jueves, 24 de abril de 2014

Beyond the appearance-Capítulo 1

Olvidada. Así me sentía. No podía más, y gastaría mis días haciendo estupideces, como de costumbre. Tan solo pretendía ser como los demás para conseguir aceptación, porque ya lo había comprobado por mí misma: no servía actuar como realmente era. Aquellas a quienes yo llamaba mis "amigas", eran tan solo chicas que pensaban que yo era una persona frívola, a la que únicamente le importaba la ropa lujosa, el dinero, las últimas tecnologías, y esas superficialidades. Nada que ver con mi personalidad verdadera. Pero nada podía hacer, sufriría de soledad si evitaba ser así, justo como no quería...Justo como la gente que me repugnaba.
Trastornos psicológicos no me faltaban...Padecía ansiedad, estrés, depresión...Dicen que son traumas típicos en la adolescencia, pero a mis 22 años creo que no es la única edad a la que se pueden adjudicar esos problemas. Quizás, la gente piensa que darle importancia al "qué dirán" es algo inmaduro. Tienen razón, pero yo no puedo evitarlo. No soporto no encajar. ¿Algún día estaría en el lugar en el que ciertamente quería estar?

Hace cuatro años que no vivo con mis padres, desde que voy a la universidad. Ellos me impulsaron a estudiar Derecho, más bien, me obligaron. Yo, personalmente, detesto esa carrera. De pequeña soñaba con ser una diseñadora de modas, o una psicóloga, pero mi familia se reía de manera burlona, creyendo que sus risotadas eran inocentes, ingenuas, sin saber que dolían. Toda mi vida me sentí desvalorada, subestimada e incapaz de concretar mis proyectos. Y estoy a punto de hacer algo de lo que tal vez me arrepienta, pero no le hallo otra solución.

Es un fin de semana como todos, menos para mí. En mi diminuto apartamento, planeo mi escapada. Primero armé un bolso con toda mi ropa, que no es mucha. Luego, partí hacia el aeropuerto. Cualquiera preguntaría: ¿de dónde saqué el dinero? Es fácil. Mi madre me envía bastante efectivo cada mes para mi alquiler y mis estudios, nunca pensé en gastarlo en algo que no fuera eso... Ahorré lo que me sobraba durante años y conseguí una considerable cantidad.
No tenía un destino, solo sabía que me iría y muy lejos. Estudio en Houston, es decir...estudiaba.
Ahora que ya estoy en el aeródromo, me fijo en la tabla de vuelos próximos y el primero es a Québec. ¿Me sería útil trasladarme a un lugar no tan apartado de mi ciudad? Daba igual. Iría allí.

-¿Boletos para Québec?-le pedí a la recepcionista que estaba en el mostrador.
-Queda uno. Del lado de la ventana.-respondió con seriedad.
-No importa. Lo quiero.
Se quedó en silencio y me dio mi pasaje. Me cobró y me quedó un poco más de la mitad del dinero que había juntado.
Corrí hacia donde estaba mi avión y me preparé para subir. Cuando me llegó el turno, miré en mi ticket el número de asiento que tenía, y rápidamente lo divisé, ya que era el único que estaba vacío. Del lado del pasillo había un chico con pinta de misterioso. Pasé delante de él para ubicarme en mi butaca y mi andar era tan escueto y desastroso que me miró pasmado. Sumado a eso que mi cara estaba desarreglada y mi ropa ni combinaba, además de que él probablemente no sabía que tendría una acompañante, y menos que sería tan descuajeringada como yo. Me dije a mí misma que por una vez en la vida debía mostrarme tal cual era, y esta era mi oportunidad. Estando consciente del nido de pájaros que era mi pelo, di vuelta mi cabeza y lo miré.
-Hola.-dije con una amplia sonrisa en mi rostro.
Me miró extrañado.
-¿Hola?-articuló temeroso.
-¿Cómo te llamas?-pregunté, aparentando seguridad en mí misma.
-Max.-tartamudeó.-¿Y tú?
De seguro me lo había consultado por compromiso.
-Shailene.-le respondí.-¿Y por qué viajas a Québec?-no quería terminar la conversación.
-Pues...trabajo, ¿tú?
Me percaté de que debía ser mayor que yo. Además su aspecto no era el de un niño flacucho y débil, sino el de un joven hombre lleno de vitalidad, pero al hablar no demostraba lo mismo.
-Escape.
Abrió los ojos de par en par.
-¿Escape? ¿Qué quieres decir?
-Simplemente eso. Decidí irme de Houston a cualquier lado porque estaba harta de mi vida.
Le solté la verdad porque necesitaba confiar en alguien, a lo mejor él era la persona indicada para hacerlo.
-Eso es excepcional.-dijo al fin.
No pude contener una sonrisa al oír su comentario. ¿Yo y mis ideas, excepcionales? Nunca me habían dicho algo así.
-¿Lo crees? Yo pienso que es...estrafalario.
Él rió.
-Tal vez lo es, pero no le quita lo estupendo.
Volví a sonreír.
Nos quedamos callados un tiempo, hasta que yo decidí sacar el tema de charla.
-Así que trabajas, ¿de qué?
-No es un trabajo exactamente, es investigación para completar mis estudios.
-¿Qué estudias?
-Economía.
Tragué saliva y asentí. De solo pensar en estudiar esa materia me daba dolor de cabeza.
-¿Y ya terminas?
-Este año.
-Entonces debes ser mayor que yo.
-¿Cuánto crees?
-Unos...¿dos años?
-¿Edad?
-22.
-Entonces acertaste. Tengo 24.
-Soy buena calculando, ¿ves?
Esbozó una tímida sonrisa.

Al ver que llegaríamos pronto a nuestro rumbo, me apresuré a interrogarlo.
-¿Dónde te alojarás?
-En un hotel de por ahí...¿Por qué?
-Es que...No tengo donde.-dije con una sonrisa vergonzosa.
Cerró los ojos a modo de reproche y luego me miró.
-Hospédate allí, no es caro.-afirmó al fin.
-Está bien, pero tú me guías.
-Por supuesto...

La Anónima.




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