sábado, 29 de marzo de 2014

Perfect Combination-Capítulo 3

¿Zorra? Para nada...

Los días fueron pasando, no había hablado con Raymond desde esa vez en la calle cuando al fin supe su nombre. Cada vez me dolía más y más verlo con Ashley, verlos tan felices. Estaba enamorada de alguien que nunca me iba a corresponder, si, así se podía describir. 

Era una mañana de primavera, cuando noté que estaba llegando tarde al colegio, me vestí lo más rápido que pude, peine mi cabello que me llegaba hasta la cintura y partí rumbo a la escuela. Siempre me gustó ir a la mañana, pienso que se pasa más rápido el tiempo y la verdad es que amo sentir el viento frío en mi cara.
Al llegar, me encontré con Raymond y Ashley besándose, o como a mi me gusta describirlo intercambiando fluidos bucales, no es que no me gusten los besos en los labios pero... entre ellos dos la verdad es que me enferma. Lo único que pude hacer fue mirarlos con tal desprecio que al parecer si lo notaron.
Me dirigí al salón de clases con ellos dos pisándome los talones, el profesor ya había llegado y para mi desgracia no me dejó entrar, me dijo que ya era demasiado tarde y debería esperar al receso. 
Mientras esperaba, ellos dos seguían su rutina de besos, abrazos y bla bla bla, realmente era enfermizo.

Dos horas después, cuando ya había terminado la clase de historia, la profesora de japonés me mando a buscar los libros a la biblioteca, y a que no adivinan a quién me encontré en el pasillo, si, a Ashley besándose con otro chico al parecer mayor que ella y a juzgar por su aspecto era el chico más lindo de todo quinto año, Brandon Robinson. 
En ese momento una idea muy macabra me llegó a la mente, podía sacarles una foto y mostrársela a Raymond pero... no fue necesario, justo cuando estaba por preparar mi teléfono él llegó.
Luego de quedarse parado sin palabras por unos cuantos minutos, Ashley lo vio, al parecer trató de explicarle pero él no quiso escuchar y lo siguiente que pude ver fue como él se alejaba de allí rumbo a su salón. Se lo notaba devastado, quería abrazarlo pero no podía.

La hora del almuerzo al fin había llegado, que hambre que tengo pensaba. Mientras me dirigía a mi mesa trataba de buscarlo con la mirada, quería hablarle, ayudarlo, pero no hizo falta porque justo cuando estuve a punto de sentarme a comer, oí una bella voz pronunciando mi nombre y sin duda era la suya:
-Lucy.-logró decir con voz entrecortada.
-Hola Raymond, ¿como estas?-contesté, ya sabía que estaba mal, pero no podía dejar que él supiera que yo había presenciado todo su rompimiento.
-Pues... aquí ando.-dijo.
-¿Por qué? ¿Qué pasó?-me animé a preguntar.
-Prefiero no hablar de eso.-respondió.
-De acuerdo, sabes que para lo que necesites estoy.-dije y vi como esbozó una pequeña sonrisa que dejaba ver esos dientes perfectamente blancos.
-Gracias Lucy, no sé que haría sin ti.-contestó y me abrazó. Odiaba sentir cosas por él, hasta el más mínimo contacto me hacía sentir maripositas en el estómago, imagínense un abrazo. 
Quería besarlo, demostrarle que siempre iba a estar, pero él solo me veía como una simple amiga más.



♥Srta. Misteriosa.






  

En papel de mosquito-Capítulo 1

Abril

-No entiendo porqué nos tenemos que levantar tan temprano para ir al colegio, se supone que hay que tener energías,  no sueño.-dije mientras me subía al auto con mi bolso colgado al hombro.
-Bueno, pero vos elegiste ir a la mañana, no a la tarde, ahora te la aguantás.-me replicó mi mamá, que arrancaba el coche.
-Encima ni siquiera me interesan los temas de los que me hablan las viejas esas que hay de profesoras...
-Más respeto.
-Ni que estuviera hablando de vos.
-Da igual de quién hablás, no seas maleducada.
Refunfuñé. Me molestaba mucho cuando mi mamá me reprochaba cosas.
-Vas a conocer gente nueva, tener materias nuevas, y todo eso, porque ya pasaste a tercero, los mezclaron a todos, y bueno, debe haber chicos que entraron este año, ¿o no?-preguntó ella.
-Sí, seguro, igual ya sabés que no soy muy sociable.
-Tenés que tratar.
-Sí, pero si no se puede no se puede.
-Bueno, Abril, suerte.-me despidió mi madre al llegar al colegio.
-Gracias.-dije y me bajé.
Caminé hasta la puerta de entrada, que estaba atestada de gente por el comienzo de clases, y entonces me encontré con mi amiga Anabella, que venía corriendo hacia mí con emoción en sus ojos.
-¡Amiga!-me gritó al tiempo que me daba un reconfortante abrazo amistoso.
-¿Cómo andás? Mucho tiempo sin verte...-le reclamé en tono juguetón.
-Sí, no nos juntamos casi nada en las vacaciones...¡Vamos a ver a los nuevos!
-Ani, faltan tres minutos para que...-no terminé la oración porque me agarro brutalmente del brazo y me arrastró hacia una lista de chicos que habían ingresado este año.
-Ángeles Reyes, Bárbara Cansinos...-dijo varios nombres más de chicas.-¡Acá hay chicos! Benjamín Picchione, Germán Domínguez y Gastón Arce...¿Estarán buenos?
-No sé, ni me interesa, ahora haceme el favor de...-me di vuelta y me topé con un chico que al instante de verme se rió, como si le agraciara el inconveniente que me había ocasionado encontrármelo justo en frente mío al voltearme.
-Perdón.-dije y me aparté con mi amiga.
Fue como si desde ese momento en que fijé mi vista en su rostro, no pudiera dejar de pensar en él. Estuve toda la mañana tratando de averiguar su nombre, y no faltó que viniera Anabella para comunicarme algo:
-¡Es de nuestra promoción! ¡Es Gastón! Gastón Arce.-me dijo.
-¿Si? ¿A qué división va?
-Al "A".
Nosotras íbamos al "B", uno de los cursos de Economía. El "C" era de Ciencias Naturales.
-Está lindo. Te gusta, ¿no?-preguntó Ani.
Quise negarlo, pero mi mirada era tan delatora que ni me molesté en hacerlo.
-La verdad sí.
Anabella hizo un gesto de triunfo.
-Por fin alguien te gusta...

Gastón

Estuve esperando el colectivo durante horas, hablando exageradamente. Mi mamá ni siquiera se digna a llevarme en su auto el primer día de clases en este colegio que no conozco para nada. Cuando llegó el
autobús, paso la tarjeta por el lector y cuando me doy cuenta, no tengo saldo para pagarme un boleto. Con vergüenza, tuve que pasar asiento por asiento pidiendo monedas, y aún así no conseguí reunir la cantidad de dinero suficiente como para viajar. El chofer me miró con aire desdeñoso, pero yo me quedé arriba, no iba a rendirme así, si no me había dicho nada. Me hice el desentendido y me senté al final del pasillo, apoyé la
cabeza en la ventana y me dormí. Me desperté y me di cuenta de que me había pasado unas cuantas paradas, así que me despabilé, me paré rápido y toqué el timbre. Se abrieron las puertas, bajé las escaleras y corrí hasta el colegio, que estaba a tres cuadras. Llegaba retrasado, más bien, justo a tiempo, ni un minuto más, ni un minuto menos. Crucé por la puerta principal de la institución y caminé rápido hasta el que ahora sería mi curso, pero había mucha gente en medio y se hacía difícil pasar. Estaba a punto de llegar cuando una chica se dio vuelta repentinamente hacia mí y me miró asustada, no se esperaba encontrarme ahí, aunque yo no tuviera previsto tampoco que ella se volteara así...Quedamos enfrentados el uno con el otro, no pude evitar reírme de su reacción al encontrarme allí, pero luego me pidió disculpas y siguió su camino. Quizás esté en mi promoción...

-Hola.-me saludó un chico cuando ingresé al aula.
-Hola.-le respondí.
Una rubia se acercó a mí.
-¿Sos Gastón Arce?-me preguntó ella.
-Sí, ¿por?
-Una amiga me contó que te conocía y que eras re lindo. Tenía razón.
Hizo un gesto travieso y se fue. Me sentí raro.
-Tenés levante...-siguió diciéndome el chico que me había saludado.-Yo también soy nuevo, me llamo Benjamín.
-Ah...¿Levante?-me reí, no me la podía creer.
Él compartió la risa y después se sentó al lado mío. Bueno, era algo para empezar, un amigo. Ya había tenido un día con bastante mala suerte, desde la falta de crédito en la tarjeta hasta el momento incómodo con la chica del pasillo. Estaba sumido en mis pensamientos cuando alguien tocó la puerta del curso y entonces la vi, era la misma que me había topado anteriormente. Ella me miró y me sonrió, la verdad yo no entendía nada. Ella venía a darle algo a la profesora, al parecer.
-¿Quién es esa chica?-le pregunté a mi compañero de banco mientras la señalaba con disimulo, capaz sabía.
-Me parece que se llama Abril...Lo único que sé es que va al "B".
-Ah, entonces sí tiene nuestra edad...
-¿Por qué? ¿Te gusta?
-¡No!-me apresuré a negar.
-Bueno, tampoco es para que te pongas así, no es tan fea...
No era fea, a decir verdad era bastante linda, pero no sentía nada por ella, apenas si la había visto dos veces en toda mi vida.

La Anónima.







martes, 25 de marzo de 2014

Perfect Combination-Capítulo 2

Un encuentro inesperado

La clase de Arte al fin había concluido, era hora de descansar.
Me me dirigí a la sala de música como todos los días y lo vi, el chico lindo de la clase de Arte estaba allí, pero no solo, estaba con una chica y a juzgar por su aspecto era Ashley. Él la agarraba fuerte de la cintura mientras ella lo abrazada por el cuello a pocos centímetros de su boca. Era obvio, se iban a besar. Traté de ignorarlo pero no pude, un inmenso vacío me inundó el corazón en un santiamén.
A los pocos segundos, la campana sonó, el descanso se había acabo. Ellos salieron de la mano rumbo a sus respectivas clases, eso me daba la pauta que si eran novios. Era enfermizo, no podía ni pensarlo.
En esta hora tenía clase de Álgebra y al parecer él también porque estaba en el mismo salón que yo. Me senté en el último asiento, como siempre. Tenía mejor visión de él, de lo que hacía.
En un instante, vi llegar a la profesora que ordenó a los que estaban parados, incluso a él, que tomaran asiento. Yo solo bajé la mirada, era obvio, que nadie se iba a sentar conmigo.
En ese momento, noté que él se había sentado justo delante de mí. No lo podía creer, al principio pensé que era porque no le quedaba más remedio pero al parecer no era así.
Las horas pasaron demasiado rápido para mi gusto, ya tenía que volver a casa después de un agotador y espantoso día de escuela.
Mientras caminaba pensaba en él y solo en él, en lo que había visto, miraba al piso, trataba de contener mis lágrimas pero se me hacía imposible.
A los pocos segundos, sentí una mano sobre mi hombro y si, era él. Me limité a mirarlo a los ojos, a mirar esos hermosos ojos café. Luego de estar así una milésima de segundo, al fin pude articular palabra:
-Holaa.-me animé a decir.
.Hola, al parecer vivimos cerca.-dijo sonriendo.
-Pues... si.-titubee. 
Justo cuando terminé la frase un rotundo silencio nos invadió. Algo incómodo para mi gusto, pero él no tardó en hacerlo desaparecer:
-Me llamo Raymond.-agregó. Me siento adelante tuyo en la clase de Álgebra.
-Si, lo sé, soy Lucy.-respondí.
-Pues... es un placer conocerte.-dijo.
-Igual.-contesté.
Después de entablar una pequeña conversación, mi madre me llamó furiosa, no me había dado cuenta de que estaba retrasada, el tiempo pasaba tan rápido cuando estaba con él que no tenía noción del mismo. 


♥Srta. Misteriosa.

lunes, 24 de marzo de 2014

La ex-Capítulo 3

Como perro y gato

Era viernes, Adeline se fue al colegio recordando su cita con Chase Martins. Al llegar se encontró con Jackie, que la saludó emocionada.
-¡Adeline!-gritó.
-¡Hola, Jackie!-le devolvió el saludo.
-¿Al final a dónde irás con Chase? 
-Voy a ir a la gran fiesta de hoy.
-¡Genial! Iré con mi novio, así lo conoces, ¿te parece?
-Claro, es una muy buena idea.
-Te presentaré a un amigo mío. ¡Curtis!-llamó al chico, que de inmediato se dio vuelta sobresaltado y se dirigió caminando hacia ellas.
-¿Qué sucede, Jackie?-preguntó él, ignorando la presencia de Dely.
-Ella es Adeline, mi nueva amiga.-la presentó Jackie.-Adeline, él es Curtis.
-Hola, Curtis.-dijo Adeline.
-Hola.-dijo él sonriendo.
-¿Por qué has faltado ayer?-preguntó Jackie.
-Estaba mal.-le respondió él.
-Siéntate detrás de nosotras, con Estelle, la pobre está muy sola, además creo que le gustas...
-Está bien...-dijo desganado.
Se dirigieron al salón y Curtis se ubicó detrás de ellas. A la hora del almuerzo se sentó con las chicas y con Estelle. Curtis tenía el pelo negro, ojos grises y no tenía mucho físico, pero era lindo. Estelle era rubia, tez bronceada, ojos avellana, tenía muy bellas facciones, pero era tímida, por lo que siempre andaba sola. 
-Curtis, deberías ocuparte de buscar amigos varones.-dijo Jackie mientras comía su hamburguesa. 
Curtis revoleó los ojos.
-Lo sé, pero todos creen que soy gay porque desde primaria que ando solo contigo.
-Bueno, quizás venga algún nuevo en estos días, es más, le estuve proponiendo a mi novio que se mude a Villa Kenint, él les caería muy bien a todos ustedes, estoy segura.
-Podría ser...-titubeó Curt.
Luego sonó el timbre y se fueron a clase. El día pasó rápido, cuando terminó, Jackie y Adeline se dirigieron caminando a la casa de ésta última para luego ir a la fiesta.
-Me encontraré con mi novio en la fiesta, ¿tú cómo harás con Chase?-preguntó Jackie.
-También, allá en la fiesta.-dijo Dely mientras revolvía su ropa.
Adeline eligió un vestido negro corto con brillos, como si fueran lentejuelas, pero más pequeñas. En los pies se puso zapatos altos de color rojo. Le prestó a Jackie un strapples de color dorado y también tacos negros. Peinó el pelo azabaché de su amiga formándole bucles en las puntas, y Jackie cepilló el de Adeline, dejándolo casi tan liso como una hoja de papel. Luego se maquillaron y a las 9 de la noche la mamá de Dely las llevó a la fiesta en su auto.
-Adiós, chicas, no vuelvan muy tarde.-dijo Diane despidiéndose de ellas.
-Sí, mamá, adiós.-dijo Adeline y cerró la puerta del coche mientras se bajaba.
Adeline abrió su cartera y empezó a buscar su brillo labial para retocarse, pero la interrumpió un grito de Jackie.
-¡Ahí está!-dijo la chica y se fue corriendo hacia un auto del cual bajaba un chico.
Adeline alzó la vista y vio de lejos algo que hizo que quedara totalmente impresionada. El chico que bajaba del carro era Drake.
-Por el amor de Dios...-pronunció Dely por lo bajo.
Ella vio que Jackie se daba vuelta después de besar a Drake y le hacía un ademán para que fuera hacia allá.
-¡Ven, Adeline! ¡Él es de quien tanto te hablé!
Dely vio cómo la sonrisa de Drake se borraba al instante en que la vio. La chica fingió no conocerlo y se acercó.
-Bien, los presento. Drake, ella es Adeline, Adeline, él es Drake.-dijo Jackie sonriendo.
Adeline hizo un gesto de saludo con la mano y forzando una sonrisa, Drake le dijo 'hola'.
Jackie notó que se miraban con odio.
-¿Qué pasa?-preguntó.
-Nada...-dijeron al unísono sin apartar la vista uno del otro.
Adeline no pudo controlar sus impulsos y lo golpeó con su cartera.
Él se frotó el brazo dando a entender que le había dolido.
Ella amenazó con volverle a pegar y se le acercó, entonces él empezó a apartarse caminando cada vez más rápido...Hasta que Dely terminó persiguiéndolo por todo el salón, corrían como dos niños.
-¡Cobarde!-le gritaba Adeline.
Jackie estaba boquiabierta, no entendía absolutamente nada.
-¿Yo? ¡Tú! ¡No te animabas a decirme nada!-le dijo él. 
Al final se quedaron parados mirándose con enfado, con la respiración agitada por cómo habían corrido. Los tacos de Jackie acercándose hacían ruido. Cuando estuvo en frente de ambos, dijo:
-¡¿Se puede saber qué mierda fue eso?!
Adeline y Drake la miraron, sin pronunciar ni una sola palabra.
-Solo odio. Odio mutuo.-dijo al final Adeline.
-Sí, claro, y así de repente.-le dijo Jackie poniendo los ojos en blanco.-¿De dónde se conocen?
-No importa, Jackie, ya pasó, fue solo algo que nos debíamos, ya está, iré a buscar a Chase.
-¡¿Chase?!-se le escapó a Drake en tono celoso.
Adeline se dio vuelta y lo miró extrañada, lo mismo que hizo Jackie.
-Digo...Chase, me suena conocido.-dijo tocándose el cuello con aire nervioso.
-Sí. Chase Martins, mi pareja para esta noche.-le dijo Dely y se fue.
-¡Dely!-la llamó Jackie antes de que se alejara aún más.
-¿Si?
-Luego tengo que hablar contigo.
-Está bien.
Adeline desapareció entre la multitud y Drake la siguió con la mirada.
Jackie movió su mano en la cara de Drake para que dejara de mirar.
-¡¿Qué tanto miras?!-le gritó ella.
-No, nada. Perdón.
-Bueno. Ahora me dices de dónde la conoces.
-De...St. Smith, íbamos al mismo colegio y nos odiábamos.
-Ajá...
-En serio, amor.
-Le preguntaré a ella también y veremos si los dos mienten.
Jackie se fue enojada a su casa en un taxi y Drake se quedó solo, sentado en un sillón, mirando al suelo. Cuando apartó la vista del piso, vio a Adeline bailando con Chase y sintió ganas de pararse para separarlos, pero sabía que no tenía derecho a hacerlo. Dely lo vio y le echó una mirada seductora, a la vez fulminante. Drake no aguantó más y se paró del sofá, dirigiéndose hacia ellos. Cuando ella lo vio tan cerca, pudo decirle a Chase que volvería enseguida y luego ir junto a su ex.
-¿Qué es lo que pretendes?-preguntó ella.
-Nada. Qué mala suerte.-dijo él.
-¿Mala suerte? ¿Tú crees?-dijo ella acariciándole el cuello con su meñique, luego se apartó.
-Sí. Tú dijiste que no podíamos mantener una relación a la distancia, y mírame. Ahora estoy con tu mejor amiga viviendo igual de lejos. Y no voy a dejar de verte. ¿Te parezco afortunado?
-Pues, de verme sí.-dijo ella riendo.
Él también se rió.
-No le hagas daño, Drake.-dijo Adeline refiriéndose a Jackie.
-No lo haré, no te lo hice a ti tampoco, fuiste tú la que quiso decir adiós.
Dely bajó la vista y asintió.
-Ya lo sé.-balbuceó.-Pero da igual. Solo quisiera preguntarte algo.
-Dime.
-¿Me querías?
Drake se quedó callado un segundo.
-Sí, Adeline.
-Lo siento.-dijo ella, agarró su cartera y se fue.
Él se quedó mirándola, pero luego se fue. 
-Chase, tengo que irme.-dijo Dely.
-¿Tan pronto?-le dijo él.
-Sí, perdona, mi madre ya viene. 
Una bocina sonó, era Diane. Adeline se despidió de Chase y se subió a su coche, sin siquiera saludar a su madre. De camino a su casa, ella miraba por la ventana y pensaba en Drake, hace tan solo un día se había prometido vivir la vida sola, sin preocuparse por ningún chico...Y ya estaba incumpliendo su promesa.

La Anónima.



Perfect Combination-Capítulo 1

El día que te vi por primera vez

3 de septiembre de 2014

Eran las 6 a.m. cuando oí la alarma sonar, desganada y sin fuerza de voluntad, la apagué. Sé que este será un nuevo año y quiero disfrutarlo al máximo. Me prometí a mí misma no dejarme pisotear por nadie nunca más.
Al llegar al colegio, me fijé cuál era mi primera clase, y para mi desgracia...¡ERA ARTE! Cómo odio esa materia, odio los trabajos en grupo, y este espacio curricular está lleno de ellos.
Me dirigí a paso calmo hasta el salón y al llegar me ubiqué en el último asiento de la fila del medio. 
Unos minutos después, empezaron a llegar mis compañeros de clase, todos un poco simpáticos, excepto por una, Ashley Brown, alias "zorra". Realmente odio a esa tipa, siempre busca hacerme mal y sólo porque en tercer grado ensucié su vestido favorito con plasticola. Me parece que una parte de su "plan venganza" era sentarse delante mío, porque eso hizo. 
A los pocos segundos llegó el profesor de Arte, seguido por cuatro chicos que al parecer eran los nuevos, entre ellos había uno que estaba guapísimo, de verdad era perfecto. 
Mientras yo contemplaba su belleza no pude notar que se sentó justo delante mío, al lado de la zorra. Eso me ponía furiosa, ¡¿Porqué ella y no yo?! me limitaba a pensar.
Justo cuando terminé mi ritual de insultos habitual, escuché una voz, era de Ashley, me estaba hablando:
-Hola Lucy, ¿qué tal tus vacaciones?-me preguntó, pero por la expresión de su cara, noté que no le importaba realmente, seguro sólo trataba de ser amable porque estaba él presente. 
-Pues, estuvieron bien.-me limité a contestar. 
-Me alegro mucho por ti.-agregó sonriente.
Era tan falso su intento de bondad que no podía creer cómo él no lo notaba. Ya era hora de desenmascararla, y eso iba a hacer:
-¿Esperas que me crea que te importo?-dije con voz ronca. 
-¿Tú...importarme? Por favor, no me hagas reír, una fracasada como tú jamás me importaría, en absoluto.
Sus palabras eran como mil puñales que se clavaban lentamente en mi corazón. Solo deseaba ignorarla. 

Srta. Misteriosa




domingo, 23 de marzo de 2014

La ex-Capítulo 2

Primer día

Adeline irá a un colegio muy cercano a su casa, el nº 234, así que se levantó sola y se puso el nuevo uniforme. Al mirarse al espejo no se reconoció, se acordaba de cuando iba a otra escuela, iban con la ropa que querían. Se peinó rápidamente, solo pasándose un cepillo por el pelo y dejándolo suelto, su larga cabellera castaño claro le tapaba toda la espalda, era brillante y suave. Luego se maquilló apenas y salió caminando. Hacía un poco de frío por lo temprano que era, así que alargó los puños de su campera y se frotó las manos. Cuando llegó, notó que había mucha gente para conocer, así que eso la reanimó un poco. Su curso sería 5º A, así que fue hasta el final del pasillo para entrar a su salón. Encontró unas cuantas personas dentro, entre ellas, una chica con pelo negro y ojos celeste cielo, a decir verdad, bastante linda. Decidió saludarla.
-Hola, soy nueva, me llamo Adeline.-dijo.
La chica sonrió.
-Hola Adeline. Soy Jackie. ¿De dónde vienes?
-St. Smith.
-Conozco ese lugar, ¡es muy bonito! Bueno, verás que no te costará hacerte amigos aquí. ¿Quieres sentarte conmigo?
-Claro.
Adeline se puso feliz, ya había conseguido una nueva amiga y era muy simpática.
-Te enseñaré algo. Estos son los horarios, deberías tener cuidado con ciertos profesores...-dijo Jackie señalando la programación de todos los días que tenía escrita en el interior de su carpeta. 
A la hora del almuerzo, Jackie y Adeline fueron al patio con sus bandejas llenas de comida.
-Verás, no sabe tan mal...-dijo Jackie agarrando una pata de pollo.
Adeline sonrió y le dio un mordisco a su sandwich de jamón y queso.
En el silencio del almuerzo, Jackie pronunció las primeras palabras.
-Y...¿tienes novio?
A Dely le dio un vuelco en el corazón al recordar a Drake.
-No...
-Pero seguro has tenido.
-Sí, hasta hace poco.
-Yo tengo uno, pero es a distancia.
-¿En serio?
-Sí. Mañana vendrá a Villa Kenint a verme, te lo puedo presentar.
-¡Seguro! 
-Y tiene amigos...Quizás te pueda interesar alguno de ellos.
Adeline se rió.
-Sí, tal vez. 
El timbre para volver a clases sonó.
-Bueno, creo que debemos ir.-dijo Adeline.
-Sí.-afirmó Jackie.
En el camino, alguien tropezó con el pie de Adeline, un chico.
-¡Ay! Lo siento tanto...-dijo Dely ayudando al caído a levantarse.
Un chico rubio y de ojos verdes, atractivo y fuerte, le sonrió.
-No es nada, ha sido un honor tropezar contigo.
Adeline se sonrojó y se puso un mechón de cabello detrás de la oreja.
El chico se levantó. 
-Soy Chase.-dijo él
-Adeline.
-¿Te veo después de clase?
-Seguro.
Chase se despidió y se fue por el pasillo.
A todo esto, Jackie se había quedado observándolos.
-¡Te liga Chase Martins!-le dijo Jackie a Dely con emoción.
-Así que ese es su apellido...¿Y qué tiene de especial?
-Todas mueren por él, Adeline...
Entraron al aula y siguieron hablando durante todo el tiempo que quedó del día escolar.
Luego Adeline se encontró con Chase a la salida.
-Bueno, Adeline, ¿te apetecería salir mañana? Es viernes...A la noche.-propuso Chase luego de una larga conversación.
-¿A dónde?
-¿No sabes a dónde saldrán todos mañana?
-No tengo idea...
Chase sacó una tarjeta de su bolsillo y se la enseñó a Dely.
-¿Ves? Es la fiesta más esperada. 
A Adeline le pareció interesante. 
-Entonces acepto. ¿Me recoges?
-Veré si consigo auto, pero...
Dely se reía en su mente, ser arrogante no estaba en sus planes, pero tendría pretensiones de ahora en más con todo chico que se le acercara, había sufrido mucho con Drake y no quería volver a pasar por eso.
-¿No tienes?-dijo en tono despectivo.
-No...Mis padres...
-Entonces voy yo y nos encontramos allí. Nos vemos.
Ella hizo un gesto con la mano para despedirse y se fue caminando a su casa con una sonrisa dibujada en los labios, no pensaría más en su ex, ni en Chase, ni en nadie, su vida era destinada a triunfar sola, si algún día conseguía un buen compañero, perfecto, pero por ahora solo pensaría en ella misma.

La Anónima.


La ex-Capítulo 1

El nuevo vecindario

Ella es demasiado perseverante, jamás se rinde si no consigue lo que quiere, puede estar años intentando algo y lo conseguirá: sea como sea. En el barrio de Villa Kenint, su nuevo objetivo es conseguir llevar su vida normal, tal como lo hacía antes de mudarse, no le faltaba nada en aquellos tiempos. Ahora extraña a sus amigos, su casa antigua, podría decirse que le apenó bastante la idea de irse para siempre de allí. Villa Kenint no es muy lejos de su viejo hogar, pero no lo visitarían mucho, solo a veces para ver a parientes que vivían ahí. Adeline solía tener una autoestima muy alta, sin llegar a ser egocentrismo, pero sabía reconocer sus
atributos, aunque también sus defectos. Recordaba muy bien a su ex, Drake, con el cual había terminado un tiempo antes de irse. La razón por la cual habían roto era la siguiente: Adeline sabía que se mudaría y que lo extrañaría demasiado, entonces fue apartándose de a poco, tratando de desapegarse de él, pero Drake reaccionó mal, muy mal se podría decir, al instante cuestionó el comportamiento de su novia, lo que ella consideró razonable, pero él sintió que ella estaba despreciándolo, y aunque ella se lo negó, él le cortó. Ella supo que era mejor para ambos, ya que no se volverían a ver, y una relación a distancia a su edad no era una idea muy llamativa, pero lo extrañó, y le costó muchísimo dejarlo atrás, es más, aún sigue con un resabio de sus recuerdos que habitan en su mente, aunque avanzó bastante en estos dos meses.

Recién llegadas a la casa, Adeline y su madre, Diane, se instalaron en una de las habitaciones. El motivo por el cual habían decidido mudarse era un trabajo muy interesante para Diane, que les otorgaría mucho dinero a ambas, y también porque la madre de Erwin, el padre de Adeline, vivía en Villa Kenint, y sufría una enfermedad complicada, lo que significaba que debían visitarla seguido para corroborar que todo estuviera en orden y para hacerle compañía en su difícil situación. Dely (apodo de Adeline) no había parado de llorar en todo el viaje, no podía terminar de despedirse de aquellos amigos y compañeros que la habían acompañado durante sus 17 años de vida. No podía dejar de ver a Drake. No podía olvidar aquella casa en la cual había pasado los mejores momentos de su vida. Simplemente le costaba demasiado y el corazón se le hacía añicos cada vez que pensaba en que tendría que replantear un nuevo futuro en aquel nuevo vecindario. Se dispuso a secar sus lágrimas y a limpiarse la cara, tenía el contorno de los ojos cubierto de delineador negro que se le había corrido al llorar. Luego de pasarse una toalla por el rostro, Adeline se fue a recorrer el barrio para ver si encontraba nuevos amigos, al menos hasta que comenzara la escuela, en septiembre. La cálida brisa de fines de agosto soplaba en su espalda y revolvía su cabello en el viento. Miró al suelo y recorrió cada línea de cemento, cada huequito que había en el pavimento. Era algo estúpido, pero era lo único que podía hacer en esa solitaria calle. No tuvo éxito en su búsqueda de vecinos, no podía sentirse peor, volvió a su casa para encerrarse en su cuarto y llorar en el suelo durante un largo rato, deseando más que nunca volver al barrio St. Smith.
-Adeline, ¿puedes, por favor, venir a comer? La cena está lista de hace horas.-dijo Diane con dureza en su voz.
-No tengo hambre.-respondió Adeline.
-Debes comer, fue un día largo y...
-He dicho que no tengo hambre. Cierra la puerta y vete.
-¿Con qué derecho me hablas así? Levántate y ven a la mesa.
-Con el mismo derecho con el cual tú me trajiste aquí. 
Diane se quedó callada un largo rato, sosteniendo el picaporte de la puerta con su mano. Sus ojos estaban abiertos de par en par y su expresión era de total asombro. Adeline la miró por el rabillo del ojo y luego volvió la vista al suelo. Su madre finalmente cerró la puerta y la dejó sola otra vez. En cuanto ella se fue, de los ojos de Dely brotaron lágrimas de frustración, pero decidió acostarse en su cama y dormir, quería un poco de paz aunque sea una noche, olvidarse de que ya no estaba donde y con quienes quería, soñar que todo esto no estaba pasando. Y lo hizo. En su sueño, Adeline estaba con sus dos mejores amigas, Erica y Halle, en su anterior colegio compartiendo una típica mañana en el recreo de los 10 minutos. A la tarde visitaba a su abuela y tomaba el té con ella, y finalmente se encontraba con quien aún era su novio, Drake, y lo abrazaba, y lo sentía. Pero luego despertaba, y lloraba de nuevo. Adeline solo esperaba que todo mejorara y que pudiera superar aquello. Lo único que le quedaba de su antigua vida eran sus padres y su perro. Por primera vez quiso que la escuela comenzara para hacer sociales, solo faltaba una semana, pero se le haría eterna...

La Anónima.



jueves, 20 de marzo de 2014

Con vos hasta el final-Capítulo 6

Transcurre el tiempo. Rápido. Demasiado rápido para mi gusto. Estoy a punto de recibirme de médica clínica, tengo ya 24 años. Me es imposible de creer, es como si ayer fuera que empecé a salir con Facundo. Seguimos juntos, y seguiremos juntos por siempre...O al menos eso creo yo. Anoche cumplimos 5 años de novios, nunca hemos decaído. A veces peleamos, pero nada grave, no hemos terminado jamás y lo máximo que estuvimos sin hablarnos fueron dos días. Les contaré lo que ha ido pasando a lo largo de estos años. En nuestro primer año, preparé una cena de las que mi madre me enseñó antes de partir. Dice que cocino demasiado bien, pero no soy solo yo...No puedo explicarles lo bien que hace todo, es como si fuera perfecto, realmente no le hallo defectos. Aquella noche la pasamos juntos, y nos declaramos todo lo que sentíamos. Luego, para el segundo aniversario, fue él quien tomó la iniciativa y planeó un viaje solo para nosotros, a donde siempre quise ir: París. Una romántica semana en aquella ciudad mágica, siempre hacía frío, salíamos abrigadísimos a la calle, y yo temblaba, así que el me abrazaba fuerte. Me llevó a ver la Torre Eiffel, y hasta subimos. Desde allá arriba, selló todo con un beso, creo que fue el mejor momento de toda mi vida. Las luces de la ciudad francesa alumbrándonos, la adrenalina de estar tan alto...Tan alto porque la torre llegaba al cielo, y tan alto porque cada vez que lo tenía cerca sentía que volaba. Sus manos entrelazadas con las mías, su perfume inconfundible, acariciar su cabello, sus manos en mi cintura, todo, todo era maravilloso. No sabía cómo haría para igualar aquel viaje, jamás podría lograrlo. Pero en el tercer aniversario, fue mi turno, y aunque no fue un lugar como el de la última vez, tuvimos la mejor conversación de todas.
-No se compara con París...-le dije yo mirando al pasto.
-París no se compara contigo.-me dijo y levantó mi quijada para verme a los ojos.-Eres lo más lindo que mis ojos han visto hasta ahora, y hasta siempre. Voy a prometerte algo, pero debes hacer lo mismo.
-¿Qué es?
-Estaremos juntos. Juntos hasta el final.
-Por siempre.-afirmé.
-Emma, te quiero. Te amo.
-Y yo siempre lo he hecho.
Él me sonrió y me dio un beso.
Fue otro de los mejores aniversarios...El cuarto, hace un año exactamente, Facundo se encargó de llevarme a la plaza. Nos sentamos en un banco y empezó a recordar cada cosa que vivimos juntos, había preparado un álbum de todas nuestras fotos juntos. Había imágenes que yo ni siquiera sabía que había tomado. Guardaríamos aquellos recuerdos por siempre e iríamos juntando nuevos, el detalle era hermoso. Estaba ocupado al principio, comenzaba con nuestra primera foto, estábamos juntos en mi casa, yo tenía mi guitarra y él me admiraba mientras yo tocaba. La había tomado Zoe. La última era de nosotros, con una especie de perro raro que habíamos encontrado en la calle, le pusimos Titu. Esa la había sacado él, en autofoto, sin querer, pero salió increíble. Él era fotógrafo, ahora lo menciono, había hecho un curso. Siguiendo y dando por finalizado esto, el quinto aniversario lo preparamos juntos. Al aire libre, en aquel lago donde habíamos caído. La cerca nunca había sido arreglada así que nos ubicamos en aquel espacio con los pies en el agua. Fue un picnic nocturno. Quise rememorar la graciosa caída así que lo empujé sutilmente, pero alcanzó como para tirarlo al agua. Empapado, sacó la cabeza a la superficie y me tomó la mano.
-O te metes tú o lo hago yo.-me dijo sin soltarme la mano.
-No lo haré.
De un tirón estuvimos los dos en el agua.
-Pensé que no lo decías en serio.-dije riéndome.
-Siempre hablo en serio, Emma.
Una medialuna y un cielo negro estrellado combinaban espléndidamente con aquel momento.
-Emma, me declaro totalmente enamorado de ti.-me dijo tomándome de la mano.
-¿Recién?-dije riendo.
-Pues, nunca te lo había dicho, siempre, pero ahora lo confieso.
-Yo también estoy enamorada de ti. Gracias por todos estos años juntos, y vamos por muchos más.
-Claro que sí. Toda una vida juntos, ¿verdad?
-Toda una vida. Hasta ser viejitos.
Se rió y me besó. Tuve la ocurrencia de probar dar un beso bajo el agua, así que me hundí y él hizo lo mismo, inmediatamente lo besé. No era como esperaba, algo desastroso, fue muchísimo mejor.

La Anónima.



What the heart really feels-Capítulo 3

Me levanté la mañana de viernes, acto seguido, llamé a Sophie a su celular. No solo para contarle la primicia, sino para felicitarla por su cumpleaños número 23. Luego de tres tonos, me atendió con una voz dormida y cansada.
-¡Sophie!-exclamé al oírla diciéndome 'hola' del otro lado de la línea.
-¡Amy!-dijo intentando imitarme, pero en vez de lograrlo solo consiguió un ridículo suspiro acompañado de un largo bostezo.
-¡Felices 23 años!
-¿Qué?
-No me digas que no te acordaste de tu propio cumpleaños.
-¿Es 4 de enero? ¡No jodas, Amy! Lo olvidé por completo. ¡Feliz cumpleaños a mí!
Me reí, era demasiado olvidadiza.
-Ay dios, Sophie...Me imagino que haremos algo divertido esta noche, ¿verdad?
-Obviamente. Y debo decir que me declaro oficialmente soltera.
-¡Qué va! ¿En serio? ¡Cuéntame!
-Pues...Matthew es un idiota. Era demasiado inseguro. Siempre se ponía celoso por nada, y no lo soporté más, así que anoche le puse fin a nuestra relación. Además...Estoy conociendo a alguien y creo que nos gustamos.
-Demasiadas noticias juntas, Sophie...Cuéntamelo todo y después ven a mi casa, ¿te parece? Podemos tomar té como dos abuelas mientras piropeamos gente desde la ventana como en los viejos tiempos.
Oí su risa.
-Claro que sí, Amy. Bueno. Espero que no te moleste, pero es un amigo de...Taylor.
Sonreí. 
-No me molesta.
-Perfecto. Es Mitchell. 
-¡Mitchell! ¡Te gustaba en la secundaria! 
-Pues sí, y a decir verdad nunca dejó de gustarme del todo...Matthew era para superar.
-Después soy yo la que no supera, ¿no?-dije en broma.
-Sí, ya, Amy. Bueno, la cosa es que Mitchell y yo hemos salido anoche y cuando se fue me tomé unos traguitos, tengo resaca.
-Sophie borracha.
-Saqué esos hábitos de ti, Amy. Mi mamá tenía razón, eres una mala influencia para mí.-dijo riendo.
-Está bien, lo soy. Ay, Sophie, ahora yo tengo que decirte algo.
-A ver...¡Suéltalo!
-Anoche...Pues...
-¡Vamos! ¡La intriga me mata!
-¿Recuerdas a Luke?
-Claro que sí. ¿Qué? ¿Estás saliendo con él?
-¡No! Anoche fue a mi casa y me besó, pero yo me solté de él y...le dije que no podía hacerlo así que se fue. Llovía, salí a caminar porque soy rara.
-¿Corriste a Luke de tu casa? ¡Perra!-dijo bromeando.
-¡Cállate, Sophie! Bien, déjame terminar.
-Prosigue.
-Entonces recibí un llamado, de un número que no tenía agendado en mi teléfono. Atendí y oí la voz de...Taylor. En alguna parte me estaba observando, porque sabía que yo estaba caminando bajo la lluvia. Luego lo encontré detrás de un árbol y hablamos un rato, hasta que me dijo que ahora podíamos ser felices, que no había impedimentos...Y, ¿sabes qué hice? Me quedé muda.
Sentí que se golpeaba la frente con la mano.
-Amy...-estaba apunto de regañarme.
-No. Para. Sigo. Entonces me dijo que no importaba y se fue. Me quedé pensando y después de un rato lo seguí por donde se había ido y tuve suerte de que estuviera cerca, alejándose caminando. Se lo dije. Le dije que sí quería estar con él. Y nos besamos. Bajo la lluvia. Como la primera vez. Volvimos. ¡Volvimos, Sophie! 
Oí el grito de felicidad eufórico de Sophie.
-¡Amy! ¡Hoy será una noche de pelos! Mi cumpleaños, volviste con el amor de tu vida, estoy en algo con Mitchell...¿Puede ser un día más perfecto?
-No, Sophie, más perfecto imposible. Estoy demasiado feliz.
-Y yo también, por ti y por mí. Ya mismo voy para tu casa. Espérame con galletas.
-Lo haré.
Corté la llamada y me tiré en mi cama, luego fui a comprar algo para comer con mi amiga y esperé a que llegara.

La Anónima.




¿Saldrías con él?-Capítulo 3

¿Odiar o amar?

Franco empezaba la universidad aquella mañana. Él eligió una carrera convencional: abogacía. Aquel día no era tan importante para él como para su madre, quien estaba demasiado emocionada.
-Bueno, te deseo toda la suerte, ¿si? Vas a ver que te va a ir...
-Sí, mamá, no es como empezar la primaria...
-Bueno. Andá.
Franco tomó su tarjeta de colectivo y fue a la parada. Mientras esperaba, en su mente aparecían imágenes de unas noches atrás, y sobre todo aquella, la de Candelaria. Se maldijo a sí mismo en sus pensamientos y se propuso poner la mente en blanco.

-¡A ver si te fijás por donde vas!-regañó Lola a Candelaria.
-Bueno, es que...-Candelaria no pudo terminar la frase porque sus libros cayeron al suelo. Ella soltó unas cuantas malas palabras por lo bajo mientras se agachaba para recoger lo que se le había caído, pero vio que otras manos se le adelantaron.
-Dejá, ni que fuera una de esas películas pedorras de adolescentes...-dijo sin mirar para arriba y no permitiéndole a esa persona que la ayudara con sus libros, actitud testaruda y típica de ella.
Candelaria se paró y finalmente vio la cara del chico que había querido levantar sus cosas, no pudo evitar prender su mirada en aquellos ojos durante unos segundos. Franco. Lo ignoró con desdén y se apartó de allí. Él también estaba asombrado. Estaban en la misma universidad...
-Qué lindo encontronazo, ¿no, Franco?-dijo Gonzalo burlándose.
Franco se mordió el labio y se tocó el cuello expresando confusión.
-No está mal. Capaz me puedo vengar de nuevo. Pero esta vez de la cachetada que me pegó la otra noche.-dijo Franco analizando la situación.
-¿Vos decís? ¿Y cómo?
-No sé...Ya se me va a ocurrir algo.
Mientras caminaban por un pasillo, Franco vio a Candelaria dejando su ropa en el locker. Tuvo una idea.
-Ya sé. Llamalo a Pablo.-dijo Franco dirigiéndose a su amigo.
Gonzalo gritó el nombre de Pablo y éste vino corriendo.
-¿Qué pasa?-preguntó el chico.
-Debe haber ropa interior entre esas cosas.-dijo Franco señalando el casillero de Candelaria.-Cuando la veas abrir el locker más tarde, distraela y sacale un corpiño o algo así.
Gonzalo empezó a reír.
-No creo que funcione...-afirmó Gonzalo.
-¿Por qué yo?-se quejó Pablo.
-De vos no sospecha.-aseguró Franco.
-Bueno. Yo me quedo acá y les aviso.-aceptó finalmente Pablo.

Más tarde, casi a la salida, Candelaria fue a dejar unos libros a su casillero cuando Pablo se acercó a ella patinando por el resbaloso piso del pasillo.
-Cande...-dijo.
Ella lo miró con indiferencia.
Pablo observó detrás del hombro de ella, hizo un gesto de preocupación y soltó:
-Uh...¿Qué habrá pasado allá?
Candelaria, crédula, se dio vuelta y Pablo aprovechó y sacó un brassiere negro que estaba ahí, fue de suerte. Escondió rápidamente la mano con la prenda detrás de su espalda y disimuló lo mejor que pudo. Todo esto fue cuestión de segundos, pero él era muy ágil.
-¿Y qué querés?-dijo ella sin paciencia.
-No, nada, ya fue.-dijo Pablo y se dio vuelta, ocultando la ropa interior de la chica al hacerlo.
Candelaria se encogió de hombros y cerró su locker. Luego se fue.

-¡Lo tengo!-exclamó Pablo al encontrarse con sus amigos.
-Bien. Dámelo.-le dijo Franco.
Pablo sacó de su mochila el brassiere y se lo dio. Franco lo agarró de un bretel y lo observó riéndose.
-Alta lencería.-dijo Gonzalo que estaba sentado en el sillón.
-La cosa ahora es ponerlo en la mochila de Leonel.-dijo Franco.
Leonel era el más feo, el clásico nerd de todos lados. Lo que Franco estaba por hacer era cosa de un infantil chico de secundaria, no de un universitario. En realidad, todos los alumnos mimados de aquella universidad privada, parecían de 15 años, eran bastante inmaduros.
Franco logró guardar el corpiño en el bolso de Leonel, medio a la vista, cuando no había nadie en el salón. Cuando Leo se estaba yendo a su casa, dos bravucones, como de costumbre, lo agarraron de la mochila y lanzaron ésta al suelo para quitarle su almuerzo o pertenencias, pero se encontraron con el brassiere.
-Ah, bueno...Miralo vos a Leo.-dijo uno de ellos.
Leonel estaba rojo como un tomate.
-¿De quién será?-dijo el otro con el corpiño en la mano.
Hasta eso ya estaban todos alrededor de ellos, riéndose al presenciar eso. Candelaria, encendida en furia, emergió de la multitud y pasó al centro de la ronda para gritar lo siguiente:
-¡¿Quién mierda puso eso ahí?!
-Ah, mirá, la Cande y el Leo...-dijo el bravucón, pero no pudo terminar la frase.
-Callate.-dijo Candelaria arrebatándole el brassiere de la mano.-¡Llego a descubrir quién fue el pelotudo que hizo esto y va a ver! No pueden estar más al pedo ustedes, ¿no?-se fue, muy enojada.
Franco, Pablo y Gonzalo hicieron gestos de triunfo y se marcharon.

Un chismoso de la facultad ayudó a Cande a cambio de dinero.
-Te acabo de dar $20, ahora decime qué viste.
-Y mirá...Yo estaba con unos amigos y vos estabas en el locker, con Pablo, pero te distrajiste y el pibe te lo sacó.
Ella se quedó en silencio un minuto y empezó a recordar.
-Tenés razón...-afirmó finalmente.-Gracias.
Candelaria salió, aún enfadada, y se dirigió a la clase particular de gimnasia que tenían los chicos. Vio a Pablo sentado en una banca y corrió hacia él, y cuando llegó lo agarró de la manga de la remera, haciéndolo pararse de un golpe.
-Así que fuiste vos.-le dijo ella, acusadora.
Pablo temblaba, le tenía miedo a todo, a cualquier persona que lo amenazara mínimamente aunque sea ridículo.
-Perdón...No fue mi idea, en serio.-dijo él.
Era obvio que era cierto, Pablo era demasiado inocente.
-¿Y de quién fue?-preguntó ella sin aflojar.
Pablo se quedó callado, pero Candelaria asimiló todo y lo soltó.
-Claro, ¿cómo no lo pensé antes?-se dijo a sí misma y se dio la vuelta dirigiéndose al final del gimnasio.
Lo encontró por su pelo, todo despeinado, como de recién levantado, pero sexy, y también se dio cuenta por su físico. Lo tomó por el brazo y lo hizo darse vuelta. Antes de que él pudiera reaccionar, Cande empujó a Franco contra una pared, y sin soltarlo de su remera, inclinándose hacia él, ya que era más alto que ella, le dijo:
-No tendrías que haber hecho eso.
Él reía.
-¿Qué me vas a hacer?-dijo provocándola.
Candelaria sabía que él era fuerte, además ella tenía sus puños contra él, y a su vez, apretaba fuerte su remera para que no se escapara, lo que la hacía saber que no iba a ser fácil hacerle daño. Ella empezó a golpearlo inútilmente en el pecho, pero él la tomó por las muñecas, oprimiéndola aún más contra él, dejando sus labios demasiado cerca de los suyos y manteniéndola en puntas de pie. Candelaria vaciló un momento, miró la boca de Franco, debilitada, atraída, engañada, pero no se dejó seducir. Se soltó, mostrándose molesta, y al final se alejó de allí. Al verla irse, él sonrió. Era diferente. Ella lo hacía sentir diferente.

La Anónima.




martes, 18 de marzo de 2014

¿Saldrías con él?-Capítulo 2

Merecidamente humillado

18 años. Y no hay fin de semana que Franco considere aburrido. Inmaduro, caprichoso e histérico, en resumen, insoportable. Cada viernes con una diferente, no deja de ilusionar a chicas ingenuas. No espera que su vida cambie, no piensa en casarse, ni en nada, pero todo tiene un límite...
-Franco, necesito hablar con vos.-le dijo su mamá apoyándose en el marco de la puerta de su habitación.
-¿Si?
-Empezás la universidad en unos días y pretendo que dejes de tomarte la vida tan en joda, no vas a salir cada viernes y sábado a menos que te mantengas solo, mientras vivas acá se cumplen mis reglas.
-Pero...
-No. Esta vez es en serio, así que aprovechá este fin de semana porque no te queda más.
Franco cerró la puerta y se quedó pensando, enojado, frustrado porque su vida le resultaba totalmente sin gracia en ausencia de salidas con sus amigos cada noche. Llamó a su mejor amigo, Gonzalo, quien le atendió rápidamente.
-¿Qué hacemos hoy?-le dijo apenas contestó.
-Lo mejor que se te ocurra porque va a ser la última salida por un tiempo.
-¿Qué decís, Franco?-reía.
-En serio, mi vieja no me va a dejar salir como antes porque empiezo la universidad y qué se yo que otras boludeces suyas.
-Qué bajón. Pero hoy se sale al boliche, no sabés, está lleno de minas que están re buenas...
-Si vos lo decís, Gonzalito. Nos tomamos un remis y vamos, avisales a los demás.
-Dale, nos vemos.
Franco cortó y se tiró en su cama sonriendo y pensando en la noche que le esperaba.
Después de cenar, y cambiarse, sintió la bocina de un auto y salió de su casa, en un taxi lo esperaban todos sus amigos para irse.
-La mejor noche, ¿no?-dijo uno de ellos, llamado Joaquín.
-Más vale que sí, hoy nadie vuelve sobrio ni virgen.
Se rieron, porque obviamente ninguno era virgen...¿o sí? A decir verdad, era el gran secreto de Franco, amaba buscar una chica para seducir toda la noche y luego besarla, pero él aún no había tenido relaciones, y lo escondía, él decía que 'se había llevado a la cama a miles de chicas', pero era una de sus mentiras más grandes.
Llegaron y una larga fila para entrar a aquel boliche los esperaba. Chicas, chicos, de todas las edades, estaban allí. Cuando finalmente entraron, él empezó a buscar a su presa. Esta vez fue una radiante pelirroja con ojos verdes y pelo hasta los hombros, no era de las más lindas, pero era algo diferente para Franco. Caminó hacia ella y le hizo la típica charla, su nombre para esta ocasión fue 'Daniel'.
-¿Me disculpás, Vanesa?-le dijo a la pelirroja para irse al baño, después de una larga conversación.
Iba con la mirada puesta en su teléfono móvil, cuando de pronto su mirada escudriñó entre la gente y vio a alguien que se le hizo muy conocido, una chica. Ella estaba llena de curvas, tenía el cabello hasta la cadera, un poco ondulado en las puntas, y dos grandes ojos marrones brillantes destacados por unas larguísimas pestañas. Franco la hubiera descrito como que 'estaba buenísima'. Empezó a pensar de quién se trataba, pero ya había estado con demasiadas, su mente era un lío de chicas distintas. ¿Katia? No. ¿Iara? Tampoco. ¿Marcela? Menos. ¿Jazmín? Esa era rubia. Pero, un minuto...Jazmín. Y los recuerdos volvieron, al día siguiente de que se había encontrado con ella, había conocido a la alumna de su madre, a quien nunca le preguntó el nombre. Era ella. La chica lo vio y le sonrió con complicidad, él hizo lo mismo y se desvió hacia ella, pero luego se dio cuenta de que estaba con alguien, un chico que hubiera definido como 'fachero'. En el interior de Franco, corrió un fuego, algo molesto que él no conocía, pero no supo explicarlo, no lo entendió. Esa noche él estuvo besándose con Vanesa buen rato, en un momento, se dio vuelta y la vio, lo estaba mirando de brazos cruzados, como esperando a que fuera por ella. Franco ni se molestó en decirle a Vanesa que aguarde por él un minuto, solo se fue en busca de la morena. Llegó hasta ella y la saludó.
-¿Desconocida?-le dijo él.
-Franco.
-Sabés mi nombre.
-Cristian, Álvaro, Juan, José, qué sé yo, yo te vi cara de Franco.
Él se rió.
-Y vos tenés cara de...no sé.
-Candelaria.
-Bueno, hola, tanto tiempo.
-Sí, no cambiamos nada, ¿eh?
-Igual que vos. Estás boludeándolo al rubio ese, ¿no?
Candelaria bajó la vista y se rió.
-No sé, osea, creo que él sabe que no quiero nada con nadie, así que no sería tanto como boludear...¿Vos qué onda con la colorada?
-Nada, bueno, lo de siempre.
-¿Nunca vas a dejar ese hábito?
-No sé, está muy bueno por ahora.-le dijo él y se rieron juntos.
-La verdad que sí. Igual no puedo creer que hayas pensado que yo podría haber sido como esas ilusas que andan detrás tuyo.
-Y no sé...No lo eras al parecer.
-No.
Él se le acercó lo suficiente como para darle un beso y ella lo miró extrañada.
-Pará, ¿qué hacés?-dijo ella en tono de histeria.
Él frunció el entrecejo.
-Mirá, no somos ni amigos, ni nada, así que mejor tocá de acá.
-Ah, bueno, sos re histérica vos, ¿no?
-Callate, gato.-le dio una cachetada.
Franco se tocó la mejilla en la que había recibido el golpe. Ella lo miraba con perplejidad.
-¿Qué te pasa?-dijo él y se fue.
Todos observaban a Franco, lo que le molestó mucho ya que lo hizo quedar bastante mal. Al encontrarse con sus amigos, lo miraron riéndose.
-Te calzó un guante más o menos...-se reía Gonzalo.
-Jodeme.
-¿Cómo se llamaba al final?
-No sé. Candelaria.
-¡Se acuerda el nombre! ¡Milagro de Dios! Parece que el golpe funcionó.
Franco puso los ojos en blanco.
-No me puede haber hecho quedar así una mina,
la vuelvo a ver y voy a hacer que quedemos a mano.
-¿Qué le podés hacer vos?
-No sé. Algo se me ocurrirá.
Planeaba humillarla un tanto. Franco llegó a su casa y seguía tocándose el pómulo que tenía rojo a causa de la cachetada, involuntariamente, sonrió recordando aquel momento, y al darse cuenta se quedó confundido sin saber qué pensar de sí mismo.

La Anónima.





lunes, 17 de marzo de 2014

Bajo la misma estrella

Título original: The fault in our stars
Autor: John Green
Año de publicación: 2012
Trama: A Hazel y a Gus les gustaría tener vidas más comunes. Algunos dirían que no han nacido con estrella, que su mundo es injusto. Hazel y Gus son solo adolescentes, pero si algo les ha enseñado el cáncer que ambos padecen es que no hay tiempo para lamentarse, porque, nos guste o no, solo existe el hoy y el ahora. Y por ello, con la intención de hacer realidad el mayor deseo de Hazel -conocer a su escritor favorito-, cruzarán juntos el Atlántico para vivir una aventura a contrarreloj, tan catártica como desgarradora. Destino: Amsterdam, el lugar donde reside el enigmático y malhumorado escritor, la única persona que tal vez pueda ayudarlos a ordenar las piezas del enorme rompecabezas del que forman parte...
Opinión personal: voy a tratar de especificar mejor lo que me pareció el libro en esta reseña, ya que la anterior fue demasiado breve. Bajo la misma estrella es un libro que combina el humor con la tragedia de una manera que lo hace totalmente increíble, creo que de todos los libros que leí, definitivamente, es el que más me gustó. La personalidad de cada personaje, sobre todo la de Augustus, es lo que me cautivó, me encariñé con cada uno de ellos y no sé si debería restarle puntos por el final...Pero, un 10 bien merecido para esta novela con la que, como dice en la tapa, reí, lloré y me quedé con ganas de más, se las recomiendo totalmente. Pueden conseguir el libro en pdf aquí:
http://entrelibrosyotrascosas.blogspot.com.ar/2013/09/descargar-bajo-la-misma-estrella-john.html
O el libro original a $129 en Yenny, Argentina. Como siempre, ¡muchas gracias por leer!

La Anónima.

sábado, 15 de marzo de 2014

¿Saldrías con él?-Capítulo 1

El mujeriego
Hace 2 años...
Hoy es viernes, en diciembre, y él saldrá con sus amigos de siempre, que ahora no me pondré a nombrar ya que son demasiados y prefiero pasar a lo interesante. La fiesta es para mayores, pero eso no significa un problema para ellos, porque aunque tengan 15 aparentan más edad. Pasan, luego él divisa una rubia de aproximadamente 16 años y les dice a sus amigos que 'ya vuelve', es algo que siempre hace.
-Hola, ¿te dijeron que sos hermosa?-le dijo él a la chica en el tono más seductor posible.
Ella se dio la vuelta, lo miró y se puso roja.
-No...-dijo bajando la vista.
-¿Cómo te llamás?-le preguntó él.
-Jazmín, ¿vos?
-Gabriel.-mintió. Solía hacerlo ya que no quería tener fama de galán mentiroso.
Ella sonrió tímidamente y él le tomó la mano.
-En serio, sos re linda, ¿y tenés novio?
-No, no tengo.-dijo ella.
-Qué raro que alguien como vos no tenga novio.
Volvió a sonreír y se acercó un poco más a él. Al final, esta sería una de las típicas noches de Franco, una mujer para jugar, bebidas y amigos. Durante toda la fiesta, él estuvo besando a Jazmín, hasta que terminó.
-Bueno, fue un gusto conocerte.-le dijo él.
Ella lo miró extrañado.
-¿Me darías tu número?
Él se rió.
-No. Así está bien, linda, la pasé bien con vos.
Jazmín reflejó en su cara una total decepción.
-¿Me usaste para una noche?-le gritó.
-No exactamente, pero bueno, si así lo querés decir.-dijo él, hizo un gesto de 'adiós' con la mano y se fue en el auto de sus amigos.

Al día siguiente, la mamá de Franco, llamada Paula, lo destapó bruscamente para que se despierte.
-Dale, Franco, que tengo que ir a hacer unos trámites, así que vos te quedás a cargo en el gimnasio un rato porque va a ir una alumna, le tenés que dar esto.-dijo ella acercándole un papel.
Él, medio dormido, bostezó y se sentó.
-¿Y está buena tu alumna?
Paula puso los ojos en blanco.
-No seas baboso y vestite, son las 3 de la tarde.
Franco se levantó, se puso un pantalón blanco, una remera rosa y unas zapatillas negras, ni se molestó en peinarse, se lavó la cara y se fue con su madre en el auto para quedarse en el gimnasio del cual ella era profesora.
-Ya vuelvo, la chica no sabe que no voy a estar, así que si la ves desorientada, acercátele vos.
-Bueno, vuelvo a preguntar...¿Está...?-no pudo terminar de formular su pregunta.
-No sé si está buena o no, dejá de joder y hacé lo que te pedí, dale.
-Uy, bueno.-dijo él en tono de reproche y se bajó del auto.
Entró al gimnasio y empezó a mirar a todas las chicas que había allí, pero ninguna le resultó de su tipo. Franco se quedó parado en una esquina de la sala donde su mamá enseñaba spinning. De repente, una castaña con unos brillantes ojos marrones, vestida con ropa deportiva, caminaba hacia donde estaba él, al parecer buscando a alguien.
-Si, mamá, sí está buena.-dijo él por lo bajo y caminó acercándose a la chica.
Ella no se dio cuenta de que él estaba yendo hacia ella hasta que la tomó por el brazo.
-Disculpá, ¿vos buscás a Paula?-le preguntó él.
Ella lo miró frunciendo el entrecejo.
-Sí, ¿porqué?-contestó al fin.
-Es mi mamá. Y está en mi casa, no pudo venir, así que dijo que te llevara allá, pero es acá cerca, vamos caminando.-le mientió él, obviamente estaba buscando otra cosa.
-Es joda, ¿no?-dijo ella. Por lo visto, tenía carácter.
-No, si querés preguntá en la recepción, soy el hijo, posta.
-Eso no, pelotudo. Lo de ir a tu casa.
-Ah. No, no era joda, dale, vení.
Sin dejarla contestar, Franco la tomó del brazo y la condujo hasta su casa. Al llegar, abrió la puerta y pasaron los dos.
-¿Y entonces?-dijo ella cruzándose de brazos.
Franco se fue a la cocina y se 'fijó' si su mamá estaba.
-Uy...Mi vieja no está, che.-dijo él.
-¿Cómo que no está?-dijo ella enojada.
-Para vos va a ser mucho mejor que no esté...-dijo Franco y la arrinconó contra una pared.
Ella lo miró a los ojos y se quedó callada, él no pudo dejar de mirar sus labios hasta que hicieron contacto con los suyos. El beso no terminaba, cuando de repente se abrió la puerta de calle y ambos se separaron de un salto, al ver que Paula entró y se quedó boquiabierta, la chica le dio una cachetada a Franco y se fue hacia la puerta.
-Franco, ¡¿qué hacés con mi alumna?!-le gritó Paula.
-Pero...-dijo él mientras se ponía una mano en el cuello debido a la situación incómoda.
-¿Te dio la ficha?-le preguntó Paula a la chica, que negó con la cabeza.-Dámela, Franco, y después tenemos que hablar.
Franco revoleó los ojos, escudriñó entre los papeles que había en la mesa la ficha de la chica, la encontró y se la pasó a su mamá.
-Tomá, disculpalo al lanzado de mi hijo.
La chica hizo un gesto de ingenuidad y salió por la puerta.
-¿Qué te dije de mis alumnas?-le dijo Paula a Franco, muy molesta.
-Que no me las chamuye, ni haga nada.-dijo él mostrando aburrimiento y cansancio.
-Y, ¿no entendiste, entonces? ¿Será posible? ¡No podés con tu genio!-exclamó y se retiró del lugar.
Franco giró el picaporte y salió de su casa, pero de pronto alguien lo empujó de costado, por lo que se asustó, hasta que la vio a ella, la alumna de su mamá.
-¿Qué hacés?-le dijo asombrado.
-Nada. Escuchaba cómo te retaba tu mamá.-dijo ella en tono burlón.
-Me pegaste una cachetada y quedé como el culo en frente de mi vieja.
-Ese era el punto. Igual no voy a ir más a su gimnasio, así piensa que sos un acosador y que me diste miedo.
-¿Qué onda?
Ella se rió.
-No soy como las otras, a mí no me vas a ilusionar con un beso, somos iguales, yo no me tomo nada en serio.-dijo ella a medida que se le acercaba cada vez más a él.
Finalmente rodeó su cuello con los brazos y lo besó, luego se despegó de él y se alejó como la brisa de otoño. Él se quedó confundido, pero pensó en otra cosa y entró a su casa.

La Anónima.





jueves, 13 de marzo de 2014

What the heart really feels-Capítulo 2

Conocí a Luke. Era rubio, linda cara, buen físico, tenía rizos y ojos marrón almendra, en fin, era bastante de mi tipo. Lo conocí una noche que salí con Caroline, Abby y Sophie. Luego del mensaje que Liny le envió a Taylor, no volvieron a hablar. ¿Qué habría pasado? Bueno, daba igual, lo nuestro era pasado, debía salir adelante sin él. La noche en que por primera vez conversé con Luke, fue él quien se acercó para decirme algo. Me hizo un cumplido y luego fuimos a bailar en el centro de la pista, la música era para la ocasión, entonces me dio su número y nos volvimos a encontrar en mi casa. Cociné algo y estuvimos en la terraza platicando un rato, pero se me acercó de repente y me besó. Duró menos de 5 segundos, no pude. Enseguida me solté de su abrazo y se quedó mirándome extrañado. Tuve que decirle que se fuera.
-Perdón, no puedo hacer esto.-le dije.
-¿Porqué?
-Porque no lo siento. Hay alguien...
-Ah. Creo que ya entendí, no hace falta seguir. Bien, nos veremos en la otra vida.-dijo y se despidió.
Lo acompañé a la puerta, salió y se fue sin decir adiós. Había una lluvia torrencial y no tenía nada qué hacer más que sumirme en mis pensamientos y sufrir de insomnio, así que decidí salir a caminar bajo la lluvia. Agarré mi paraguas y me fui. Solo quería pensar en otra cosa, distraerme, dejar a Taylor atrás. A mis 24 años ya estaba a 10 años de cuando empezamos a salir. Mientras caminaba mirando al suelo, una llamada telefónica hizo que me sobresaltara. Busqué mi celular en el bolsillo de mi campera impermeable y miré quién era. El número no estaba agendado, pero decidí atender.
-¿Hola?-dije.
-Amy.
Lo conocida que se me hacía esa voz me invadió el corazón.
-¿Taylor?-titubeé.
-¿Caminas bajo la lluvia seguido?-preguntó.
Sonreí y empecé a mirar alrededor buscándolo, hasta que divisé una sombra tras un árbol y me acerqué. La luz iluminaba de a poco su rostro y dejaba ver sus perfectas facciones. Caminé más rápido hasta que estuve justo en frente suyo.
-Taylor.-dije.
-Amy. Hola.
-¿Cómo conseguiste mi número?
-Ah...No sé. Es un secreto.
Me reí.
-¿Cómo te trata la vida?-le pregunté.
-Me trata mal. Muy mal.
-¿Porqué?
-La vida te aparta de mi camino.-dijo mientras miraba hacia abajo.
Lo miré fijamente y tomé su mano.
-No tiene porqué hacerlo.-le dije.
Alzó la vista y sus ojos me miraron con incredulidad. Entonces lo besé, sentí sus labios sobre los míos otra vez, y fui feliz. Recordé cada momento en ese instante y estuve completa. Le toqué el cabello, lo abracé, y luego nos separamos. El silencio era demasiado.
-Lo siento, yo...-quise decir.
-No. No sientas amar. Quiero estar contigo.
-¿Quieres volver conmigo?
-Sí. Quiero pasar el resto de mi vida junto a ti.
Me quedé anonadada.
-¿Me hablas en serio? Digo, porque bueno, estás con Valerie y...
-Estaba. Ella y yo no nos amábamos, estábamos juntos porque yo soy un idiota. Y ya no estamos casados. Nada puede impedirnos estar juntos ahora, solo tú...Si quieres estar conmigo o si no, es tu decisión...
-Eh...Bueno yo...-dudé.
-Si no quieres, no importa, lo entiendo. Ha pasado el tiempo y...quizás es tarde.
No dije nada, estaba muda.
-Perdón.-dijo al final, se dio media vuelta y se alejó caminando.
¿Porqué no dije nada? Estaba ahí parada bajo la lluvia, sosteniendo un paraguas, acababa de besar al amor de mi vida y de decirle que la vida no tenía porqué separarlos, me había propuesto estar juntos y yo no dije ni media palabra. Qué idiota. Realmente quería volver con él, entonces, ¿qué me pasó? Corrí para dar la vuelta y seguirlo, lo vi alejándose y grité su nombre. Se dio vuelta, estaba todo mojado, entonces recordé el día en que nos dimos un beso bajo la lluvia...Mi primer beso. Cerré el paraguas y corrí hacia él y tomé su cara entre mis manos con delicadeza, él agarró la sombrilla y la abrió arriba nuestro para cubrirnos.
-Sí. Sí quiero estar contigo.-dije con la voz agitada por la corrida.
Sonrió.
-¿De verdad?
-Te amo.
Nos besamos, después de tanto tiempo sin estar sincronizados. Aquel fue uno de los besos más intensos de toda mi vida. Fue lo más parecido a perfecto que pude sentir.

La Anónima.



lunes, 10 de marzo de 2014

Hush, hush.

Hola, esta es la primera reseña que hago, también es uno de los primeros libros que leí, acá les va toda la información.
Título original: Hush, hush.
Autora: Becca Fitzpatrick
Año de publicación: 2009
Trama: Enamorarse no formaba parte de los planes de Nora Grey. Nunca se había sentido especialmente atraída por sus compañeros de instituto, a pesar de los esfuerzos de su mejor amiga, Vee, para encontrarle una pareja. Así era hasta la llegada de Patch. Con su sonrisa fácil y sus ojos que parecen ver en su interior, Nora se siente encandilada por él a pesar de sí misma.
Tras una serie de encuentros aterradores, Nora no sabe en quién confiar. Patch aparece allí donde va y parece saber más sobre ella que su mejor amiga. Imposible decidir si debe darse por vencida y sucumbir a sus encantos, o salir huyendo y esconderse. Y cuando intenta encontrar algunas respuestas, descubre una verdad que es más perturbadora de nada de lo que Patch le hace sentir.
Porque Nora está en medio de una ancestral batalla entre los inmortales y los que han caído, y cuando se trata de escoger bando, la elección equivocada puede costarte la vida.
Opinión personal: me gusta la forma que Becca tiene para narrar la historia, además la trama me pareció muy atrapante, ni hablemos de Patch, imposible no enamorarse de él...Este libro consta de 365 páginas, se los recomiendo, es una de las sagas que más me gustó hasta ahora, diría que merece un 9,50. La saga se completa con otros 3 libros, Crescendo, Silencio y Finale. Pueden conseguir toda la saga en formato pdf aquí:
http://descargarlibrosbuenos.blogspot.com.ar/2013/03/aqui-os-dejo-el-link-de-una-de-mis.html
O el libro original a $165 en la librería Yenny, Argentina. Espero que sepan comprender que como es mi primera reseña, es bastante pobre, pero con el tiempo quizás mejore, ¡gracias por leer!

La Anónima.


viernes, 7 de marzo de 2014

Casualty-Capítulo 5

Nueva York, 26 de enero de 2008
Luego de que el partido de fútbol finalizó, Alex se dirigió a hablar con Chris.
-No puedo seguir.-dijo Alexander.
-¿De qué hablas?-preguntó Christopher confundido.
-El clan.
-¿Piensas abandonarnos? ¿Qué? ¿Ya no te importa el paradero de tu madre?
-No es abandonarlos...Y sí me importa, pero creo que esta no es la forma de averiguarlo.
-Y si no es esta, ¿cuál es? Traidor.
-Tu novia te ha lavado el cerebro.-dijo May, mientras se acercaba a los chicos.
-No es eso, no tiene nada que ver.-dijo Alex subiendo el tono de voz.
-Claro que tiene que ver. ¿Sabes algo Chris? Alexander pagó la deuda de la chica que posiblemente esté relacionada con el asesinato de tu primo.-dijo May.
-Cállate, May. Sí lo hice. Y Mackenzie no tiene absolutamente nada que ver, sus amigos no sé, pero déjenla en paz.
-No puedo creer que esa te haya atrapado en sus garras, es una simple pueblerina, ¿nos cambias por eso?-dijo Christopher enojado.
Alex se rió sarcásticamente.
-Mira, 'eso' es demasiado importante para mí. Ustedes también lo eran, hasta que descubrí por donde iban las cosas.
-No te saldrá nada barata.-dijo Chris con los ojos inyectados en furia.-Muévanse, nos vamos.-dijo dirigiéndose a los demás.
Todos le lanzaron una mirada acusadora a Alex, se subieron al auto de Chris y se largaron. ¿A qué se refería Christopher con que no le saldría barata? Alex temía que le hicieran daño a Mackenzie.
-¿Y ahora?-dijo al aire, estaba solo.
A dos cuadras de allí, estaba su casa, así que se fue caminando.No le importaba lo que ellos podían hacer con respecto a él, sino en relación a la gente que amaba. De camino a su casa, pensaba en qué podía hacer, y al llegar encontró a Mackenzie sentada en su puerta.
-Creo que te debía una visita.-dijo ella mirándolo desde abajo y sonriendo.
A él se le alejaron los pensamientos que lo atormentaban y lo invadió la paz que siempre sentía al estar con ella, así que sonrió sinceramente. Mackenzie se paró y puso sus brazos alrededor del cuello de Alex dándole un beso en la mejilla. Él la abrazó por la cintura.
-Hola.-le dijo él.
-Hola.
Kenzie se apoyó de espaldas en la pared y de repente él la acorraló.
-¿Besos en la mejilla?-dijo él mirándola a los ojos.
-Mackenzie solo sabe dar besos en la mejilla.-dijo ella en tono inocente.
-Eso no es verdad. Mackenzie no podrá escapar.
Deslizó su mano por uno de los pómulos de Mackenzie y luego la besó. Ella apenas pudo colocar sus manos en la cintura de Alex y seguirle los pasos, él tenía mucha experiencia en eso de besar. Luego, él sacó las llaves de su casa de su bolsillo y abrió la puerta.
-Así que esta es tu casa.-dijo Mackenzie entrando al lugar.
-Así es.-respondió él.
Era realmente grande. Constaba de dos pisos, tenía una cocina reluciente y amplia, un cómodo living, tres baños y cuatro cuartos. El patio era extenso y había una piscina de gran tamaño. Mackenzie estaba asombrada, su última casa decente apenas tenía dos habitaciones y un baño. Mientras observaba cada detalle de la casa con atención, un grito masculino la distrajo.
-¡Alexander! ¿Eres tú?
A juzgar por Mackenzie, era el padre de Alex.
-Sí, papá.-le respondió él, desganado, confirmando las sospechas de Kenzie.
Alex se sentó en el pasto del patio y Mackenzie hizo lo mismo.
-¿Con quién vives aquí? Es muy grande.-dijo ella.
-Lo sé. Vivo con mi padre y mi hermana. Antes estaba mi madre, y antes mi hermano, pero se fue a estudiar.
-Oh. ¿Y eres el menor?
-Sí...Soy al que le daban todos los gustos por ser el más pequeño.-dijo con una sonrisa tierna.
-Casi como yo. Pero no era por ser la menor, sino por ser hija única.
-¿Eres hija única?
-Lo era al menos. Vivía con mi madre y me encantaba ver películas con ella todas las noches, la pasábamos de maravilla. Mi padre estuvo ausente toda mi vida, apenas sé quién es.
Alex no supo qué decir.
-Y...Creo que al menos debería saber el apellido de mi novia.-dijo él cortando el silencio.
Ella rió.
-Dylan. Aunque ese es el apellido de mi padre, así que preferiría que me llamen Mackenzie Anderson, que sería el apellido que me dio mi madre, la única que realmente se hizo cargo de mí.
-Anderson...Alexander Lawrence, un gusto.-dijo él estrechando la mano.
Ella quiso seguirle el juego, pero él, en vez de darle el clásico apretón de manos, tomó suavemente su mano y entrelazó sus dedos, la miró a los ojos y sonrió. Ella no sabía bien qué hacer, en realidad, no sabía lo que era tener un novio, así que solo se acercó y pudo percibir su aroma fresco, su perfume amaderado y masculino. Él miró para abajo, también sintió la dulce fragancia de Mackenzie, ella lo volvía loco. Sin poder controlar sus impulsos, se acercó a su cuello y empezó a besarla. Kenzie tenía cosquillas, así que empezó a reír.
-¡Alex!-dijo entre risas.
Él se unió a Mackenzie y compartieron las carcajadas. Cuando las risotadas pararon, Alex se puso serio y la miró fijamente.
-Dejé el clan.-le dijo.
-¿Y qué tal?
-No lo sé. Tengo miedo. Me dijeron que me saldría caro.
-Pero, ¿qué pueden hacer ellos?
-No estoy seguro, pero me asusta pensar en que pretendan hacerte daño.
Mackenzie se quedó callada.
-¿A mí? Pero, ¿porqué?
-Saben que me importas demasiado, además se enteraron de que no pagaste tú la deuda, y creen que tienes que ver con mi abandono del clan, se los negué, pero no sé qué son capaces de hacer.-declaró Alex, mostrando preocupación.
Ella le tomó el brazo y lo miró con consuelo.
-Tú lo has dicho. Tranquilo. Solo debes relajarte y no pensar, ¿entiendes el punto?
Él sonrió al escuchar esas palabras y ver que ella lo recordaba.
-¿Te cuidarás?-preguntó él.
-Claro que sí. Y tú también lo harás. Los dos nos cuidaremos el uno al otro, y cada uno por su cuenta a la vez, será mutuo.
-Está bien. Pero prométeme que si me entero de que quieren hacerte algo aceptarás cualquier propuesta loca que te haga.
-Será un placer. Por más descabellado que sea, lo haré.-dijo ella riendo.
-Te amo.-le dijo él.
-También yo, Lawrence.

La Anónima.