sábado, 19 de abril de 2014

Con vos hasta el final-Capítulo 8

Un vestido que Zoe había confeccionado especialmente para mí, de color blanco, me cubría el torso hasta arriba de la rodilla. Era sumamente fino y delicado, encajaba perfecto con la forma de mi cuerpo, pequeño en la cintura y se ensanchaba a medida que bajaba a la cadera. Constanza me había obsequiado unos tacones plateados abiertos en la punta, que dejaban ver mis uñas francesas, un trabajo que Mara se había tomado, junto con la manicure. Mi cabello, desde las raíces hasta debajo de mi busto, estaba sumamente liso, y al final se ondulaba prolijamente, lo que era obra de Valeria. Mis ex compañeras de trabajo, con las que aún mantenía contacto, Lucía, Rita y Alisa, se habían encargado de la comida, y mis actuales colegas solo se molestarían en ir a mi boda, pues no había entablado una amistad muy fuerte con ninguno de ellos. En cuanto a los amigos de Facundo, solo sé que ellos se habían ocupado de la fiesta en sí, la música y los invitados.

Un prado de flores y pastos verdes me esperaba aquel día. Los pájaros cantaban ya, pero pocos, era el final del atardecer y la luna iba a salir en poco tiempo. Había asientos por todos lados, desperdigados como cualquier cosa, algo tan descontracturado que solo podía ser idea mía y de Facundo...Algunos de los invitados ya habían llegado, pero faltaban unos cuántos. No sería un casamiento de iglesia, ni menos uno de civil. Iba a ser una ceremonia inigualable, solo nuestra, única. Luego haríamos papeles legales, pero nosotros no sentíamos el hecho de "casarse" a firmar un par de papeles y darse un beso en frente de un cura, sino a sentir la vida que corrió, recordar lo que habíamos vivido, estar con los que amábamos y compartir nuestro amor a nuestra forma, simplemente eso...Prometiendo estar juntos: hasta el final.

La noche cayó y mis nervios afloraron como nunca. Me miré al espejo por última vez y abracé a mis amigas. Me preparé para hacer mi entrada, vi a todos observando hacia donde yo estaba y visualicé a lo lejos, en el final del pasillo creado por la separación entre las filas de bancos, a Facundo, con su cabello mojado por la ducha, como cuando visité su casa y conocí a su padre...Caminé hacia él lentamente, con una sonrisa imborrable en mi rostro. Llegué hasta él y tomé sus manos, entonces se acercaron a quienes considerábamos nuestros mejores amigos: Constanza, por mi parte, y Joaquín, por la suya. Hicieron una ronda de chistes sin sentido, que daban risa por lo malos que eran, y luego empezaron con la parte seria. Nos preguntaron cosas sencillas, hicieron que nos sinceráramos del todo, cuestionándonos cosas como: '¿Crees que Facundo duerme demasiado?' o '¿No te parece que Emma es pésima cocinando?', lo que causó varias carcajadas entre los presentes. Al final nos interrogaron con una pregunta decisiva:
-¿Quieres pasar el resto de tu vida junto a él?-dijo Zoe.
-Claro que quiero. Lo ansío.-respondí.
Facundo me sonrió.
-Y tú, ¿quieres ser un esclavo de tu mujer por el resto de tu vida?
Todo mundo rió y yo lo acompañé de una mueca de disgusto bromeando.
-Me encantaría.-respondió él al fin.
-Y, ¿juras, juras por el maní con chocolate, que nunca vas a dejarlo, ni aunque te venga un papichulo a pedir por favor que salgas con él?-cuestionó Zoe.
-Lo juro. Nunca en la vida.-aseguré y miré a mi "casi" marido. Luego le coloqué su respectivo anillo.
-Facundo, ¿prometes que jamás vas a abandonarla? Tú júralo por la cerveza...
Se oyeron risas de hombres sobre todo, aunque las chicas también sonrieron.
-Lo prometo, jamás.-dijo y me puso un anillo precioso, de oro y con delicados brillantes, hecho perfectamente a mi medida.
En ese momento tuvimos la misma idea y el momento fue sellado por un beso al que todos aplaudieron y nos lanzaron flores. Tomados de la mano, nos fuimos de allí con nuestros amigos a festejar. La noche fue muy divertida, pero no podía esperar a estar a solas con él, en nuestra casa.

-Es hermoso.-le dije mientras me observaba el dedo anular y fijaba la mirada en el anillo de casada.
-Sabía que te gustaba ese.-dijo y sonrió.
-Te quiero tanto...
-Te ves increíble hasta el final de la noche, ¿es costumbre?
Me reí.
-No lo sé...Solo mientras no corra desesperadamente para escaparme y no hablarle al chico que me gusta.
Sonrió y me di cuenta de que sí recordaba aquella vez en que Zoe me presionó para que le dirigiera la palabra en una fiesta y yo no tuve mejor idea que huir disparando y "robarme" el auto de mi mejor amiga para mi plan de fuga.
-Eso también me gusta de ti. Tenías vergüenza de hablarme pero no de escabullirte estrepitosamente para no hacerlo. Eres realmente única.
Un ave silbó. El amanecer se acercaba a pasos agigantados.
Lo abracé fuertemente.
-Vamos a estar juntos hasta el final.-le dije recostándome en su pecho.
-Siempre.
-Yo estaré contigo y tú conmigo, en buenas y malas.
-Hasta el final. Lo juro.
-Lo prometo.
Le di un beso y no pude parar.

La Anónima.






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