domingo, 18 de mayo de 2014

Beyond the appearance-Capítulo 5

-¿Y todos estos papeles? ¿Dónde los dejo?
Silencio. Max no contestaba mi pregunta.
-¡Juro que si no me respondes lanzaré todo por la ventana y al diablo!-grité amenazando.
Lo oí venir corriendo hacia la habitación en la que yo me encontraba.
-¡No! Son mis papeles empresariales, Shailene, les haces algo y no vives para contarlo.-dijo con agitación en sus palabras.
-Vaya, típico de economistas.-farfullé.
Me miró de reojo, con un semblante exasperado, luego juntó el papelerío que yo le dejé sobre la mesa y se retiró del cuarto.
Seguí rebuscando entre las cajas, ordenando todo aquel desastre, y entre las blancas hojas de esos documentos, colores variados lograron captar mi atención. Mis ojos se abrieron de par en par al ver una foto de Max junto a una chica, bastante parecida a él, solo que con el cabello negro y ondulado, dientes perfectos y ojos grises. La tuve entre mis manos un buen rato y observé cada detalle de la imagen con detenimiento, mientras me preguntaba '¿quién es?'.

-Shai, ¿no viste mis...?-él fue bajando el tono de voz a medida que se me acercaba.-¿Qué haces con eso? ¿De dónde lo sacaste?
Su repentina aparición me hizo dar un sobresalto.
Me avergoncé y dejé rápidamente la fotografía sobre el escritorio.
-Lo siento, estaba entre tus cosas...
-No pasa nada.-dijo, tomó la foto e hizo un intento de irse de allí, pero mi voz lo interrumpió.
-Disculpa, sé que te molestará mi pregunta, pero como verás no tengo filtros. Me ha intrigado saber, ¿quién es ella?
Se quedó callado.
-Eso no te incumbe.-respondió al fin.
-Claro que me incumbe, sino no te hubiera preguntado, ¿no crees?
-Es mi hermana.
Arqueé las cejas y enmudecí.
-¿Y qué tiene?-quise saber.
-Era.
No entendí al instante, pero luego lo hice perfectamente. Ella ya no estaba en este mundo.
-Lo lamento, no quería...-traté de excusarme.
-No importa.-dijo y esta vez sí se largó.
Recordaba que hace tan solo un día, cuando las bragas rosadas ocupaban su valija, él me había dicho que posiblemente eran de su hermana. ¿Acaso era ella su hermana? ¿Habría sido hace poco tiempo el terrible suceso? En ese momento me carcomía la culpa y a la vez la curiosidad. Quería preguntarle, pero no debía, solo conseguiría atormentarlo y traerle trágicas memorias.
Temía descubrir cosas sobre Max que él quizás no quisiera darme a conocer. No quería ahuyentarlo de mi lado por ser una invasora compulsiva. Terminaría haciéndolo si seguía con esa conducta.

Después de pasar todo un día arreglando el apartamento junto a mi amigo, aunque en completo sigilo y sin dirigirnos ni una sola palabra, él se fue a su cuarto, y yo al mío. Di mil vueltas en mi cama, sin poder pegar un ojo en horas, hasta que finalmente decidí salir de la pieza y hablar con Max, le debía una disculpa, y además tenía demasiado que conversar con él. Me paré, me puse unas zapatillas y atravesé la puerta. Me fijé por la rendija de debajo de su puerta y vi luz, así que la golpeé sin dudar.
-Pasa.-me dijo él desde el otro lado.
-Max...necesitaba hablar contigo.-dije apenas entré en la alcoba y cerré la puerta.
Me aproximé a su cama y cuando estuve lo suficientemente cerca me senté a su lado.
-¿Sobre qué?-preguntó a la defensiva.
-Sobre lo que hice hoy. De verdad lo siento, me picó la curiosidad e hice esa innecesaria pregunta, pero no quería molestarte...es solo que...sabes que soy así y...-las palabras se me dificultaban al hablar.
Él me corrió un mechón que me cubría la mitad del ojo y lo colocó detrás de mi oreja.
-No te pongas así, no fue queriendo, lo sé muy bien.
-Perdón.
-Está bien, ya pasó.
Me dio un reconfortante abrazo.
-Eres...mi único amigo.-mis ojos se llenaron de lágrimas al terminar de pronunciar esas palabras, y era porque sabía que eran ciertas. No tenía amigos.
-No digas eso, no es verdad, Shai, eres maravillosa y hay mucha gente dispuesta a quererte, solo debes dejarte conocer.-me consoló con una sonrisa en sus labios.-Como lo hiciste conmigo.-terminó de decir.
La felicidad se dibujó en mi rostro.
-Gracias, de verdad. Te quiero.-le dije secándome las gotas.
-Te quiero.-contestó.
Era la única persona que en vez de responderme 'yo también' o 'yo más', me había devuelto la frase.
-Sabes...Ella tenía 22 años, como tú. Se llamaba Erica y vivió muy bien hasta que enfermó de diabetes, a los 15. Su vida fue haciéndosele cada vez más insignificante, no quería seguir las dietas y todo se complicó, hasta que entró en un coma y falleció...hace un año.
No pude articular ninguna palabra.
-Yo...
-No digas 'lo siento', es una frase que expresa culpa cuando en realidad tú no tienes nada que ver.
Reflexioné y tenía razón. ¿Por qué decimos "lo lamento" o cosas así?
-Pues, entonces, me quedo sin qué decir. Es muy triste. La querías mucho, ¿verdad?
-Claro que sí. Era muy importante para mí, era mi hermanita.
Me enterneció su mirada y vi una lágrima caer para su mejilla. El corazón se me partió de verlo llorar, nunca pensé que me mostraría esa parte suya. Lo rodeé por la cintura con mi brazo y me apoyé en su hombro. Luego me separé de él y con mi pulgar toqué su suave rostro para secar su llanto. Me miró fijamente y no aparté mis ojos de los suyos, me acerqué a él con pudor y observé cada uno de sus finos rasgos con mi examinante mirada, acercándome cada vez más a sus labios. Un estallido hizo que me separara de su cuerpo.
-¿Qué ha sido eso?-solté con temor en mi voz.
-No tengo idea, será mejor que bajemos a ver.-dijo él con determinación.
Se levantó de un salto y salió por la puerta, yo lo seguí con desgano.
Ese ruido había interrumpido un momento clave en nuestra relación. Maldecía el momento en el que sonó, y también el segundo en el que decidí ser tan...lanzada con él.
Después de que ambos fuimos por el pasillo y bajamos las escaleras del edificio, cruzamos por el portón y fuimos a ver qué había sucedido. Era un accidente, una camioneta se había estrellado contra un poste en la esquina, pero la mujer que conducía se encontraba en perfecto estado.
-Mierda.-dije entre dientes para mis adentros. Estaba enojada porque, quizás podría haber resultado peor, pero, ¿justo en ese momento? Qué oportuno.

La Anónima.

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