jueves, 3 de abril de 2014

Con vos hasta el final-Capítulo 7

-¡No!-le aventé un zapato de tacón a Facundo y casi lo golpeo.
-Está bien...Tranquila...-dijo él luego de esquivar mi lanzamiento.
-Me tienes harta. Te odio.
-No me odias.
-Sí.
-No.
Me abrazó y tocó mi cabello con sus suaves manos.
-Claro que sí. No te aguanto.-dije yo.
-No puedes decir eso luego de 10 años de estar a mi lado.
Me besó y me dejó sin habla. Sus cálidos labios hicieron desaparecer todo atisbo de enojo que me quedara. Y así concluyó con aquella pelea, como siempre lo hacía. Cuando el beso acabó, me miró sonriente.
-De verdad, Emma. Ni yo me aguanto. ¿Cómo soportaste dos años?
Me reí en sus brazos.
-Te amo. Lo sabes.
-Rara.
-¿Porqué?
-Hace tan solo dos segundos me odiabas y ahora me amas.
-No te odio. Tan solo odio amarte.
-¿De verdad odias amarme?
-Realmente no. Odio amarte en los momentos en los que debería odiarte.
-Ya me has hecho un lío.
-Calla, tonto.
Lo presioné contra mí y lo besé. Recordé la vida sin él y se me hizo extraño. Sentí un inmenso vacío de tan solo pensarlo.
-¿Qué pasa?-preguntó al ver mi mirada perdida.
-Nada. Imaginaba cosas.
Acarició mi mejilla.
-¿Y qué imaginabas?-preguntó curioso.
-Tan solo...cosas.
Revoleó los ojos.
-Qué específica.
Mentí.
-Pensaba que algún día deberías dar un concierto en la sala de espera del hospital, da pena ese lugar. Es tan...depresivo.
-Y qué pretendes...Es un hospital, no un salón de fiestas.
Lo miré con ironía.
-Ya lo sé. Solo buscaba un trabajo para ti.
-No te preocupes, ya lo conseguiré. Quizás deba ir a la plaza con una latita y mi guitarra como tú hacía cuando nos conocimos.
Sonreí al recordar aquellos días tan inolvidables.
-¿En serio te acuerdas de eso? Solo lo hice un par de veces.-dije incrédula.
-Lo sé. Pero yo fui quien te dijo que lo hicieras. En serio creía y sigo creyendo que tu talento no es algo que se pueda desaprovechar, y no tenías iniciativa propia, así que quise ayudarte y...En esos tres días me demostraste que eras parecida a mí en muchos aspectos, pero a la vez muy distinta, y creo que fue eso lo que me...
Por alguna razón no podía completar la frase. Lo miré inquisitiva.
-Enamoré.-completó.
Una amplia sonrisa se dibujó en mi rostro cuando escuché sus palabras.
-Qué lindo.-dije.
-Tú sí deberías ir a la plaza y volver a eso. Te divertirías más que en aquel hospital.
-Tal vez, pero gano dinero en el hospital, bastante más que lo que me dejan en la latita...
-¿Importa eso? Puedes hacerlo en tu tiempo libre. Sé que amas la música, no hay otro momento en el que se te vea con la misma felicidad que cuando tocas.
Me conocía mucho, pero tal vez se equivocaba, solo en una mínima cosa.
-Claro que lo hay.-dije segura.
-¿Cuál?
-Cuando estoy contigo.
Él se ruborizó y sonrió. Hasta yo me sorprendí de mis palabras, no solía hacer ese tipo de comentarios de galán de libro, pero era la verdad. Tocar la guitarra y estar con él hacían que llegue a mi culmen de felicidad.
-Me gustaría decirte algo.-pronunció.
-Hazlo.-le dije.
-Aquí no. Aburre este lugar. Mejor vamos a otro lado.
Me agarró de la mano y bajamos las escaleras juntos. Cruzamos por la puerta y corrimos, aún tomados de la mano, con el viento golpeando en nuestras caras sonrientes. No sabía a dónde me llevaba, pero me di cuenta que aquel camino era el que yo hacía hasta hace poco tiempo para ir a la universidad. Me encontré de repente en una parada de autobús, junto a él, y la magia de los recuerdos volvió a mí. Él buscó en su bolsillo y sacó mis lentes para colocármelos. Lo sentía como si estuviera volviendo en el tiempo.
-Si estuviéramos en esos años, te los hubieras quitado sin disimulo alguno.-me dijo.
Sonreí.
-No lo haré. Pasé por aquel momento una vez y fue lo suficientemente vergonzoso como para hacerlo dos veces.-dije riendo.
-Entonces déjame que te pregunte ahora...
La intriga me carcomía.
Un colectivo pasó por nuestro lado velozmente.
-¿Te acuerdas del bar que atendías? ¿De que fui como cliente y me atendiste tú? ¿De que te pregunté sobre tu vida descaradamente y me respondiste con cada detalle? ¿Qué sería de nosotros si no hubiera pasado eso?
Las luces del alumbrado público ya se veían de color naranja por la noche.
-Tal vez no existiría un 'nosotros'. O tal vez nos hubiéramos encontrado en otro lado, como siempre. ¿Quién sabe? Pero creo que por algo ha sido así.-le respondí.
-¿Y quién diría que diez años después de ello, estaría en el mismo lugar en el que te conocí, apunto de decirte algo demasiado importante?-dijo él insinuante.
No podía más, necesitaba oír su pregunta.
-Dímelo.-dije.
-Emma. ¿Te gustaría acompañarme por el resto de mi vida?
-Desde ya puedes saber que sí.
-Entonces, ¿te casarías conmigo?
Me quedé atónita, sorprendida, con una expresión de total asombro en el rostro. Estuve muda durante unos segundos, hasta que volví en mí. Me llevé las manos a la boca para cubrir mi expresión de felicidad. Él seguía delante mío, esperando una respuesta, sin dejar de sonreír.
-¡Claro que sí!-dije y lo abracé demasiado fuerte.
Él rió y luego de levantarme en el aire, me dejó en el suelo de nuevo y me besó.
No quedaba tiempo que perder. Mi relación con él era tan pura que jamás se me hubiera ocurrido decir que no.
-Te amo, en serio.-dije.
-No te das una idea de lo feliz que estoy.-me dijo.
-¿Y yo? No puedo creerlo.-dije y miré al cielo, haciendo notar mi alegría.
-No pienso hacer ceremonias formales con gente que tire arroz.-dijo riendo y cruzándose de brazos.
Era lo que esperaba de él, así que reí.
-Claro que no. Yo también odio eso. Haremos algo especial. Muy especial.-dije.
-Único. Como tú y yo.
-Exacto.-dije y esbocé una sonrisa.

La Anónima.






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