domingo, 23 de marzo de 2014

La ex-Capítulo 1

El nuevo vecindario

Ella es demasiado perseverante, jamás se rinde si no consigue lo que quiere, puede estar años intentando algo y lo conseguirá: sea como sea. En el barrio de Villa Kenint, su nuevo objetivo es conseguir llevar su vida normal, tal como lo hacía antes de mudarse, no le faltaba nada en aquellos tiempos. Ahora extraña a sus amigos, su casa antigua, podría decirse que le apenó bastante la idea de irse para siempre de allí. Villa Kenint no es muy lejos de su viejo hogar, pero no lo visitarían mucho, solo a veces para ver a parientes que vivían ahí. Adeline solía tener una autoestima muy alta, sin llegar a ser egocentrismo, pero sabía reconocer sus
atributos, aunque también sus defectos. Recordaba muy bien a su ex, Drake, con el cual había terminado un tiempo antes de irse. La razón por la cual habían roto era la siguiente: Adeline sabía que se mudaría y que lo extrañaría demasiado, entonces fue apartándose de a poco, tratando de desapegarse de él, pero Drake reaccionó mal, muy mal se podría decir, al instante cuestionó el comportamiento de su novia, lo que ella consideró razonable, pero él sintió que ella estaba despreciándolo, y aunque ella se lo negó, él le cortó. Ella supo que era mejor para ambos, ya que no se volverían a ver, y una relación a distancia a su edad no era una idea muy llamativa, pero lo extrañó, y le costó muchísimo dejarlo atrás, es más, aún sigue con un resabio de sus recuerdos que habitan en su mente, aunque avanzó bastante en estos dos meses.

Recién llegadas a la casa, Adeline y su madre, Diane, se instalaron en una de las habitaciones. El motivo por el cual habían decidido mudarse era un trabajo muy interesante para Diane, que les otorgaría mucho dinero a ambas, y también porque la madre de Erwin, el padre de Adeline, vivía en Villa Kenint, y sufría una enfermedad complicada, lo que significaba que debían visitarla seguido para corroborar que todo estuviera en orden y para hacerle compañía en su difícil situación. Dely (apodo de Adeline) no había parado de llorar en todo el viaje, no podía terminar de despedirse de aquellos amigos y compañeros que la habían acompañado durante sus 17 años de vida. No podía dejar de ver a Drake. No podía olvidar aquella casa en la cual había pasado los mejores momentos de su vida. Simplemente le costaba demasiado y el corazón se le hacía añicos cada vez que pensaba en que tendría que replantear un nuevo futuro en aquel nuevo vecindario. Se dispuso a secar sus lágrimas y a limpiarse la cara, tenía el contorno de los ojos cubierto de delineador negro que se le había corrido al llorar. Luego de pasarse una toalla por el rostro, Adeline se fue a recorrer el barrio para ver si encontraba nuevos amigos, al menos hasta que comenzara la escuela, en septiembre. La cálida brisa de fines de agosto soplaba en su espalda y revolvía su cabello en el viento. Miró al suelo y recorrió cada línea de cemento, cada huequito que había en el pavimento. Era algo estúpido, pero era lo único que podía hacer en esa solitaria calle. No tuvo éxito en su búsqueda de vecinos, no podía sentirse peor, volvió a su casa para encerrarse en su cuarto y llorar en el suelo durante un largo rato, deseando más que nunca volver al barrio St. Smith.
-Adeline, ¿puedes, por favor, venir a comer? La cena está lista de hace horas.-dijo Diane con dureza en su voz.
-No tengo hambre.-respondió Adeline.
-Debes comer, fue un día largo y...
-He dicho que no tengo hambre. Cierra la puerta y vete.
-¿Con qué derecho me hablas así? Levántate y ven a la mesa.
-Con el mismo derecho con el cual tú me trajiste aquí. 
Diane se quedó callada un largo rato, sosteniendo el picaporte de la puerta con su mano. Sus ojos estaban abiertos de par en par y su expresión era de total asombro. Adeline la miró por el rabillo del ojo y luego volvió la vista al suelo. Su madre finalmente cerró la puerta y la dejó sola otra vez. En cuanto ella se fue, de los ojos de Dely brotaron lágrimas de frustración, pero decidió acostarse en su cama y dormir, quería un poco de paz aunque sea una noche, olvidarse de que ya no estaba donde y con quienes quería, soñar que todo esto no estaba pasando. Y lo hizo. En su sueño, Adeline estaba con sus dos mejores amigas, Erica y Halle, en su anterior colegio compartiendo una típica mañana en el recreo de los 10 minutos. A la tarde visitaba a su abuela y tomaba el té con ella, y finalmente se encontraba con quien aún era su novio, Drake, y lo abrazaba, y lo sentía. Pero luego despertaba, y lloraba de nuevo. Adeline solo esperaba que todo mejorara y que pudiera superar aquello. Lo único que le quedaba de su antigua vida eran sus padres y su perro. Por primera vez quiso que la escuela comenzara para hacer sociales, solo faltaba una semana, pero se le haría eterna...

La Anónima.



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