comencé a buscarlo entre los chicos. Allí estaba. No sabía qué hacer. ¿Qué pasaría si él no quería verme? Sentía muchas ganas de hablarle, pero el miedo me lo impedía. Uno de sus amigos me señaló, él reía y cuando se dio vuelta para ver lo que su amigo le indicaba, su sonrisa se apagó automáticamente. Me imaginé lo siguiente:
-Mira Taylor, ¡tu ex!-decía su amigo.
-¿Qué?-dice él al verme y no puede creer que otra vez aparecí para molestarlo.
Entre los amigos de Taylor, estaba Jason, que vino corriendo hasta mi banco y me saludó.
-¡Amy! Tanto tiempo.-dijo.
-Sí, ¿y cómo has estado?
-Pues muy bien, ¿y tú?
-También...
-¿El novio?
Vi a Taylor acercándose con sus otros amigos, me quedé callada unos segundos, miré al suelo, respiré.
-No...No tengo.-dije.
-Disculpa, creo que no fue una buena pregunta.
-No, está bien.
-Bueno, nos vemos luego Am.-dijo él y me dio un beso en la mejilla para saludarme.
-Adiós Jason.
Se fue y no hablé con Taylor, pero corrí hacia él mientras lágrimas saltaban de mis ojos, y cuando estaba por darme vuelta y volver a mi banco, él se volteó y se dio cuenta de todo. Vio que lo estaba persiguiendo, vio mis ojos llorosos, mi rímel corrido y mi cara de no saber qué hacer, pero en vez de hacer lo que hubiera hecho en 2014, él solo se fue con sus amigos y me dejó allí, me miró con negatividad, y siguió con lo suyo. Eso me hizo tanto mal...Ya estaba todo. No le importaba más, ¿y qué prentendía? Lo mandé a la mierda dos veces. Me besé con otro en su cara. Me quedé en silencio cuando me dijo que me necesitaba. Me derrumbé al pensar todo eso y me pregunté porqué no podía dejar de quererlo. Pero no dejaría de intentarlo. No ahora.

La Anónima.


viernes, 7 de febrero de 2014

Amy's Disguise-Capítulo 6

He entrado a la universidad, voy a la clase de arquitectura, Sophie está en la misma facultad pero en clase de abogacía. Me pregunto a qué universidad irá mi ex...Pero no, debo superarlo, así que pienso en mis exámenes y...rayos...EXámenes. ¡Está en todos lados!
Esa noche un compañero daría una fiesta en un salón...Aquel salón en el cual nos dimos un beso bajo la lluvia, aquel en donde todo comenzó, aquel en donde pasé la mejor noche de toda mi vida. Disfrazaba mi realidad, me disfrazaba a mí misma y fingía estar muy feliz sin él. Una amiga nueva que conocí en la facultad, llamada Caroline, también era amiga de Valerie, la nueva novia de mi ex. Seguramente la invitaría esa noche, como yo lo hice con Sophie y Abby. Para ir a la fiesta fuimos a la casa de Abby y nos arreglamos allí, yo me puse una falda plisada corta de color rosa, zapatos negros con dorado y una camisa sin mangas negra. No me gustaba del todo esa ropa, pero ya me daba igual. Mis amigas estuvieron listas y el padre de Abby nos llevó hasta el salón. Había muchísima gente ahí afuera, y vi a lo lejos a mi amiga Caroline, estaba sola así que fui a saludarla, pero cuando ya estaba a casi un metro o menos de distancia, llegó Valerie junto a Taylor y escuché que dijo:
-Ya volvimos.
Pero para eso ya no pude volver atrás, Caroline me había visto y tenía que saludarla.
-Hola Caroline.-dije y la saludé con un beso en la mejilla.
-Hola Amy.-dijo devolviéndome el saludo.-Te los presento, ellos son Valerie y Taylor, mi amiga y su novio.
Qué celos, qué molesto, qué horrible, qué ganas de matar a alguien.
-Hola.-dije saludándolos.
-Hola.-dijo Valerie en un tono muy raro y mirándome de pies a cabeza, hizo una cara de disgusto muy notable.
-Hola Amy.-dijo Taylor con su irresistible voz y recordé cuando me llamaba por mi nombre cuando estábamos juntos.
Taylor y yo nos miramos un rato, lo peor era que al parecer ellas dos no sabían que entre él y yo hubo una relación amorosa de dos años y medio anteriormente. Bajé la mirada y dije:
-Bueno, los veo luego.
Me fui con mis amigas porque la verdad no soportaba estar cerca de mi ex y no poder besarlo, y todavía menos que estuviera con otra, que encima era bastante zorra y ya me caía mal.
Como a la mitad de la fiesta, fui afuera, justo al lugar en el que había dado mi primer beso y me llevé una gran sorpresa, Taylor estaba allí, solo y fumando un cigarrillo. Me acerqué a él.
-¿Has vuelto a fumar?-le pregunté antes de que se percatara de que yo estaba allí.
-A veces lo hago.-me respondió.
-Es muy linda.-dije refiriéndome a Valerie.-Sé que serán muy felices.
-Gracias.-contestó.
-¿Y hace cuánto que estás con ella?-le pregunté inocentemente.
-Seis meses.
-Es bueno, ojalá duren mucho.-dije.
-Amy...-dijo y respiró profundo como si quisiera decir algo y no pudiera soltarlo.
-¿Si?-le pregunté.
-No, nada.-dijo.-Tú estás saliendo con alguien, ¿verdad?
-Si te refieres a Drake, pues no...Duramos un mes pero le corté.
-Qué pena.-dijo.-¿Y has conocido a alguien más?
-No. Nadie más.-dije muy segura.
-Encontrarás a alguien, ya verás.-dijo mirando al suelo.
"Nunca, jamás, en toda mi vida, encontraré alguien como tú." pensé.
-Eso espero.-dije.
Puse mi mano en la pared baja donde estábamos sentados y miré al cielo, estaba muy nublado. Luego sentí una gota en la pierna, y cada vez más. Tenía que ser una broma. Comenzó a llover y ninguno de los dos tenía la mínima intención de irse de ahí.
-Llueve.-dije.
Recordé cuando ese 21 de diciembre de 2013, él me dijo que en realidad eran pajaritos meones.
-Sí.-me dijo.
Sentí su mano apoyarse sobre la mía, y cuando él se dio cuenta la quitó rápido y nos miramos. Sus ojos lo decían todo y los míos también. Nos acercamos cada vez más, cerramos los ojos, hasta que vimos la realidad y nos apartamos uno del otro. Volvimos a mirar hacia abajo.
-A ella no le importa.-dijo él.
-¿Qué?-dije yo sin enetender qué había querido decirme con eso.
-A ella no le importa si fumo o no.
A mí si me importaba. Él había dejado todos sus vicios por mí, había cambiado por mí. Ahora que ya no estábamos juntos, le daba igual cuidarse.
-Pero eso no interesa, igual deberías cuidarte.
-Amy...No soy feliz.-pudo decir casi a punto de llorar.
-Pero, ¿porqué no?
-Pues simplemente no lo soy. Me falta algo.
Me daban ganas de golpearme al escuchar eso y no hacer nada.
-Pero tienes una hermosa novia que te ama y tú a ella, tienes a tu familia, a tus amigos, estudias lo que más te gusta...¿Qué más quieres?-le pregunté.
-Te quiero a ti.-dijo.
Pero yo no podía volver con él, nuestra relación volvería a fracasar, sufriríamos una y otra vez, él y yo no podíamos estar juntos.
-Te necesito, Amy.-dijo después.
-Taylor, yo...-dije sin poder terminar la oración.
-No importa. Ya sé que no vamos a volver, y que no podemos estar juntos, solo necesitaba decirte eso. Aunque jamás dejaré de amarte, quizás pueda superarte.-dijo y se bajó de la pared para irse, pero luego se dio vuelta.-Ah y gracias.-dijo.
-¿Porqué?-le pregunté yo.
-Por haberme hecho feliz esos dos años.
Luego abandonó el lugar y yo me quedé sola en la lluvia, lloré porque no entendía nada de lo que pasaba. Claro que quería estar con él, pero me asustaba que volvamos a separarnos, no quería más sufrimiento.

La Anónima.



jueves, 6 de febrero de 2014

El amigo de mi hermano-Capítulo 2

Los días fueron pasando, ya me estaba acostumbrando a esto, me había integrado más al curso y al grupo.
Hoy es viernes, el mejor día de la semana, voy a poder quedarme hasta tarde, al fin. Al llegar a casa, me encontré con mi hermano y unos amigos comiendo en la cocina, y ahí estaba él. Justo cuando me di vuelta para irme, Francisco como siempre tan tarado, me dijo:
-Hola, ¿no?, ¿Qué? ¿No nos vas a saludar?
Después de oír eso, respiré profundo, me di vuelta y respondí:
-Hola, ¿contento?
-Si, mucho.-contestó.-Ah...y otra cosa.
-¿Qué?-respondí enojada.
-Sácate ese rodete de la cabeza, te queda espantoso.
-Eres un estúpido.-agregué gritándole mientras me dirigía a mi alcoba.
Al llegar, me quedé un rato escuchando música y pensando sobre como Francisco me había avergonzado en frente de todos sus amigos.
-Algún día le daré su merecido.-me dije a mi misma.
Luego de unos minutos, miré el reloj, marcaba las tres de la tarde y yo ni había almorzado, así que decidí bajar.
Al llegar, vi que no había más comida, esto era obra de ya saben quien, así que subí furiosa a su cuarto, necesitaba hablar con él. Toqué la puerta un buen rato, hasta que me abrió y dijo:
-¿Qué quieres, no ves que estoy con mis amigos?
-Si, pero te acabaste toda la comida.-dije.
-¿Y?-preguntó.
-Yo ni almorcé.
-Pf, no pasa nada, una vez que no almuerces no hace daño. Además necesitas bajar un poco de peso.-comentó cerrándome la puerta en la cara.
Me dolieron demasiado sus palabras, una lágrima resbaló por mi mejilla y como no quería que me vieran llorar, me dirigí a mi habitación para quedarme ahí un buen rato.
Llegó la hora de cenar, ya me había bañado así que estaba lista para bajar. Al llegar abajo, me encontré con el chico que me gustaba, estaba sentado en el último escalón. Al escuchar mi llegada, se volteó y dijo:
-Hola, ¿todo bien?
-Si, ¿y tú?-contesté sentándome a su lado.
-Si, oye todavía no se tu nombre.
-Soy Martina.
-Gusto en conocerte Martina, soy Agustín.-dijo sonriendo.
En ese momento, llegó mi hermano, y Agustín tuvo que irse con él al comedor, en cuanto a mí, pues... yo comía en la cocina.
Al llegar la hora de dormir, me quedé pensando en aquella charla, bueno aunque fuera corta, me había gustado. Estaba segura de que estaba enamorada de él, porque... cada vez que pasaba a su lado, sentía maripositas en el estómago. Pero...no podía dejar que él lo supiera, no sin antes averiguar si aquella chica con la que estaba el otro día era su novia.


Srta. Misteriosa


Del odio al amor en un solo paso

Por fin es el último día del año en este colegio que tanto odio. Nadie me quiere, no tengo amigos y todos se burlan de mí. ¿Será porque no me maquillo? ¿Porque soy la única que se viste sin gracia y lleva su cabello atado? ¿Porque soy estudiosa y callada? No lo sé, pero me tienen cansada. Cada recreo debo quedarme sola en mi curso porque nadie es capaz de hablarme, todos me ignoran y me miran con desprecio. A veces me dicen que apesto, que les doy asco, y yo no les hago caso, pero al llegar a mi casa no hago más que llorar. De todas formas, en tres meses tendré que volver...¡Y aún me quedan dos años!

Como cada vez que comienza el ciclo lectivo, me pregunto antes de ir a clases: ¿cómo serán los nuevos? ¿Alguno querrá ser mi amigo?
Me puse el uniforme, me hice una cola de caballo, me lavé la cara y me fui directamente al colegio con mi mamá que me deseaba suerte en el auto. Me bajé, entré y me dirigí a mi nuevo curso. Estaban todas las chicas amontonadas y mirando a la pared, al parecer había alguien ahí. ¿Quién sería? Simplemente pasé al curso sin fijarme en lo que esas niñas huecas estaban haciendo. Dejé mi bolso caer en un banco vacío y me senté en el otro, ya que era obvio que no tendría un acompañante.
Sonó la campana para que entrara el resto de mis compañeros y yo observaba cómo los nuevos se quedaban parados al lado de la puerta mientras que el resto se acomodaba en los asientos. Había uno bastante lindo, tenía buen físico, una nariz respingada, ojos grandes y marrones, sonrisa perfecta y un despeinado cabello castaño. Se presentaron todos, hasta que llegó su turno:
-Me llamo Lucas González y vengo del Colegio San José.-dijo.
Tenía una voz muy masculina y sexy.
La profesora les dijo a los nuevos que cada uno debía tomar un lugar de los que estaban desocupados, y que de a poco se fueron ubicando, así que bajé la vista ya que nadie querría venir conmigo. Estaba escribiendo tonterías en mi mesa cuando de repente oí y vi de reojo que alguien tomaba mi bolso y lo dejaba en el piso. Volteé para ver quién era y al lado mío estaba Lucas. Las chicas del curso me miraban envidiosas y con furia, aunque yo no pretendía nada con aquel chico.
-Holaaaa.-dijo alegre.
-Hola.-respondí desganada.
-Uh, qué mala onda.
Lo miré con enojo y bufé. No hablamos en toda la mañana, solo era un compañero de banco que se había sentado conmigo porque no le quedaba otra. En el último recreo, sus amigos y él se acercaron a mi banco y empezaron a halagarme, querían dinero.
-Vamos, bonita, préstanos.-dijo uno de ellos.
-¡Si tú ni sales al recreo!-gritó otro.
-¿Ah no?-dije y me levanté de mi banco.
Salí del curso con los seis chicos detrás mío, y me puse en la fila del kiosco, cuando estaba a punto de llegar mi turno para comprar, Lucas se puso al lado mío, me dijo algo que no entendí y luego sin que yo me diera por aludida me quitó mi dinero de un tirón.
-Oye, ¿qué haces? ¡Eso es robar!-le dije enojada.
-No me digas...-dijo él y le dio el dinero a su amigo.
Golpeé a Lucas pero él me agarró de las muñecas mirándome a los ojos.
-Tranquila, te debemos una.-dijo y me solté. Él rió como el gran idiota que era.
Enojada, vi como se gastaban mi dinero y volví al aula, desde ese día supe que odiaría a González, maldito creído, imbécil, ladrón.
Al día siguiente, la profesora nos dio un trabajo de a dos, tener que ser su compañera me resultaba repulsivo.
-Te aclaro que no pienso hacerlo sola.-dije.
-Nadie dijo eso...
Él tomó mi colita de caballo que me llegaba a la cintura y empezó a jugar con ella. Lo miré extrañada.
-¿Qué se supone que haces?-le pregunté.
-No lo sé, me gusta molestar con tu pelo.
-Ya.-le dije yo.-Hay que poner seudónimos en el trabajo, ¿cuál será el tuyo?
-Elígelo tú y yo elegiré el tuyo.
-Pues, 'puto ladrón' te iría perfecto.
-Vamos, no se admiten malas palabras.
-Entonces serás Lucas y ya.
-Qué creativa. Tú serás Tina.
-Creo que preferiría Valen...
-No, Tina y punto.
Nunca nadie me decía así. Solo Valen o  Valentina, o nerd apestosa, fea, estúpida, antisocial, entre otros.
Estaba escribiendo cuando de repente levanté la vista y él me miraba extraño
-¿Qué?-dije.
Él se sobresaltó y dejó de mirarme.
-No, nada.-me respondió.
De repente la profesora lo llamó y le dije que lo buscaban en la oficina del director. Me pregunté qué le habría pasado y luego me dijo que alguien se había dado cuenta del robo del día anterior. Aunque traté de justificarlo, como la gran estúpida que soy, le pusieron 10 amonestaciones.
-Al final todos tienen su castigo.-dije radiante.
-Trataste de salvarme, Tina, me di cuenta, me amas secretamente, ¿verdad?-dijo él.
-Deja de soñar.-le respondí.
-Eres linda.-me dijo.
Me quedé impresionada. Nunca nadie que no fuera mi madre o padre me había dicho eso. Sentí un vuelco en mi corazón y una sensación muy agradable, pero luego pensé que estaba jugando conmigo.
-¿Es broma?-le pregunté.
-Si sueltas tu pelo y te pones un poquito de maquillaje, todos se darán cuenta de lo ciegos que están. No sé qué te han visto de fea.
Me sonrojé.
-Gracias, creo.-le dije.
-De nada.-contestó triunfante.
Está bien, fue el primer chico que me dijo que era linda en toda mi vida, y era muy lindo, pero igual lo odiaba.
Sonó la campana del recreo y él se levantó del banco y se fue con las dos más lindas y populares de mi curso, Melissa y Fabiana. La rubia, osea Melissa, se apoyaba en su pecho todo el tiempo y se reía con él, mientras le tocaba el cuello, siempre zorreaba así con todos los chicos lindos, pero esta vez se estaba pasando.
-Miren eso.-dijo Fabiana señalándome.
Melissa rompió a reír, aún abrazada a Lucas.
-Pero si es la fracasada de tu compañera de banco.-le dijo a Lucas.
Aunque ellas me importaran una mierda, sus palabras me dolían, y aunque actuara indiferente, me daban ganas de llorar, me heria cada uno de sus insultos. Las miré de manera despreciable mientras se reian de mí.
-Oye, no le digas así.-dijo Lucas.
-Tienes razón, fracasada es una palabra que para ella es poco, deberíamos decirle maldita friki fea intentando ser linda, que por cierto en su barrio es una zorra de cuarta que debe cobrar $2, servicio barato para su desesperación porque alguien la quiera.-dijo ella riendo aún más fuerte.
Sus últimas palabras fueron como tres puñaladas en el corazón para mí.'Alguien la quiera'. ¿Es que nadie me quiere? No aguanté y lágrimas brotaron de mis ojos, me alejé caminando despacio hacia el baño, escuché que ellas decían barbaridades sobre mí, hasta que una voz masculina las detuvo.
-¿Quiénes se creen que son? Vuelvan a donde salieron, par de ratas.
Era la voz de Lucas. Gritos y expresiones de disgusto provenientes de Melissa y Fabiana se oyeron desde lejos. Sentí como alguien me agarraba del brazo y me frenaba antes de que llegara al baño.
-Ey, no les hagas caso.-dijo Lucas.
-Perdona, pero quiero estar sola un minuto.-le respondí y entré rápido al baño.
La gran cantidad de chicas que habia allí me observaba como si fuera un alien. Me metí en uno de los tocadores y me apoyé en la puerta. Descargué todo el llanto y luego salí para lavarme la cara. Fui al pasillo y Lucas seguía allí.
-¿Porqué me defendiste?-fue lo primero que se me ocurrió preguntar.
-Porque no creo que nadie se merezca lo que esas dos te hicieron.
-Gracias.-le dije.
-En serio te digo que no deberías llevarles el apunte. Son dos idiotas.
Sonreí. Por fin un compañero me apoyaba, era raro.
-Eso creo.-dije al fin.
-Sonríe, y haz lo que te dije, suéltate el pelo, maquíllate, y verás cómo se arrepienten.
Me reí.
-Lo haré y veremos.
-Ya, así te ves hermosa para mí, pero su estupidez no los deja ver, ¡así que acláralo!
Me sentí tan bien al oír esas palabras que todo el dolor que tenía adentro de mi corazón desapareció.
A la mañana siguiente, ya sabía qué hacer. Dejé mi cabello suelto, y noté que así se veía mucho más brillante y suave, luego apliqué rímel y delineador en mis ojos, lo que me dio una mirada mucho más interesante y seductora, finalmente me puse brillo sobre los labios. Mi imagen cambiaba totalmente con tan solo eso. Al llegar, noté cómo todos me miraban asombrados, iba pasando y me sentía muy observada, se ve que Lucas tenía razón. Cuando entré a mi curso, una expresión de sorpresa de parte de Melissa me recibió, junto con las miradas de todos. Me sentí muy rara, hasta que vi a Lucas allí sentado, sonriéndome y haciendo una seña de que todo había salido perfecto. Me senté en mi banco.
-No te das una idea de lo radiante que te ves, Tina.-me dijo.
Me ruboricé y agradecí. De pronto, los que se sentaban adelante nuestro, se dieron vuelta.
-Valentina...-dijo uno.
-Para ti yo era nerd apestosa hasta ayer.-le dije.
-Lo siento.
-Ni me hables.
-Pero...
-Sh, date vuelta.
Lucas se rió.
-Así se hace, serás la chica más difícil de todo el colegio. Aunque creo que ya lo eras...
Solo pude reírme cuando de repente entró el director muy furioso y llamó a Lucas por su apellido. Me preocupé por lo que le diría.
-Ya nos enteramos de quién fue el que andaba pintando esas cosas en las paredes del colegio.
-¿Qué?-dijo él.
-Lo dedujimos por las escrituras que hay en su cuaderno. Son las mismas que hay en la pared.
Lucas sí había pintado esos graffitis o algo parecido, pero tenía que ayudarlo.
-Esto implica 5 amonestaciones.
Al oír eso, un impulso casi involuntario hizo que me pare bruscamente de la silla.
-No...-dije.
El director, Lucas y todos mis compañeros clavaron sus miradas en mí.
Rogué porque Lucas me dejara salvarlo de esta, si le colocaban esas 5 amonestaciones, él quedaría fuera del colegio, y no podía permitirlo.
-He sido yo la que escribió eso en su cuaderno. Y también en la pared. Lo siento.
-Muy ingeniosa, Segovia. Venga para acá, quería inculpar a su pobre compañero y al final se arrepintió, ¿verdad? Nos vamos a la dirección.-dijo el director.
Todos me miraban muy impresionados, Lucas con agradecimiento y el resto desentendidos. Fui a la sala del director y me aplicó las 5 amonestaciones, que para mí no significaban tanto.
Cuando volví, nuevamente las miradas de todos se posaron en mí, hasta que llegué a mi banco.
-Veo que te importo.-dijo Lucas.
-Te odio, pero hiciste algo bueno por mí, te la debía.
-No me debías nada, ser bonita es tu mérito, no mío.
Me hizo poner roja.
-Bueno, me refiero a defenderme de esas dos y apoyarme.
-Bueno, eso te lo merecías. Da igual, muchas gracias por ayudarme, te quiero Tina.
'Te quiero Tina'. Vuelvo a decir que nunca NADIE en toda la escuela me dijo que me quería. Pero no le dije nada.
Al final de ese día, él estaba en el pasillo, otra vez hablando con Melissa y Fabiana. Lo miré con odio y al parecer se dio cuenta. No entiendo porqué lo hacía. Me molestaba mucho que estuviera rodeado de esas zorras populares todo el tiempo. Cuando llegué a mi casa, no había nadie, así que me quedé sentada en el cordón de la vereda, hacía mucho calor y el sol ardía. De repente, oí pasos y cuando miré para la derecha, Lucas venía por la calle. Se paró al lado mío, me tendió su mano y yo la tomé, me paré y lo solté.
-¿Así que tú también vives por aquí?-dijo.
-Sí.
-¿Porqué me miraste así hoy?
-¿Cuándo?-me hice la tonta.
-A la salida.
-Eres un falso.
-¿Porqué?
-Porque andabas con esas dos después de que me dijiste que eran idiotas, no te entiendo.
-No soy yo el que va con ellas, sino ellas las que vienen conmigo, ¿entiendes?
-Igual, te odio Lucas.
-No seas celosa, Tina.
-¿Celosa? Pf, ni que fueras...
-Tu novio. ¿Verdad?
-¡Te odio!
-No es cierto. No me odias. Nunca lo hiciste, y me pasa lo mismo, pero lo acepto. Tina, no te preocupes, eres mucho más linda que todas esas zorras juntas.
Me estaba acorralando contra una pared y yo tan idiota se lo permitía, ¿qué me pasaba?
-¿Te pasa lo mismo que a mí?-preguntó él.
Pero yo estaba enmudecida. Finalmente pude decir algo.
-No. No, no y no. Te odio Lucas, lo sabes bien, te haré la vida imposi...
-Imposible te será escapar.-dijo y se acercó a mí cerrando los ojos.
Y cuando menos lo esperé, él me dio un beso. Yo seguía asombrada y tenía los ojos abiertos, lo cual le quitaba magia al momento, de a poco los fui cerrando, y abracé a Lucas por el cuello. Cuando terminó aquel largo beso, yo abrí los ojos y me sonrojé, luego empecé a reír y él me abrazó.
-¿Ahora me odias?-dijo él.
-Ahora más que nunca.
-¿Por robarte un beso?
-Por gustarme tanto.
-Entonces yo también debería odiarte.
-Tal vez...
-Te quiero Tina, te quiero mucho.
-Yo también te quiero Lucas.
Él sonrió. Yo jamás le había dicho que lo quería hasta ese momento.
En el colegio, al día siguiente, pasé al curso como siempre y me senté a su lado como si nada hubiera pasado.
-Hola.-dijo él.
-Hola.-le respondí.
No había ningún profesor allí, y al parecer no nos resistíamos, así que un ligero beso concluyó con aquella conversación. Cuando nos separamos, Melissa y Fabiana estaban boquiabiertas y no podían creerlo.
-¿Qué?-dije yo en voz alta.
Entonces nadie dijo nada y todos se dieron vuelta.
Al recreo salimos juntos, él me presentó a sus amigos y me cayeron muy bien, al menos tendría más gente conmigo, por fin. Por fin no estaba sola.
Salimos esa noche y quería decirle lo que realmente sentía.
-Lucas, bueno, quiero que sepas que en verdad contigo ya no me siento sola, gracias por defenderme cuando me humillaron, gracias por ser la primera persona en decirme que soy linda y que me querías, en serio.
Él sonrió.
-De nada, pero solo te di lo que merecías y te dije la verdad.
-Te amo.-dije pero luego bajé la vista avergonzada, pensando que quizás había estado fuera de lugar.
-No te avergüences.-me dijo y levanté la mirada.-Yo también te amo, por algo te elegí como novia, ¿no crees?
Sonreí y asentí con la cabeza. Le di la mano y me acerqué a él para darle un beso yo, ya que nunca lo había hecho.
Era feliz, muy feliz. Él fue la primera persona que tuvo lugar en mi corazón y que hizo que me sintiera bien conmigo misma, y pensar que empezó siendo como mi 'enemigo' y terminó como mi novio era lo más loco de esta historia.


La Anónima.