lunes, 2 de junio de 2014

¿Saldrías con él?-Capítulo 5

Ilusiones
Franco y Candelaria se fueron juntos al colegio a la mañana siguiente, y al llegar, ella vio a su amiga, Manuela, mirándola con una expresión de asombro en el rostro. De inmediato, se separó del chico, y se despidió.
-Te veo después.-le dijo ella.
-Dale.-contestó Franco.
Candelaria se apartó de allí y fue hacia donde estaba Manuela.
-Che, ¿qué onda vos?-le preguntó Manuela al tenerla a su lado.
-Nada, ¿por?
-No sé, estabas ahí, fraternizando con tu enemigo.-se rió.
-Nada que ver, boluda, le estaba diciendo una cosa de la facu.
-¿De la facu?-volvió a reír.-Dale, no me mientas, ¿en qué andás?
-¡Nada, te digo! Es en serio.
-¿Ni siquiera es tu amigo?
La chica dudó al responder, sentía afecto por él debido a lo ocurrido la noche anterior, pero le daba vergüenza contárselo a Manuela.
-No. No somos absolutamente nada.-respondió con seguridad.
-Bueno...
Candelaria se arrepentía un poco de la mentira porque si apreciaba a Franco, y temía que si él se enterara de que ella no lo consideraba un amigo, le doliera.
Se dirigieron a los lockers donde dejaban sus pertenencias, y luego entraron al salón de clases. Candelaria se sentó al lado de Manuela, adelante suyo estaba Virginia, otra amiga. 
-Eu, ¿no van a ir a la juntada de Luciano este finde?-preguntó ella.
-¿Hace una juntada?-quiso saber Candelaria.
-¡Sí! ¿No te enteraste?
-No...
Luciano era un chico un año mayor que Candelaria y sus amigos, concurría a la facultad de abogacía, junto a Franco, por lo que las mejillas de Candelaria tomaron color y no supo qué decir.
-Yo sí voy.-dijo Manuela.
-Yo también, prendete Cande.-la animó Virginia.
-No...no sé...¿quiénes van?
-Y...seguro Maxi, Nacho, Fer, Franco...-no pudo seguir nombrándolos.
-¡No!-gritó Candelaria.
-¿Qué? ¿Qué pasa?
Manuela soltó una risita.
-Ella y Franco son los peores enemigos, ¿no sabías?-comentó.
Candelaria se mordió el labio y cerró los ojos, pensando qué hacer para revertir la situación y contarle a sus amigas que ella y Franco eran amigos.
-Ay, ¿es por eso?-se sorprendió Virginia.-No te hagás drama, va a estar demasiado ocupado levantándose minas.
Candelaria sintió una pizca de celos, pero luego siguió aparentando la normalidad de siempre.
-Bueno, voy a ir.-aceptó al fin.

Era la hora de irse, y Virginia se fue apurada, mientras que Manuela se quedó con Candelaria.
-¿Me esperás? Voy al baño.-dijo Manuela.
-Dale, me quedo acá.-le dijo Candelaria, sentándose en un banco.
La chica miró al suelo y se quedó pensativa, hasta que la conocida voz de Franco la hizo volver en sí.
-Ey.-dijo él.
Candelaria entró en nervios, y no supo qué hacer, pronto llegaría Manuela y descubriría que le había mentido, o de lo contrario, haría confundir a Franco y volvería a ser su enemiga.
-Hola.-dijo ella con dureza.
-¿Te pasa algo?
-No, ¿por qué?
-No, nada, es que estás...cortante.
-Ah, no, es que estoy cansada...-mintió.
-No te habrás arrepentido del cambio en nuestra relación, ¿no?
Ella se rió.
-¡No!-le contestó y miró hacia arriba.
Él se sentó a su lado, y erizó toda su piel con tan solo un contacto. Candelaria vio venir a Manuela.
-¿Qué es esto?-dijo Manuela cuando estuvo junto al banco en el que los chicos estaban sentados.
Franco no entendió.
-¿Qué es qué?-cuestionó él.
-Ustedes se odian.
Él rió.
-Pero ya no, somos amigos...¿no sabías?-le informó él.
-Ah...-fingió Manuela.-¿Y desde cuándo?
-Desde ayer.
-Qué bueno, entonces, los dejo solos.
Manuela le guiñó un ojo cómplice a Candelaria y se fue.
-No puedo creer que no les contaras a tus amigas de lo bien que nos llevamos ahora.-bromeó Franco.
-Callate. Ellas creen que seguís siendo mi peor enemigo y que te odio.
-Pero no es así, ¿no?
Se hizo un silencio, ella lo miró fulminante y luego sonrió.
-No.-dijo y le revolvió el pelo.
Él tomó confianza y la abrazó, un gesto que hizo estremecer a Candelaria, y no tuvo idea de cómo responder, así que se dejó llevar por sus emociones y le devolvió el abrazo. Luego se soltaron.
-Te iba a preguntar, ¿vas a lo de Luciano?-interpeló Candelaria.
-Sí, más vale, ¿vos?
-No sé...
-¡Vení! Va a estar buenísimo, te prometo.
-Bueno, si voy a ir...
-Pero vení conmigo.
-¿Qué?-se desconcertó.
-Que vengas conmigo, ¿no querés?
Ella lo pensó y aceptó sin dudar.
-¡Sí! Bueno, es que es raro que me lo pidas.-admitió ella.
-No seas tonta, sos mi amiga, acordate. 
Candelaria reprimió una sonrisa delatora.
-Me faltó preguntarte...¿cuándo es?-dijo riendo la chica.
-¿Ves que sos tonta? El viernes.-le respondió entre risas.
-¡No soy tonta!-lo golpeó en broma.
-Bueno, Cande, creo que nos las tenemos que tomar...-dijo Franco al ver que estaba anocheciendo.
-¿Nos...? ¿Qué? ¿Juntos?
-Dejá de hacer preguntas pelotudas y vamos.
Ellos se pararon y se fueron hacia la casa de Candelaria. 
-No hago preguntas pelotudas.-se defendió ella en el camino, luego de varios minutos de no hablar.
-¿Recién reaccionás?-él rió.
Ella volvió a pegarle, pero esta vez en la cara.
-Qué violenta que sos.-le dijo él tocándose el rostro y con una sonrisa traviesa.
-Callate. Ahí está mi casa, así que te voy diciendo chau.
-"Casa" dice, alto rancho.
-Andá a cagar, gil.
Ambos se rieron juntos, y luego se despidieron.
-Te veo mañana.-le dijo ella.
-Sí, dale. 
Ella entró, cerró la puerta y lo vio alejarse por la ventana. Se dio vuelta y se encontró con una sorpresa.
-Qué lindo, ¿eh?-era Manuela.
-¿Qué hacés acá?
-Disculpá mi visita imprevista, pero me moría por averiguar que pasaba entre ese chabón y vos.
-Bueno, ahí tenés, es mi amigo.
-Te gusta.
-¿Qué? ¡No! Callate ya, Manuela.
-¡Te encanta! Es obvio.
-No me gusta...
-¡Sí!
Candelaria puso los ojos en blanco.
-Es verdad lo de "los que se pelean se aman".-argumentó Manuela.
-¡No me gusta, Manuela!
-Soy tu mejor amiga. Me tenés que contar.-dijo recalcando la palabra "tenés".
-Y eso hago, te digo la verdad, no me gusta en lo más mínimo.
-Ay Candelaria, por favor, es obvio.
-Bueno, está bien, sí, callate ahora.
-Ay, ay, ay, me muero, qué amor.
-¿Cómo entraste?-cambió de tema Cande.
-Estás tan enamorada que te olvidaste de pedirme la llave que me diste hoy a la mañana, y como quería ver tu nivel de distracción te dejé la puerta abierta, ¿no te diste cuenta? Franco te tiene en otro lado.
Candelaria se rió.
-Sos una estúpida. No pasa nada, es porque es imposible que no te atraiga alguien que te chapaste en el pasado, o no sé, algo de eso.-mintió.
-Sí, claro. En la joda aquella le pegaste tremeda cachetada sabiendo que te lo habías chapado. Es cuestión de que lo conociste y te re enamoraste.
Candelaria se mortificaba y sabía que su amiga estaba en lo cierto, pero no quería reconocerlo. Se quedaron calladas.
-¿Saldrías con él?-preguntó al fin Manuela.
La otra chica no dominó la respuesta, no supo qué decir.
-Te lo pregunto porque sabés que es un toga...
Al recordarlo, Candelaria se decepcionó y hasta pensó en volver a la relación de antes, solo para no quedar más enredada en él.
-No, me gusta, pero...no me voy a ilusionar. 
-Amiga, no quiero ponerte mal, pero ya te ilusionaste...
-¿Y cómo sabés?
-Se te nota. Se te nota en la cara, en la forma de hablar, en la mirada, se te nota en todo.
Los ojos de Candelaria brillaron y su mente se difuminó. Se apretó las sienes con las manos y se lamentó el día en que cayó en el amor, como nunca antes. Ella antes de Franco, no se había enamorado, no le juraba fidelidad a nadie y no sentía nada por ningún chico. Él era igual a ella, ¿cambiaría él por Candelaria? 

  

La Anónima.

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