sábado, 15 de marzo de 2014

¿Saldrías con él?-Capítulo 1

El mujeriego
Hace 2 años...
Hoy es viernes, en diciembre, y él saldrá con sus amigos de siempre, que ahora no me pondré a nombrar ya que son demasiados y prefiero pasar a lo interesante. La fiesta es para mayores, pero eso no significa un problema para ellos, porque aunque tengan 15 aparentan más edad. Pasan, luego él divisa una rubia de aproximadamente 16 años y les dice a sus amigos que 'ya vuelve', es algo que siempre hace.
-Hola, ¿te dijeron que sos hermosa?-le dijo él a la chica en el tono más seductor posible.
Ella se dio la vuelta, lo miró y se puso roja.
-No...-dijo bajando la vista.
-¿Cómo te llamás?-le preguntó él.
-Jazmín, ¿vos?
-Gabriel.-mintió. Solía hacerlo ya que no quería tener fama de galán mentiroso.
Ella sonrió tímidamente y él le tomó la mano.
-En serio, sos re linda, ¿y tenés novio?
-No, no tengo.-dijo ella.
-Qué raro que alguien como vos no tenga novio.
Volvió a sonreír y se acercó un poco más a él. Al final, esta sería una de las típicas noches de Franco, una mujer para jugar, bebidas y amigos. Durante toda la fiesta, él estuvo besando a Jazmín, hasta que terminó.
-Bueno, fue un gusto conocerte.-le dijo él.
Ella lo miró extrañado.
-¿Me darías tu número?
Él se rió.
-No. Así está bien, linda, la pasé bien con vos.
Jazmín reflejó en su cara una total decepción.
-¿Me usaste para una noche?-le gritó.
-No exactamente, pero bueno, si así lo querés decir.-dijo él, hizo un gesto de 'adiós' con la mano y se fue en el auto de sus amigos.

Al día siguiente, la mamá de Franco, llamada Paula, lo destapó bruscamente para que se despierte.
-Dale, Franco, que tengo que ir a hacer unos trámites, así que vos te quedás a cargo en el gimnasio un rato porque va a ir una alumna, le tenés que dar esto.-dijo ella acercándole un papel.
Él, medio dormido, bostezó y se sentó.
-¿Y está buena tu alumna?
Paula puso los ojos en blanco.
-No seas baboso y vestite, son las 3 de la tarde.
Franco se levantó, se puso un pantalón blanco, una remera rosa y unas zapatillas negras, ni se molestó en peinarse, se lavó la cara y se fue con su madre en el auto para quedarse en el gimnasio del cual ella era profesora.
-Ya vuelvo, la chica no sabe que no voy a estar, así que si la ves desorientada, acercátele vos.
-Bueno, vuelvo a preguntar...¿Está...?-no pudo terminar de formular su pregunta.
-No sé si está buena o no, dejá de joder y hacé lo que te pedí, dale.
-Uy, bueno.-dijo él en tono de reproche y se bajó del auto.
Entró al gimnasio y empezó a mirar a todas las chicas que había allí, pero ninguna le resultó de su tipo. Franco se quedó parado en una esquina de la sala donde su mamá enseñaba spinning. De repente, una castaña con unos brillantes ojos marrones, vestida con ropa deportiva, caminaba hacia donde estaba él, al parecer buscando a alguien.
-Si, mamá, sí está buena.-dijo él por lo bajo y caminó acercándose a la chica.
Ella no se dio cuenta de que él estaba yendo hacia ella hasta que la tomó por el brazo.
-Disculpá, ¿vos buscás a Paula?-le preguntó él.
Ella lo miró frunciendo el entrecejo.
-Sí, ¿porqué?-contestó al fin.
-Es mi mamá. Y está en mi casa, no pudo venir, así que dijo que te llevara allá, pero es acá cerca, vamos caminando.-le mientió él, obviamente estaba buscando otra cosa.
-Es joda, ¿no?-dijo ella. Por lo visto, tenía carácter.
-No, si querés preguntá en la recepción, soy el hijo, posta.
-Eso no, pelotudo. Lo de ir a tu casa.
-Ah. No, no era joda, dale, vení.
Sin dejarla contestar, Franco la tomó del brazo y la condujo hasta su casa. Al llegar, abrió la puerta y pasaron los dos.
-¿Y entonces?-dijo ella cruzándose de brazos.
Franco se fue a la cocina y se 'fijó' si su mamá estaba.
-Uy...Mi vieja no está, che.-dijo él.
-¿Cómo que no está?-dijo ella enojada.
-Para vos va a ser mucho mejor que no esté...-dijo Franco y la arrinconó contra una pared.
Ella lo miró a los ojos y se quedó callada, él no pudo dejar de mirar sus labios hasta que hicieron contacto con los suyos. El beso no terminaba, cuando de repente se abrió la puerta de calle y ambos se separaron de un salto, al ver que Paula entró y se quedó boquiabierta, la chica le dio una cachetada a Franco y se fue hacia la puerta.
-Franco, ¡¿qué hacés con mi alumna?!-le gritó Paula.
-Pero...-dijo él mientras se ponía una mano en el cuello debido a la situación incómoda.
-¿Te dio la ficha?-le preguntó Paula a la chica, que negó con la cabeza.-Dámela, Franco, y después tenemos que hablar.
Franco revoleó los ojos, escudriñó entre los papeles que había en la mesa la ficha de la chica, la encontró y se la pasó a su mamá.
-Tomá, disculpalo al lanzado de mi hijo.
La chica hizo un gesto de ingenuidad y salió por la puerta.
-¿Qué te dije de mis alumnas?-le dijo Paula a Franco, muy molesta.
-Que no me las chamuye, ni haga nada.-dijo él mostrando aburrimiento y cansancio.
-Y, ¿no entendiste, entonces? ¿Será posible? ¡No podés con tu genio!-exclamó y se retiró del lugar.
Franco giró el picaporte y salió de su casa, pero de pronto alguien lo empujó de costado, por lo que se asustó, hasta que la vio a ella, la alumna de su mamá.
-¿Qué hacés?-le dijo asombrado.
-Nada. Escuchaba cómo te retaba tu mamá.-dijo ella en tono burlón.
-Me pegaste una cachetada y quedé como el culo en frente de mi vieja.
-Ese era el punto. Igual no voy a ir más a su gimnasio, así piensa que sos un acosador y que me diste miedo.
-¿Qué onda?
Ella se rió.
-No soy como las otras, a mí no me vas a ilusionar con un beso, somos iguales, yo no me tomo nada en serio.-dijo ella a medida que se le acercaba cada vez más a él.
Finalmente rodeó su cuello con los brazos y lo besó, luego se despegó de él y se alejó como la brisa de otoño. Él se quedó confundido, pero pensó en otra cosa y entró a su casa.

La Anónima.





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