jueves, 1 de mayo de 2014

Between the sky you and I.-Capítulo 1.

Ya pasaron diez horas desde que estoy aquí, en esta sala de mierda escuchando a gente estúpida contarme sus problemas sin sentido. La verdad es que no sé porque rayos elegí esta carrera, solo quería complacer a mis padres, que siempre me decían que estudiara una carrera tradicional porque si no me moriría de hambre. Pero ahora me arrepiento, mi vida es infeliz, me dedico a algo que no me gusta, sabiendo que algún día me moriré sin haber aprovechado mi tiempo en la Tierra a algo que realmente me apasionara.
Muchas personas dicen que esta profesión es algo sensacional, pero... para mí es una completa pérdida de tiempo, solo ves a personas inútiles llorar por cosas inútiles. TODO ES INÚTIL. 

Al salir del trabajo, decidí dar un paseo por el parque, tomar aire fresco de vez en cuando, pensar en lo miserable que era vida, ver a familia felices divirtiéndose mientras yo solo me tenía a mi misma. Me gustaba pensar que algún día esa sería yo, feliz, con mi familia pero eso no era así, mi vida era esta, la de una solitaria chica de 25 años, residente de un hospital, estudiando algo que no le gusta. Pero no crean que todo era tan malo, había algo que siempre me motivaba todas las mañanas y era saber que yo seguía viva, que si quería podía cambiar mi vida, tan solo tenía que renunciar a esa ocupación y ya.
Luego de que pasaron diez minutos, decidí caminar un poco al lado de un estanque lleno de patos que no podía dejar de observar.
Al llegar a cierta parte del parque, vi a varias personas vestidas de manera muy elegante, también había un sacerdote y dos personas en junto a él. Era una boda, la novia era muy bella, se notaba el amor que se tenían.
Me senté en un banco a observar la celebración, era algo fuera de lo común pero me agradaba. 
Una vez visto todo, decidí marcharme, la novia estaba por tirar el ramo y eso era algo que ya no me importaba ver. Pero... al momento en que lo lanzó, al parecer fue muy lejos porque lo atrapé.
Todas las mujeres me miraban con envidia y yo seguía ahí, sin saber que hacer, congelada. Desvié la vista a las flores y luego hacia la multitud cuando noté que la chica con el vestido blanco, se dirigía a paso apurado hacia mí articulando palabras que me eran imposibles de descifrar.
Luego de unos cuantos minutos, la tuve en frente mío, temía lo que me fuera a decir, así que me adelanté:
-Lo siento, ya me iba.-titubeé.
-No, no, por favor, tú agarraste el ramo en buena ley y... ¿sabes lo que significa?-me dijo con una radiante sonrisa. No sabía a dónde quería llegar y empecé a preocuparme.
-No, la verdad que ni idea.- respondí.
-Bueno...se ve que como aún no te has casado, digo porque no tienes ninguna sortija, te lo explicaré. Como verás, es una tradición en las bodas que cuando la novia, en este caso yo, tira el ramo, la persona que lo atrapa, en este caso tú, deberá bailar el vals con cualquier chico que haya sido invitado y se ofrezca.
Me queda atónita. Debía bailar y no sabía como, ¿y que alguien se ofreciera? Con la pinta que llevaba seguro nadie lo haría.
-¿Qué? Pero...yo no sé bailar.-me animé a contestar.
-Pues tendrás que hacerlo.-dijo mientras me llevaba a la pista de baile.
Al llegar allá, me dejó parada en el medio mientras todas las personas hacían un círculo alrededor de mí.
-Muy bien, ¿quién quiere bailar con...? ¿Cómo era tu nombre?-preguntó.
-Amber.-respondí algo nerviosa por lo que iba a pasar.
-¡Amber! ¿Quién quiere bailar con Amber?-volvió a decir.
En ese momento, vi salir a un chico de entre medio de la multitud, tenía pelo castaño y algo alborotado, le quedaba realmente bien.
-Yo bailaré con ella.-le dijo a la novia con una sonrisa de par en par.
Luego se acercó a mí.
-De verdad no sé hacer esto, solo atrapé el ramo por error.-susurré.
-Tú solo sígueme.-dijo tomándome de la mano y pasando la otra por mi cintura mientras me pegaba a su cuerpo.
En ese momento, la música empezó a sonar. La verdad es que bailaba muy bien.

Al fin había terminado el baile, yo miraba al piso mientras él sonreía.
-Bailas muy bien.-me animé a decir.
-Y tú también.-contestó.-Digo para ser tu primera vez.
-Gracias.-balbuceé. Me ponía muy nerviosa que me pegara tanto a su cuerpo.-Bueno... ya tengo que irme, pero fue una linda experiencia.-dije y me marché lejos de aquel lugar.
Mientras caminaba, pensaba en que rayos había sido eso. Después de dar unos cuantos pasos, sentí que alguien me estaba siguiendo, era el chico con el que había bailado.
-Amber... te olvidaste esto.-dijo y me entregó el ramo de rosas blancas de la boda.
-Te lo agradezco.-contesté.
Él sonrió.
-Me llamo Will.-dijo.
-Mucho gusto.-contesté.
-¿Eres alguna clase de médica aburrido que dedica doce años de su vida al estudio?-preguntó.
-Pues...sí ¿y... tú... a qué te dedicas?-vacilé.
-Oye...tranquila.-respondió agarrándome fuerte de la mano.-Parece que nunca hablaste con un chico...un minuto, te has enamorado de mí, por eso estas tan nerviosa.
-¿Qué? Estás loco, recién te conozco.-dije poniéndome a la defensiva.
-Recién me conoces, pero de tan solo verme seguro que te quedaste hipnotizada, tanta belleza no la vas a poder encontrar en cualquiera.-agregó riéndose como estúpido.
Realmente no la iba a encontrar en cualquiera, pero igual él no me gustaba.
-¿Me puedes responder que estudias?-dije para evadir esa conversación que me ponía tan incomoda.
En ese momento llegó otro chico de traje, al parecer el novio.
-Will, hermano, vamos, la fiesta ya esta por comenzar.-dijo e hizo un gesto con la mano para saludarme.
Enseguida se lo devolví.
-Si si, ya voy.-contestó Will.
-Debes irte, tal vez otro día podamos hablar.-dije marchándome.
-Espera.-respondió y me agarró la muñeca.-Podemos vernos mañana, aquí, en el parque, digo si te parece.
-De acuerdo.

Al llegar a mi departamento, solo pensaba en comida. Después de cenar, me fui a la cama, pero no me pude dormir tan rápidamente como siempre. Solo pensaba en una cosa, y era en Will.


©Srta. Misteriosa.


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