domingo, 6 de julio de 2014

¿Saldrías con él?-Capítulo 6

-¡Qué noche!-exclamaba Gonzalo al salir de un bar seguido por sus amigos.
-La verdad muy buena previa. ¿Qué decís que hagamos ahora? No son ni las 2 y están todos hasta el tronco.
Gonzalo rió.
-Los llevo a mi casa, la tengo sola. Andá yendo a lo de Luciano, después avisame y te alcanzo.-dijo.
-Dale.-le respondió Franco.
Gonzalo se acercó a su auto estacionado a unos metros, y sus tres amigos borrachos fueron detrás de él caminando muy desprolijamente, bajo los efectos del alcohol. Franco se dirigió unas cuadras más allá, a la casa de Luciano. Al llegar, las ventanas retumbaban y se oía música muy fuerte. Golpeó la puerta.
-¡Eh, Franco!-lo saludó Luciano.
-¿Cómo andás, che? Parece que está bueno esto.
-Sí, pasá.
Franco se adentró entre las mujeres que había allí, decidido a encarar a alguna, pero alguien se le adelantó.
-Hola.-le dijo ella. Era alta, delgada y con una voluminosa cabellera  negra.
-Hola.-le contestó él, sonriente.
-Me llamo Raquel, ¿vos?
-Fr...-se detuvo.-Francisco.-se apresuró a ocultar su verdadero nombre.

Candelaria no paraba de marcar el número de Franco.
-Ay, lo odio.-decía al darle el contestador.-Le voy a dejar un mensaje.
El tono sonó y el celular comenzó a grabar un mensaje de voz.
-Franco, me dejaste tirada, te odio. ¿Cómo te vas a olvidar? Ya vas a cagar. Y todo por pichero, drogadicto, mujeriego, seguro. ¡TE ODIO!
Ella cortó y no sabía si sentirse enojada, triste, o simplemente indiferente. Llamó a Manuela, quien la atendió rápidamente.
-¿Hola?
-Manuela, ¿me harías un favor enorme?
-¿Te dejaron plantada?
-Digamos...
-Ya paso. Dios, ¿qué harías sin mí?
-No sé...Gracias, sos la mejor.
Manuela se rió y cortó. Al instante, Candelaria oyó el bocinazo de Manuela en su puerta. Salió de su casa y corrió hasta el auto de su amiga, al que se subió de inmediato.
-Pobre de vos.-dijo Manuela sin expresión alguna.
-No seas así.
-Bueno, era obvio que se iba a olvidar, si no le interesa nada.
Aunque él no recordó que iba a ir a aquella fiesta con Candelaria, ella aún albergaba la esperanza de importarle al menos un poco.

Franco bailaba junto a Raquel mientras acariciaba su espalda, cuando sintió su celular vibrando en el bolsillo de su pantalón. Intentó ignorarlo, pero no dejaba de sonar.
-Disculpá.-le dijo a Raquel y se apartó de ella dándose vuelta para ver los mensajes.
Miró la pantalla de su celular y decía:
5 llamadas perdidas de Cande. 1 mensaje de voz.
-Ay no...-pensó y se acordó de que iba a ir con ella a la fiesta.
Apretó un par de botones y el mensaje de voz empezó a reproducirse. La suave voz de Candelaria resonó en sus oídos en un tono enojado. Antes de que pudiera guardar su celular, Raquel lo sorprendió abrazándolo por detrás. Él se dio vuelta quedando frente a ella, y una canción romántica comenzó a sonar.
-Me gustaste mucho.-le dijo ella.
Él no dejaba de pensar en su amiga, pero a la vez ella lo convencía más y más de seguir.

La puerta estaba abierta cuando Candelaria llegó junto a su amiga Manuela, así que pasaron y vieron muchas caras conocidas.
-Mirá toda la gente que hay...-dijo Manuela.
De repente apareció Virginia y las saludó.
-¡El living está lleno de pibes y minas chapando!-gritó para que se la escuchara por arriba de la música.
Ellas se rieron.
-Vamos a ver.-sugirió Candelaria y se encaminó al living.
Miró para todos lados y abundaban las parejas abrazándose y besándose, pero su mirada se detuvo en un chico de cabello moreno junto a una chica con una melena oscura.
-¿Es...Franco?-preguntó Virginia asombrada.
Candelaria no quería creerlo.
-No sé...creo.-le respondió.
El chico se apartó de la chica, dejando ver sus rasgos, y allí Candelaria pudo comprobar que era Franco. Por primera vez se sintió herida. Las lágrimas querían salir, pero ella no lo permitía. Le daba vergüenza que sus amigas la vieran llorar por un chico, más si era él. No despegó la vista de él, hasta que desvió sus ojos hacia ella, y no pudo evitar que lo notara.
Franco no le dijo nada a Raquel, y fue a buscar a Candelaria, que ya no pudo aguantar, y dejó escapar el llanto mientras se ocultaba caminando hacia otro lado, bajando la mirada y tapándose en la multitud.
-¡Cande!-la llamaba él, pero ella no hacía caso.
Finalmente ella llegó a un baño, en el que se metió y se descargó. No podría esconderlo, la máscara de pestañas y el delineador se le habían corrido, dejando gotas negras debajo de sus ojos. Se limpió como pudo y salió de allí, queriendo aparentar dureza y tratando de sonreír. El lugar dejaba un espacio vacío, y Franco estaba en él. Con rapidez, fue hasta Candelaria y la tomó de las manos.
-Perdón.-le dijo él.
-¿Por qué?-preguntó ella.
-Por olvidarme de que tenía que venir con vos.
-Ah. No importa.
-Sí importa. No me odies.
-No te odio.
-Pero estás enojada.
-No...estoy...
Él quería escuchar, pero ella no decía nada.
-¿Estás?
-Estoy mal.-resurgió el llanto, pero más tranquilo.
-No llorés, perdoname...
-No me interesa si te olvidaste, no importa, ya te dije.
-Entonces, ¿qué pasa?
-Nada, soy yo.
-¿Vos? ¿Por qué?
-Por estúpida, nada más.
-No sos eso...No digas...
-¡Sí!
Ella se soltó de su mano y se dio vuelta, dispuesta a alejarse, pero él volvió a aferrarse a ella sin dejarla ir.
-Perdón por dejarme llevar, perdón por besarla.
Ella se asombró y lo miró con extrañeza.
-¿Qué?-preguntó confundida.
-Te dolió. Por eso llorás, te ilusioné.
Candelaria seguía desconcertada.
-¿Importa?
-Obvio que importa. Sabías cómo era yo, sabías que no me interesaba nadie ni nada y aún así te dejaste llevar por mí. Y ahora seguro pensás que me chupa un huevo, pero no es así. Nunca llegue a valorar a alguien como a vos.
-¿Qué estás diciendo? Dejá de mentirme.
-No te estoy mintiendo. Pudiste conmigo, rompiste mis esquemas. Me conocés, ¿alguna vez volví por alguien a pedirle perdón?
Ella se quedó pensativa. La respuesta estaba clara: no.
-Nunca lo hice. Esta vez me arrepiento porque te quiero, porque sos diferente a las demás...Me hacés sentir...de otra forma.
-¿Cuánto más pensás hacerme sufrir?
-Nunca más.
Él la abrazó y se acercó a su rostro. La besó y ella no se resistió. Se sintieron atraídos, iguales, pero diferentes, y eso los unió. Se sintieron el uno al otro y no pudieron parar. Se separaron al mismo tiempo y se miraron fijamente.
-No soy el mismo desde que te conocí.
-Yo tampoco.
-Con vos aprendí a...
-Querer.-completó.
Suspiraron y ellá cerró los ojos mientras lo tomaba por el cuello.
-Te quiero.-le dijo ella.
-Y yo te amo.-susurró él en su oído, y ella sintió como su cuerpo se electrizaba. Sonrió.

La Anónima.