sábado, 14 de junio de 2014

Beyond the appearance-Capítulo 7

Esta vez no permití que nadie ni nada me arruinara el momento. Sentí sus labios deslizarse sobre los míos y poco a poco cerré mis ojos y acaricié su cuello. Todo se volvió automático en nuestras acciones, y sentí su mano sobre mi espalda bajando hacia mi cintura, pero paramos. Al separarnos, actuamos como si nada hubiese sucedido, y nos despedimos.
-Hasta mañana.-le dije parándome del sillón.
-Que descanses.-me respondió.
Me encerré avergonzada en mi habitación. Nos habíamos besado. Max, mi mejor amigo, y yo. Quizás no significó nada para él...No, quizás no, simplemente no lo hizo. No fue un hecho de importancia en su vida y nunca lo será, porque solo somos amigos, o amigos con derechos, pero nada más. Debía dejarme eso en claro. Quería hablarle sobre el tema, pero no me animaba, no quería resultar ridícula dándole tanto interés a algo que seguro para él fue un simple desliz. Tenía miedo de enamorarme. Error. Ya estaba enamorada.
Esa noche soñé algo muy extraño...
Me encontré caminando sola por un pasillo vacío, estrecho y polvoriento, en completa penumbra. Mis pies hacían ruido con hojas y escombros que decoraban el suelo cubierto por una rota alfombra de color rojo. Tenía el pelo enmarañado y estaba descalza, con un horrible vestido blanco hecho jirones. De repente una puerta irrumpió en mi camino y la abrí decidida. Allí todo cambió, el arenoso suelo del escenario anterior se transformó en césped verde y fresco, el pasillo se abrió de par en par dejando ver un cielo anaranjado crepuscular y las copas de los árboles. Volaban pájaros de aquí para allá y flores de variados colores adornaban esa especie de pradera de ensueño. Miré para abajo y llevaba puesto un vestido rosa largo repleto de tules y cintas, en mis pies unos zapatos negros con un pequeño taco y en la cabeza tenía puesta una corona de flores rosadas. Mi pelo se acomodó con tan solo el resoplido del viento, y sentí cómo de pronto alguien me tomaba de la mano y me giraba en su dirección. Era Max, que me sonreía y me miraba con ojos tímidos, con aquellos que tenía cuando lo conocí y le hablé por primera vez. Me abrazó y sentí su aroma perfumado, y luego me besó, pero fue inmediato y caí al suelo, al tiempo que todo se desvaneció y volví a donde estaba antes, quedándome sola y con mi ropa desgarrada otra vez. Todo se puso negro...
Me desperté. No entendía el sueño, pero al tratar de interpretarlo se me ocurría que desde mi triste vida, una puerta se abrió, y lo encontré a él, fue allí cuando todo mejoró. El beso simbolizaba mi enamoramiento, y al desaparecer todo lo que había prosperado, deduje que significaba que todo en mi vida volvería a ser como antes. No podía enamorarme de él ni siquiera en sueños...
Miré el reloj y marcaban las 5:00 A.M. Hacía como 4 horas que me había dormido, y estaba sufriendo de insomnio. Las sábanas estaban frías y pensé en traer una frazada, pero éstas se encontraban en el cuarto de Max, así que prefería helarme en mi cama que ir a buscar algo con que abrigarme, pero eso no fue un problema porque cuando menos lo imaginé, golpearon a mi puerta.
-¿Si?-dije intentando aparentar que me había despertado.
Max abrió la puerta y por la rendija que dejó, veía la mitad de su persona.
-Disculpa, pero en mi cuarto hace frío y supuse que aquí también, te traje algo para taparte.
Sonreí y su gesto me resultó tan delicado y dulce que no pude reprimir correr hacia él.
-Gracias Max.-le dije.
-De nada.
Nos contemplamos el uno al otro, acusándonos con la mirada de algo que fingíamos desconocer, pero ambos sabíamos perfectamente de qué se trataba. Un paso más y cometería nuevamente el error de besarlo.
-Sigue descansando, o no podrás hacer tus aburridas tareas de economista.-le comenté para cortar con el silencioso momento.
-Está bien.-sonrió.-Mañana te veo.
Él cerró mi puerta y yo volví a mi cama, me recosté, cerré los ojos y me aferré a la frazada como una niña pequeña abraza a su oso de peluche. Me pregunté por qué no podía enamorarme de él, ¿qué tenía de malo? Entonces mi mente proyectó una respuesta: me haría sufrir. Jamás pensé que él pudiera hacerle daño ni a una mosca, pero no se me ocurría otra razón por la cual algo me hiciera sentir insegura de estar con él. Pensé maneras de quitármelo de la mente, y recordé a Octavio. Quizás este chico era algo raro, pero no le quitaba lo atractivo, y además tal vez era una buena pareja. Decidí que empezaría a hablar con él, y que si salíamos a algunos lados juntos, probablemente conseguiría aceptar que Max era solo mi amigo, y que no saldría bien parada si me metía en algo con él.

La Anónima.





No hay comentarios:

Publicar un comentario