jueves, 1 de mayo de 2014

Beyond the appearance-Capítulo 3

Un almohadazo me despertó a la mañana.
-Au...-dije abriendo un ojo.
-Debes despertarte. Te dije que solo me quedaría una noche y era cierto.-me dijo Max con la almohada aún en sus manos.
-¡No hacía falta golpearme con una almohada en la cabeza!-me quejé.
Él reía divertido.
-Bueno, lo siento, vayamos a desayunar al comedor.
Salió por la puerta y me dejó en la habitación para que me vistiera. Luego me cambié, cepillé mis dientes y guardé todas mis cosas en mi bolso, ¿qué haría cuando se fuera? Eso no lo sabía. Pequeño detalle. Me fui del cuarto hacia la cantina y me senté en la mesa donde mi amigo estaba.
-Espero que te guste el zumo de naranja, el cortado y las medialunas.
Sonreí.
-Me encanta.-afirmé.
Él me devolvió la sonrisa y sacó su teléfono móvil.
-Creo que debería tener tu número por si las dudas, ¿no crees?-dijo.
-Em, pero hay un inconveniente con eso...
-¿Cuál es?
-Recuerda que vine aquí en plan de huida. Lo que menos me apetecía era llenarme de llamadas teléfonicas de mis padres o quien sea, ¿no te parece? Así que olvídalo, no tengo móvil, lo he dejado en Houston.
Me miró expectante.
-Bueno...-dijo al fin.
El mesero salió de la cocina con una bandeja que tenía lo que habíamos pedido. Con sumo cuidado y delicadeza dejó la comida sobre la mesa y se retiró con una sonrisa complaciente.
-Gracias.-dijo Max.
Eché azúcar de un sobrecito en el cortado y corté un pedazo de la medialuna.
-Y bien, ¿a qué hora te vas?-le pregunté.
-Por la tarde-noche.-me respondió al tiempo que le daba un sorbo a su jugo de naranja.-¿Qué tienes pensado hacer?
-No lo sé...
Noté que se llevaba la mano al bolsillo trasero de su pantalón y sacaba su billetera. Extrajo varios billetes de ésta y me los tendió.
-Los necesitarás. Aquí en Québec no te será difícil encontrar un trabajo, pero hasta eso, te servirá.
-No tienes que...-me apresuré a decir.
-Acéptalos, ¿si? Solo eso. Regalo de amigos.
Sonreí al oír que éramos amigos y agarré el dinero.
-Gracias.-le dije.
-No es nada.
-¿A dónde viajas?-lo interrogué con curiosidad.
-Voy a viajar a Sudamérica, hay grandes oportunidades allí para mí. Vine a hablar con unos colegas y arreglar otras cosas aquí.
Sudamérica me llamó siempre la atención, sus paisajes eran increíbles y distintos a los de aquí. Además su gente derrochaba buena energía por lo que me habían contado.
-Qué lindo. Y, ¿a qué parte?
-A Cartagena, en Colombia.
-Vaya, es un lugar hermoso.
-La verdad que sí.
-Tienes suerte.-dije y noté una sonrisa triste brotar de sus labios. ¿Estaba apenado por mí? ¿Por que yo no tenía esa suerte?
-Bien, es hora de que me vaya a hacer unos trámites, ¿te quedas aquí o sales?
-Saldré a conocer un poco el lugar...Además, tal vez encuentre algún puestito, ¿verdad?-bromeé.
-Está bien.-dijo riendo.
Nos despedimos y yo me quedé en la calle. Estaba frío afuera, así que entré un momento al hotel para buscarme un saco y luego volví a salir.
En parte sentía que si no regresaba a Houston iba a morirme de hambre o algo parecido en pocos días, me repetía a mí misma que la decisión de escapar había sido una de las peores que tomé en mi vida, pero algo muy extraño me decía que si no fuera por eso no habría conocido a Max, como si significara tanto para mí...¿Lo hacía? No podía describir exactamente lo que sentía por él. Estaba agradecida porque si no me hubiera ayudado estaría tirada en la calle mendigando, a la vez me caía muy bien y por otro lado me hacía sentir algo raro en el pecho. Bien, no, no es amor. Todo eso pensaba mientras caminaba por la ciudad, y no me di cuenta de que el tiempo se había volado. Miré el reloj en mi muñeca y eran las 3 de la tarde. Fui a un kiosco que estaba cerca y con un poco de dinero que tenía en el bolsillo delantero me compré unas galletas. Tenía hambre, pero era tarde para que fuera a comer un plato muy elaborado, así que opté por algo más simple.
Luego decidí retornar a mi hospedaje. Sentía el viento fresco en mi cara y como alborotaba mi largo cabello. Esa sensación me encantaba. Cuando llegué al hotel y entré en el dormitorio, mi amigo ya estaba ahí y se encontraba recogiendo sus cosas y dejándolas en su valija.
-¿Ya te vas?-lo cuestioné.
-Me han adelantado un poco el vuelo.-se justificó.
-Ah...-dije desganada.
-¿Me acompañas afuera?-preguntó.
-Claro.-le dije aún desanimada.
Estábamos en la vereda con sus cosas y me dijo:
-Voy a ir yendo a la parada de taxis que hay en la otra esquina, ya pagué la estadía, así que no te preocupes. Bueno...
Era una despedida. Lo sabía.
-Creo que es hora de decir adiós, ¿no?-dijo con una mirada alejada.
-Sí...
-Ha sido bueno conocerte, Shailene. Quizás volvamos a vernos en otra ocasión.
-Quizás...
-¿Estarás bien?
-Sí.
-¿Te alcanza con lo que te di?
-Sí.
Me dio un beso en la mejilla, lo que me hizo dar todavía menos ganas de alejarme de él. Lo abracé fuertemente casi por instinto y luego lo solté.
-Que te vaya bien.-le dije y para no hacer más largo el momento que tanto me lamentaba que hubiera llegado, me di vuelta para entrar al hotel.
-Adiós.-pronunció y sentí el ruido de las ruedas de su valija girando en el piso.
Nuevamente mi tentación pudo conmigo y me volteé.
-¡Max!-grité. Él no estaba muy lejos.
Él se volvió y me miró desde la mitad de la cuadra. Corrí hacia él.
-¿Qué sucede?-preguntó impaciente.
-Es que...-no sabía qué decirle.
Se quedó observándome, esperando una respuesta.
-No sé. No quiero separarme de ti.-solté.
Permaneció contemplándome ante él con una mirada interesada.
-¿De verdad lo dices?-preguntó impresionado.
-Me siento sola.-confesé.-He venido aquí y no quiero molestarte, pero has sido el único que me brindó ayuda cuando más la necesitaba y ahora no sé cómo seguir, sé que es problema mío pero...
-No sigas...Entiendo perfectamente.
Estaba impresionada, ¿me entendía?
-¿En serio?-curioseé.
-Sí.-tendió su brazo haciendo una ademán de que fuera a su lado y lo hice. Me abrazó.-Ven conmigo. Los amigos no se separan.
No contuve mi amplia sonrisa al escuchar eso. Ya tenía a alguien en el mundo que se preocupaba por mí y me hacía muy feliz.
-¿Que vaya contigo? ¿No es una locura?
-¿Por qué lo sería? Tengo un departamento donde vivir allí, puedes conseguir un trabajo, conocer gente y todo eso, ¿verdad? Los pasajes los tengo gratis.
-¿Gratis?
-Sí. La empresa con la que voy a trabajar ahora me los da gratis, no hay problema en llevarte. Lo que sí...Creo que estaremos en asientos separados, así que limítate a comportarte.
Solté una risotada.
-Voy a comportarme...con mi acompañante de viaje...pero eso no significa que no pueda molestarte estando lejos de tu asiento.
-¿Ah si? Ya veremos.-dijo y nos fuimos hacia la parada de taxis.                                                                
♥La Anónima.

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